‘El regreso del señor de la noche’ de Frank Miller es una de las joyas del noveno arte cuya influencia ha superado las fronteras del cómic en sí, si no que le pregunten a directores como Paul Verhoeven, y evidentemente Zack Snyder. El artífice de ‘Amanecer de los muertos’ (‘Dawn of the Dead’, 2004) —para el que suscribe su mejor película— manifestó en más de una ocasión su intención de adaptarla —en los noventa existió la posibilidad de llevarla a cabo bajo la dirección e interpretación de Clint Eastwood—. Con ‘Batman v Superman: El amanecer de la justicia' (‘Batman v Superman: Dawn of the Justice, 2016) ha cumplido una pequeña parte de su sueño.
Un sueño que no ha dejado muy contento a un sector de la crítica pero que se ha convertido obviamente en un taquillazo. Ahora que nuestras vidas están dominadas por las peligrosas redes sociales, todos se interesan por las reacciones de Ben Affleck como si tuviese relevancia. El color amarillo empieza a adentrarse tendenciosamente en nuestra percepción y la reflexión cuanto más rápida e inmediata, mejor, no vaya a ser que a las neuronas se les pase el arroz.
Si a eso sumamos el extraño linchamiento al que ha sido expuesta la película incluso antes de su rodaje —sí, delirante, pero ése es nuestro mundo—, la cual ha ido creciendo durante la filmación, antes del estreno y cómo no, convertida en verbo tras el mismo, el resultado es una de las películas más masacradas por el público. Un ejercicio mundial de vacuidad que, irónicamente, juega en la misma liga que el cine que caracteriza a su director. Snyder no había dejado buen sabor de boca con su visión del superviviente de Krypton, y ahora pretendía apostar mucho más fuerte.
Dejando a un lado todos los guiños que Snyder, apoyándose en el guion de Chris Terrio y David S. Goyer, lanza a los fans del superhéroe —los hay de todos los sabores y colores, algunos demasiados claros—, lo cierto es que yo he disfrutado en la justa medida de un largometraje que juega en una línea muy diferente al anterior trabajo de Snyder, lleno de incongruencias de guion, además de una tendencia a exagerarlo todo bastante molesta.
Contundencia
No significa que ‘Batman v Superman: El amanecer de la justicia’ no peque de ello también —el oído del hombre de acero funciona cuando le apetece—, pero gracias a una contundencia en su puesta en escena dicho “error” molesta menos. Snyder sigue conservando su estilo —esos dichosos ralentís tan efectistas, ¿de verdad es necesario ver cómo cae el casquillo de un proyectil?— pero también parece más controlado, como si hubiese hecho caso a las críticas que recibió por el catastrófico —a todos los niveles— clímax de su anterior película.
El mismo año que la competencia, Marvel Cinematic Universe —experta en filigranas digitales con tendencia al bostezo—, lanza el enfrentamiento entre otros dos superhéroes icónicos —cada uno con su pandilla de acólitos—, DC Extende Universe da el pistoletazo de salida con el presente film, el primero de un grupo de nueve proyectos —de momento— de aquí al comienzo de la siguiente década. Ahí se nota la jugada, parecida a lo que Whedon hizo con Los Vengadores, pero tal vez con mayor rabia en su ejecución, sin que se le note tanto —que se le nota— su condición de mero producto comercial.
Con Christopher Nolan como productor ejecutivo los recuerdos de su trilogía sobre el hombre murciélago son inevitables. Pero esto es otro tratamiento diferente, repetirlo sería absurdo. El Batman de Ben Affleck se distancia del de Christian Bale, aunque argumentalmente recuerde al del tercer título Nolaniano —Wayne/Batman harto de todo, desencantado y decepcionado—, pero también crea algo nuevo y bastante convincente. Su Batman es un Batman furioso, mayor, un animal rabioso que incluso físicamente es más imponente que Superman, quien afortunadamente sale menos, poco, pero menos.
Digno entretenimiento
Es precisamente el inicio del film, que nos lleva a la destrucción gigantesca del anterior film pero visto desde la perspectiva de Bruce Wayne, una de las mejores secuencias de la película. Los ecos, clarísimos, del 11-S, y el miedo al prójimo, en este caso la figura, ahora más mesiánica que nunca, de Superman, lo que pone sobre la mesa los apuntes más interesantes de un film que es entretenimiento puro y duro, a pesar de tender hacia el destrozo en pantalla, esta vez un poco más controlado, pero igual de insatisfactorio.
Las set pieces de acción me parecen mucho más efectivas, y mejor filmadas que en ‘El hombre de acero’ (‘Man of Steel’, 2013), y sin embargo siguen siendo un lastre, apartando el interés de los personajes en sí y su evolución —aunque el caso de Lex Luthor/Jesse Eisenberg es de guasa—. Si bien encarar Gotham City con Metrópolis es todo un acierto, al subrayar lo opuesto de los personajes centrales —uno es luz, el otro oscuridad—, la entrada, por otro lado lógica, de Wonder Woman, es forzada, aunque el guitarreo de Hans Zimmer y Junkie XL hagan vibrar en su espectacular aparición en la batalla final.
Las dos horas y media —para la edición en Blu-ray se habla de un corte de tres horas, con más violencia— se pasan en un suspiro —servidor no daba crédito, teniendo en cuenta que Snyder alarga demasiado sus películas—, aunque deja una sensación, leve eso sí, de insatisfacción. Snyder tiene que dejar de pensar en los fans si quiere ser un verdadero cineasta y mostrar su verdadera garra, como aquí asoma a veces. Así ha sucedido con grandes e imprescindibles narradores cinematográficos. Ya veremos en su siguiente megaproyecto si se dobla ante las exigencias de DC, o ésta le da vía libre.
Otras críticas en Blogdecine:
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