Con el desenlace de la segunda parte de la tercera temporada de 'Ataque a los titanes', el anime ha confirmado su transformación definitiva hacia el drama político. Sin olvidar nunca su telón de fondo, el mundo post-apocalíptico en el que gigantescas criaturas devoran todo humano que se les presenta, la serie que adapta el manga de Hajime Isayama ha concluido, con éxito, su mutación a un producto que reduce la importancia de su crudeza para reforzar sus tramas y continuas intrigas.
Después de la floja segunda temporada de la serie, que se vio especialmente dañada por el abuso de animación digital -algo que también ocurre en 'One-Punch Man'- y su corta duración, la tercera entrega de 'Ataque a los titanes' ha recuperado no sólo su conflicto inicial sobre el fin de la humanidad, sino que ha añadido numerosas capas complementarias que la han convertido en un producto que va más allá del horror gore.
El anime, que acabará con su cuarta temporada, ha adquirido una nueva dimensión después de su lenta transformación, creando un profundo mapa en el que intrigas casi palaciegas han ido de la mano del descubrimiento de una verdad que se ha desvelado incluso más terrible de la esperada. Las relaciones paterno-filiales se han convertido, además, en un eje vertebrador de las motivaciones más primitivas de sus personajes.
También ha sido todo un acierto la división en dos partes de esta tercera temporada, que subsanan los 13 capítulos de la segunda parte, dedicados a relatar un arco fundamental pero de poca enjundia en la narrativa de la serie. Así, frente a continuas preguntas encapsuladas en episodios que pretendían hacer girar su historia sin parar, la tercera entrega ha sido una ametralladora de respuestas que podrían haber encajado al final de la segunda parte, salvando los muebles de una temporada que dejó bastante que desear.
En el nombre del padre
Tras una primera parte que jugueteó con las intrigas palaciegas, la segunda mitad de la tercera temporada de 'Ataque a los titanes' se ha reconfigurado, finalmente, hacia este lado, sin olvidar la carga dramática fundamental del anime: su terribilista y fútil visión de la vida humana. Es el caso del que quizá sea su personaje más llamativo, el comandante Erwin, bajo cuyo pasado se cimenta una parte significativa de la temporada.
Durante los diez capítulos que componen esta entrega, el comandante muestra su lado más terrible y pragmático, erigiéndose como el líder de una carnaza destinada a la muerte que pueda dejar a Levi espacio para derrotar al Titán Bestia. Es entonces cuando el personaje muestra su lado más humanizado a través de flash-backs en los que un joven Erwin hereda las convicciones de su padre tras el ajusticiamiento de éste, un profesor disidente.
Un atormentado soldado en horas bajas cuyos traumas bien podrían tener su contraparte en Reiner, otro de los personajes de mayor recorrido psicológico de la serie, verá el final de sus días sin conocer la mayor obsesión de su vida, la heredada por su padre: qué hay en el sótano de los Jaeger. Pues, durante la misión suicida en la que, milagrosamente, los reclutas consiguen derrotar al Titán Colosal, ahora en poder de Armin, Erwin muere sin haber podido matar al padre.
No será la primera relación entre padre e hijo que fundamente el anime, una premisa que es pilar fundacional de la serie. De hecho, la llegada al sótano de los reclutas y, en especial, de Eren, en busca de respuestas contra los titanes, no sólo desencadena falsos flash-backs que, en realidad, son recuerdos del propio protagonista, sino también toda la verdad que 'Ataque a los titanes' guardaba quizá con demasiado recelo.
En el nombre del hijo
Cruzado y fundido con la figura de su padre, Eren comenzará a convertirse en un personaje que ha olvidado todas las inseguridades que le volvieron voluble en el pasado. Primero tras el éxito de su misión y, en especial, tras reencontrarse con el que fuera su hogar, el protagonista recibirá de golpe información del pasado que revela, directamente, el pasado de los titanes, y la presencia de un nuevo enemigo más allá del mar.
Se revelará, de hecho, la verdadera identidad del Titán Bestia, el primer hijo de Grisha Jaeger, y, por tanto, hermanastro de Eren. El personaje también parte de una conflictiva relación paterna, que resuena de nuevo como cimiento narrativo en 'Ataque a los titanes', pues se desvela que, con tan solo siete años, delató a sus padres, parte de la resistencia eldiana contra un gobierno que segregaba a ese pueblo, destinado a ocupar zonas específicas.
El antepenúltimo y penúltimo capítulo son los que explican el origen del conflicto de los titanes a través de un intenso recuerdo en el que Eren ve, al fin, las memorias del anterior portador de su titán. El pasado y el presente se dan la mano y se cruzan no sólo como excusa para profundizar en los misterios del anime, sino también como fundamento dramático y apuesta formal en la construcción de la estructura narrativa de la serie.
Las fantasmagorías del pasado se cristalizan con especial insistencia en la recta final a través de un atractivo juego de espejos en el que, al igual que con la memoria heredada por quienes poseen titanes, el presente se funde con hechos ya vividos e incluso olvidados. Este coqueteo, además, ya no se hace a través de escenas que nos sitúan, directamente, en tiempos pretéritos, sino que, al igual que en la mente del propio Eren, se suceden en la misma imagen.
Hacia la libertad
La sentida secuencia final de 'Ataque a los titanes' comienza con una misión de reconocimiento, un año después de la muerte del comandante Erwin, donde los reclutas explorarán lo que hay más allá de las murallas. Es entonces cuando, al fin, los humanos recluidos tras la amenaza de los gigantes, llegan hasta el lugar que tanto ansiaban: el mar, catalizador en la serie de esperanzas y anhelos de Eren y Armin y, por extensión, de la humanidad.
Varios contraplanos consecutivos al extenso océano muestran el asombro y regocijo de los personajes que lo contemplan, primero dos frontales y después dos laterales, uno en el que Mikasa aparece junto a un Eren ahora impasible, y otro de Armin que le lleva directamente a un recuerdo ensimismado del mar. Un corte abrupto, tanto como que el personaje siga con vida en detrimento del comandante, pasa a mostrar el ir y venir de las olas en la orilla, y el agua trae de vuelta al joven, cuya experiencia reciente aún le confunde.
Una sombra se extiende ocupando casi la mitad de plano, sin ninguna figura a la que aparentemente corresponda. Se suceden entonces imágenes que bien podrían recordar a cualquier especial de playa en el anime, donde el ambiente es festivo y juguetón. Nada más lejos de la realidad: 'Ataque a los titanes' está construyendo sobre uno de los lugares más transitados en la industria japonesa una de las escenas con mayor trascendencia de toda la serie.
El montaje en paralelo muestra, en diferentes planos, a casi todos los personajes disfrutando de esta extraña experiencia, que se cierra con la sonrisa incómoda y cómplice que comparten Mikasa y Armin, un gesto que les humaniza después de toda la tragedia vivida. Aparece al fin la figura de Eren, que era la que proyectaba la sombra anterior, además del único símbolo que remite a la oscuridad en toda la secuencia.
Ese momento remite, directamente, al inicio del primer capítulo de la primera parte de la tercera temporada, una estrategia habitual en 'Ataque a los titanes' y que incluso se da en el desenlace. Eren se encuentra en el mismo lugar físico, pero no parece estar ahí, y esta distancia se remarca en la separación constante respecto al grupo, bien en imágenes en las que aparece solo, bien en una composición que le aparta del resto de personajes.
Es entonces cuando un ingenuo Armin decide hablar con su amigo, con el que quiere compartir su inesperada alegría. Para el protagonista, sin embargo, las aguas interminables no suponen la liberación y tranquilidad que celebran sus amigos: Eren sabe que más allá del océano hay enemigos que quieren aniquilarlos, y que la libertad no llega al encontrar el símbolo de la misma, el mar. Sólo atravesándolo podrán romper las cadenas de una condena injusta.
Ver 19 comentarios