'Babel', terminando el año estupendamente

Mañana se estrena entre nosotros la última película del director mexicano Alejandro González Iñárritu, premiado en la última edición de Cannes con el galardón al mejor director. Premio merecidísimo, y que muy pobablemente tenga otra compensación al ser nominado al Oscar, algo que nadie duda ya a estas alturas. Y es que Iñárritu es un animal suelto en estado de gracia, a veces salvaje, a veces delicado, pero que siempre llega muy dentro con sus situaciones límite. Sorprendió a todo el mundo con su magistral, y aún hoy su mejor film, 'Amores Perros', a la que siguió su primera aventura norteamericana con '21 Gramos', una maja película que tal vez se perdía un poco en la forma. En sus tres films habla de los mismo y parte siempre desde el mismo punto: una situación accidental desencadena una serie de acontecimientos dramáticos relacionados todos entre sí. En su primer film fue muy local, en el segundo pisó suelo americano, y ahora pretende ser universal situando su historia en distintas partes del planeta. A pesar de que hay cierta sensació de déjà vu, ha vuelto a brindarnos un film excelente, con defectos, pero excelente.

El argumento de 'Babel' es la mar de sencillo, hablando de un montón de cosas. Encierra tres historias entrelazadas entre las que nos encontramos a un matrimonio con problemas de viaje en Marruecos, una chica sordomuda en Tokyo que se desespera por ser amada, y una criada mexicana que se lleva a los niños americanos que está cuidando a la boda de su hijo en México. Esos son los puntos de partida de cada historia, que Iñárritu nos va deshojando poco a poco hasta un desenlace extraordinario donde todo cobra sentido, cinematográficamente hablando, diría que los mejores momentos de la película se encuentran en la parte final. Y a pesar de que ya nos conocemos la treta usada por el director, y podemos llegar a adivinar cual es la relación entre los dsitintos personajes que pululan por el universo del film, nos importa relativamente poco, ya que se disfruta enormemente del buen hacer de su autor.

Iñárritu, apoyado una vez más en un guión de Guillermo Arriaga, le imprime un ritmo al film casi perfecto, y digo casi porque podría haberse ahorrado ciertas escenas que no vienen a cuento. Aunque el film peque de ser un pelín largo, no resulta cansino y se sigue con especial interés. Personalmente prefiero todo lo que acontece en Marruecos, que las otras dos historias, quizá porque me resulta más impresionante y porque a mi juicio me parece la parte más perfecta del film, sin absolutamente ningún fallo. Esto no puede decirse de las otras dos, en las que considero que hay cosillas que no quedan bien. Me explico. En la parte mexicana, por así llamarla, el desencadenante de todo el dramatismo es una reacción de uno de los personajes algo ilógica y tal vez poco creíble.

En la parte japonesa, el director peca un poco de demagogo. La película viene a retratar muy duramente lo mal que le va a la Humanidad por el simple hecho de que no nos escuchamos los unos a los otros, algo con lo que un servidor está completamente de acuerdo. Y además de no saber escuchar, está la diferencia de lenguas, las cuales hace todavía más difícil el trabajo del entendimiento. Poner como protagonista a una adolescente con problemas (¿qué adolescente no los tiene?) y que es sordomuda, para explicar la falta de entendimiento, y recrearse en su incapacidad física para comunicarse, me parece una apuesta demasiado facilona, un pelín tramposa, y que lastra un poco las intenciones del autor, siendo totalmente repetitivo en su propuesta.

De lo que no hay duda, al igual que en los dos anteriores films de Iñárritu, es que los actores están todos sensacionales. Brad Pitt no parece Brad Pitt, yo siempre le he defendido como actor, pero aquí está que se sale, notándose además que ha disfrutado enormemente con el papel. Una nominación, e incluso un Oscar, sería totalmente justo. Cate Blanchett, preciosa como siempre, aunque se disfruta poco de ella, pues su personaje permanece, aunque no lo parezca, en segundo plano. Gael García Bernal también está fantástico, pero su personaje es el más descuidado de todos, despareciendo del relato sin explicación alguna. Adriana Barraza está increíble como la criada mexicana, poniendo toda la carne en el asador, aunque hay alrededor suyo alguna pequeña incongruencia demasiado visible. Pero quien se sale por todos los lados es, sin lugar a dudas, la actriz japonesa Rinku Kikuchi, verdaderamente sensacional en su rol de chica sordomuda, desprendiendo una sensualidad y fragilidad pocas veces vista en el cine moderno. Kikuchi se merece una nominación por todo lo alto, y el premio tampoco estaría mal.

Todas las acciones de los distintos personajes están apoyadas por la sencilla y efectiva música de Gustavo Santaolalla, que a este paso le va a pasar como a Clint Eastwood cuando compone música. Son las mismas cuatro notas de siempre, algo cambiadas, pero que desde luego, siempre terminan resultando enormemente descriptivas, y apoyan la narración sin resultar cargantes.

Se ha comparado esta película con 'Crash', y la comparación no está del todo desacertada. Incluso uno puede pensar que la aparición en 'Babel' de Michael Peña no es casual. Ambas cuentan, a su manera, lo mismo. Una es una fábula y la otra recurre a lo excesivamente dramático, y quizá peque un poco de repetirse. Pero por mí, el señor Iñárritu puede repetirse las veces que quiera, que si lo hace así de bien siempre, no me importará. Su cine es ejemplar, hablando siempre con el corazón de cosas cercanas al alma humana, el amor visto desde muchos puntos de vista. Con 'Babel' nos invita a reflexionar, a sentarnos de verdad y aprender mientras escuchamos todo aquello que hasta ahora sólo oíamos. A fijarnos. A sentir. Muchos podrán achacarle que para ello siempre recurre a situaciones límite muy, muy dramáticas, pero mientras esto resulte efectivo yo no seré el que se queje. El 2006 termina con una película estupenda, que podría haber sido pefecta, pero yo me conformo.

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