‘Music and Lyrics’, de Marc Lawrence, es la comedia romántica que le tocaba hacer este año a Hugh Grant. Solvente, bien hecha y con momentos de auténtico humor, es un producto más que correcto para amantes del género y del actor, entre las que me cuento.
Alex Fletcher es una vieja gloria de la música pop, que había triunfado en los años ochenta con un grupo llamado precisamente así, ‘Pop’. Sin embargo, como le ocurrió al otro de Wham, casi nadie recuerda su nombre, mientras su compañero de banda se hizo celebérrimo al labrarse una carrera en solitario. En la actualidad, le ofrecen aparecer en un reality show televisivo sobre cantantes acabados y una estrella jovencita le solicita una canción para cantarla a dúo.
El comienzo de ‘Tú la letra y yo la música’ es lo mejor de la película. El videoclip que podéis ver a continuación, con la pegadiza canción ‘Pop goes my heart’ es una hilarante imitación de la estética ochentera que merece mi aplauso.
Otro de los grandes méritos es el retrato de la cantante adolescente que triunfa más que Britney Spears o Shakira. Es una niñata que se contonea eróticamente en los escenarios, pero que luego se entrega a las religiones zen y los rezos espirituales. Cuando los protagonistas le componen la canción, ella decide acompañarla por un rapero que, viendo la figura de 50 cent, se debería llamar 3 dólares.
Por lo tanto, el guión de la película demuestra un conocimiento muy profundo del mundillo musical y de la MTV, y le saca todo el partido que puede a este aspecto, en una crítica amable, aunque muy acertada.
El otro aspecto, la parte romántica, también está bien construida y ambos personajes interpretan bien sus papeles. Pero quizá es lo que menos emociona. Como se adivina por el título y como puede que ya hayáis visto en el trailer, el personaje de Grant tiene dificultades para volver a componer. Drew Barrymore interpreta a una chica acomplejada y aprensiva que riega las plantas del piso del cantante. Cuando intenta componer con un letrista ególatra descubre que esta mujer peculiar tiene buena mano para las rimas sobre temas amorosas. Y le ruega que le ayude a dar con un tema pegadizo que la estrella zen acepte. De su colaboración surgirá una cercanía que se convertirá en algo más.
Hugh Grant está a medio camino entre esos personajes tan sobreactuados que comenzó a hacer tras ‘Cuatro bodas y un funeral’, como por ejemplo, en la insoportable ‘Nueve meses’, y la sobriedad de films del tipo de ‘Lo que queda del día’. Volviendo a su faceta encantadora que hacía tiempo que había abandonado para convertirse en el canalla de ‘Un niño grande’ o 'American Dreamtz', Grant le da empaque a una película que probablemente con otro actor de menos categoría se quedaría en insulsa.
Drew Barrymore, como ya ha hecho otras veces, se muestra torpe y falta de autoestima, empeorando a propóstito su aspecto para parecer más la vecina de al lado que una bella mujer, resulta entrañable y simpática.
Una buena opción en este fin de semana de estrenos tan musicales. Se pasa el rato de forma muy amable. Más que una chick flick es una película para todos aquellos que vivimos los años ochenta y conocimos el tipo de música que se hacía entonces.