Clint Eastwood ya está por encima del bien y del mal. Hablar a estas alturas sobre su innegable genialidad como director, sería darle vueltas y vueltas a lo más obvio. Cuando dentro de 100 años los cinéfilos completos y los críticos miren atrás en el tiempo, y vean lo que se hizo en esta época, el nombre de Eastwood será uno de los que más sobresalga, y será considerado al mismo nivel como otros genios de apellidos tan dispares como Ford, Wilder, Lang, Kurosawa, Welles y tantos otros que no cito por no convertir este post en una larga lista de nombres. También se dirá de otros directores actuales, pero me callo sus nombres para otra ocasión más apropiada.
Pocos directores hay en la actualidad que se arriesguen tanto como Eastwood, siempre a contracorriente, y no realizando ni la más mínima concesión al espectador. Sus películas son el último suspiro de clasicismo que hay en Hollywood, un clasicismo que casi siempre choca con los actuales intereses de la industria del Cine, tanto los de aquellos que se dedican a vivir de ello, como los de los simples espectadores, acostumbrados (a veces bien, a veces mal) a otro tipo de cosas de rápido consumo. Y señores míos, el cine de Eastwood no es de rápido consumo.
'Banderas de Nuestros Padres', que se estrena mañana entre nosotros, es un ejemplo más del buen hacer de este director de 76 años, al que todavía le quedan muchas cosas por decir. La historia, falsamente vendida como una histria de guerra, narra la contienda de Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial, pero desde una perspectiva muy distinta a la que creemos. Más que narrar la contienda en sí, se centra en las consecuencias de dicha contienda. Consecuencias para todo un país, necesitado de grandes héroes, consecuencias para aquellas madres que perdieron a sus hijos, y sobre todo, consecuencias para un grupo de muchachos, compañeros en un pelotón, que no pidieron ser héroes.
Quiero recalcar que este film no es un film de guerra propiamente dicho, sino más bien un drama, un drama de gran altura. Cierto que tiene secuencias bélicas, bastantes, pero éstas no son las más importantes, a pesar de que están narradas con una energía visual por parte de su director, que ya les gustaría tener a otros jóvenes directores, que al lado de Eastwood no son más que novatos con una cámara en la mano. Dichas secuencias sorprenden por la concisión con la que están filmadas, y la enorme frialdad de sus hechos, unos hechos horribles en algunos casos. Resulta curioso ver este dinamismo en alguien como Eastwood. Una vez más, el experto director soprende a las audiencias filmando con una energía propia de un chaval de 20 años, mezclado con la experiencia de un veterano. Y aprovecho aquí para resaltar el hecho de que muchos se han apresurado a comparar esta película con 'Salvar al Soldado Ryan' de forma totalmente equivocada, no sólo en las intenciones, que son muy distintas, sino también en la forma. Vemos un desembarco, como en el film de Spielberg, pero muy, muy distinto a aquél, y sin embargo igual de impresionante, como el resto de secuencias bélicas. Probablemente dicha comparación ha surgido por el hecho de que Spielberg es, junto a Eastwood, el productor de 'Banderas de Nuestros Padres', y a priori, puede haber algunas semejanzas. No obstante, sería totalmente erróneo comparar ambas películas.
El film es un completo puñetazo a los intereses de un país por tener la necesidad imperiosa de crear héroes, aunque éstos no sean verdaderos, y venderlos como tal, no sin antes aprovecharse económicamente de ello lo máximo posible, y luego con el paso del tiempo, olvidarse totalmente de ellos. Es precisamente, en este segundo punto, donde la película alcanza sus momentos más álgidos, algunos de ellos, secuencias para el recuerdo. Ese paso del tiempo, con sus consecuencias, está muy bien mostrado por Eastwood, y es aquí donde no puede evitar rendir homenaje a su admirado John Ford, con alguna que otra escena que parece sacada de alguna película del director de 'El Hombre que Mató a Liberty Valance'.
Por otro lado, en las secuencias bélicas, acierta por partida doble al no hacer concesiones de ningún tipo, y al mostrar un campo de batalla casi onírico, donde vemos al enemigo prácticamente de refilón. Dicha opción, totalmente arriesgada por parte de Eastwood, la considero de lo más acertada. De esta forma, las consecuencias de la guerra cobran mucha más importancia, consiguiendo así querer transmitir lo que se quiere contar. Y la narración paralela con los hechos de la actualidad también es de lo más conseguido, incluso el meter flashbacks dentro de flashbacks, ya que poco a poco vamos comprendiendo mejor lo que sienten los personajes principales, consiguiendo un efecto mucho más logrado que si la narración hubiese sido totalmente lineal.
En cuanto al trabajo actoral ocurre algo ciertamente curioso. No hay grandes interpretaciones, aunque todos cumplen con creces su labor, y eso no es poco. Pero es algo a lo que no estamos acostumbrados en el cine de Eastwood. Tal vez haya sido una decisión tomada muy conscientemente. El director no ha querido tener grandes actores, porque no quería distraernos de la historia, por así decirlo. Su trabajo es todo un homenaje a un montón de héroes anónimos a los que no se debería olvidar, y los actores elegidos dan el tipo totalmente. Tampoco trata a uno más que a otros, o por lo menos no lo suficiente. Todos tiene su importancia, como en las historias paralelas que tanto le gusta contar a Eastwood en sus films. Sin embargo, esto para mí es un arma de doble filo, ya que de esta forma, no hay ningún personaje con el que poder identificarse completamente, o tomarlo como el verdadero protagonista del film. Se podría decir que los protagonistas son todos. En ese aspecto, el distanciamiento que toma su director es absoluto, no sólo en la historia sobre el campo de batalla, sino también con sus personajes, a los que quizá quisiéramos tener un poco más cerca.
El guión puede que no tenga la perfección de otros films anteriores en la filmografía de Eastwood, y al respecto cabe citar cierta secuencia con un padre y su hijo, comprensible, pero un poco metida a calzador. No obstante, dicho guión cobra todo su sentido en la maravillosa secuencia final, de las más hermosas vistas últimamente, y donde el director nos recuerda de forma magistral lo que verdaderamente importa. Una vez más, con una sola secuencia, realiza toda una declaración de principios. Y es que el trabajo de Eastwood está por encima del guión, su puesta en escena suple las mínimas carencias que éste tiene.
Uno termina de ver el film y lo que se siente son unas ganas tremendas de ver 'Cartas desde Iwo Jima', que nos llega el próximo mes. No cabe duda de que ambas películas podrán juzgarse como un todo, al mismo tiempo que funcionarán por separado. 'Banderas de Nuestros Padres' es otra joya en la carrera de un genio, por debajo, eso sí, de sus dos últimos trabajos. Su fracaso en taquilla ha sido grande, y realmente no me extraña. Eastwood, una vez más, no tiene en consideración al público y cuenta lo que quiere, pero sus films son inmortales y seguirán abofoteando las caras de futuras generaciones, cuando éstas se sienten a contemplar su obra.