Amado y odiado, Adam Devine es uno de los actores de comedia más desatados del momento. Secundario "gracioso" y con algún triunfo personal, como la tronchante 'Game Over, tío', Devine llega a Quibi rodeado de amigos para hacer el idiota delante de la cámara mientras pone en juego su integridad física. Ideal para los que llevamos años esperando una reunión de 'Jackass'.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro
Tampoco es que Devine se haya puesto a llamar a la puerta de las estrellas más reconocidas de Hollywood porque, seamos serios, nadie en su sano juicio está tan loco como para jugarse la vida por un show que se verá mayoritariamente a través de teléfonos móviles. El actor de 'La primera vez que nos vimos' recurre a buenos colegas más que a rostros populares.
Thomas Middleditch, Rebel Wilson o sus colegas de 'Workaholics' y la mencionada película de Netflix, Anders Holm y Blake Anderson, son los primeros en dejarse arrastrar hacia el fango del ridículo y el peligro de serias secuelas físicas. Afortunadamente para ellos, nada termina de ser tan peligroso como nos habría gustado a los espectadores. Divertido sí, divertido es un rato.
Con una temporada de únicamente 7 programas, estas malas ideas son un buen aperitivo de verano con el que refrescarse en la parrilla de la plataforma mientras hacemos hueco a otras cosas más importantes que están por venir, como la esperada 'Lovecraft Country' o los desenlaces de 'Perry Mason' y 'Doom Patrol', que ya están a la vuelta de la esquina. El mayor problema de 'Bad Ideas with Adam Devine' es que ningún programa resulta tan divertido y salvaje como el primero.
Los niños salvajes
Los pimientos más picantes del mundo, las carreras de coches más destructivas de América o las recreaciones de las míticas peleas del cine de vaqueros son algunas de las paradas donde Devine y compañía asoman el hocico con la intención de divertir al personal, pero mucho me temo que tras el prometedor inicio junto al protagonista de 'Silicon Valley' no hay mucho más donde rascar.
Es innegable que a Devine se le ama o se le odia, y que su carácter cargante y excesivo no es plato de todos los gustos. Este Jack Black de nueva generación es un personaje por sí solo, no necesita más que salir a hacer sus cosas delante de una cámara. Su estilo de showman encantado de conocerse hace el resto. No hay más que ver la apuesta del primer programa para hacerse una idea.
A pesar del prometedor arranque, 'Bad Ideas with Adam Devine' es un experimento fallido. Lo que debería haber sido el heredero natural de 'Jackass' (esperemos que no se venga abajo el cacareado retorno de la banda de Johnny Knoxville) se queda en una broma privada a la que ni siquiera ha logrado invitar a colegas de primer nivel. Esperemos que, de continuar, lleven las pilas un poco más cargadas.
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