El cine español tiene que dar gracias por la existencia de Rodrigo Sorogoyen, quien, por méritos propios, se ha convertido en el mejor director de nuestro país de estos últimos años. Es cierto que no es infalible -su episodio de 'Historias para no dormir' me dejó algo frío-, pero hay tanto que celebrar en su filmografía que la única reacción posible ante un nuevo proyecto suyo es estar deseando verlo.
Con 'As Bestas' hemos tenido la mala suerte de tener que esperar más de la cuenta, pues hace ya meses que se estrenó en Francia, donde primero pudo verse en el pasado Festival de Cannes. Aquí también se exhibió en el Festival de San Sebastián de este año, pero no ha sido hasta este viernes 11 de noviembre cuando ha llegado a los cines. Y no me ha decepcionado lo más mínimo, ya que es una película que rebosa fuerza, agobio y tensión, siendo además capaz de integrar de forma impecable un importante cambio en el punto de vista.
Enemigos rurales
Si en 'Madre' ya se fue a Francia para indagar en el drama de su protagonista, aquí lo que hace Sorogoyen es llevar a una pareja francesa a España para profundizar en cómo su llegada ha impactado en la vida de los habitantes de un pequeño pueblo gallego. El cine muchas veces tienden a ofrecer una visión idílica de lo rural, algo que aquí se destierra por completo para centrarse más en la relación conflictiva de dos vecinos, bebiendo para ello de forma muy libre de un caso real acontecido en 2010.
Sorogoyen lleva tiempo demostrando una gran habilidad para llevar la tensión al límite en situaciones que de por sí podrían parecer mundanas. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la sensacional secuencia de presentación del personaje interpretado por Vicky Luengo en 'Antidisturbios'. Aquí vuelve a ello, pero opta por hacerlo desde una relativa calma para que el odio vaya saliendo a la luz de forma paulatina e inevitable.
Desde el primer momento queda patente la mala relación existente entre los personajes de Denis Ménochet y Luis Zahera, con el primero viviendo en ese pequeño pueblo fruto de una decisión que le ha hecho la vida mejor, mientras que el segundo está poco menos que condenado a seguir allí y culpa a su vecino por ello. No le faltan motivos, y eso es vital para 'As Bestas'.
Ahí 'As Bestas' va ensuciando cada vez más la relación entre ambos, con Zahera haciendo feos cada vez más constantes e hirientes a Ménochet. La desconfianza ya estaba ahí desde antes que arrancase la película, pero no deja de ir a más, sentando las bases para crear un clima de violencia que antes o después tendrá que estallar.
A ello ayuda que el guion firmado por Sorogoyen e Isabel Peña dota a la historia de un toque opresivo -incluso el bar, que debería ser el gran punto de encuentro, se convierte en un escenario viciado por el odio- que va cerrándose cada vez más hasta el punto de llegar a resultar incómodo hasta para el propio espectador. Es verdad que ya de por sí apenas hay gente en el pueblo, pero todo va cerrándose cada vez más entre los personajes de Ménochet, Zahera y Diego Anido.
Quizá por eso resulta curioso que el gran momento culminante de eso suceda en un enorme espacio abierto. Ya no hay escapatoria posible y hay que hacer frente a las consecuencias de una relación que podría haberse salvado pero que está en una situación en la que ninguno de los dos bandos quiere aceptar la derrota. Especialmente brillante al respecto resulta la charla en el bar entre Menóchet y Zahera en la que ambos personajes ponen todas las cartas encima de la mesa.
Fabulosa en todos los frentes
Ya antes de todo eso había quedado claro que Zahera es una fuerza de la naturaleza -pienso por ejemplo en la escena en la gasolinera- y que cualquier premio que le den por 'As Bestas' estará bien dado, pero lo que dota a la película de una energía diferente es su capacidad para que entendamos a dos personas enfrentadas en lugar de reducirlo todo a que uno sea el bueno y otro el malo.
Esa humanidad eleva más el resentimiento que recorre la película durante su primera mitad y que encuentra un contraste fabuloso durante la segunda parte de 'As Bestas', en la cual se deja de lado la tensión en beneficio de lo inevitable. Todos tenemos claro entonces hacia dónde se dirige todo, pero Sorogoyen y Peña logran que ese componente más emocional se sienta como la progresión natural de la historia.
Sin embargo, ese cambio de vista mantiene la determinación que había dominado las motivaciones de los personajes hasta entonces, pero dando a 'As Bestas' un espíritu diferente que sirve para ofrecer las dos caras de la misma moneda sin traicionar en ningún momento todo lo visto en los minutos anteriores. Eso sí, la fuerza que desprenden entonces sus imágenes es diferente y quizá haya algunos espectadores que conecten menos con ella.
Por lo demás, Sorogoyen da en la diana al convertir 'As Bestas' en una especie de cruce rural de thriller y western en el que todo el peso de la historia recae sobre sus personajes. Ya he destacado a Zahera, pero lo cierto es que todos los protagonistas brillan en sus personajes ofreciendo lo que Sorogoyen requiere de ellos para darnos su película más redonda hasta la fecha.
En resumidas cuentas
'As Bestas' es la mejor película española que he visto de este año y también una de mis películas favoritas de este 2022 al que pronto diremos adiós. Espero que su estreno no acabe eclipsado por llegar a los cines a la vez que 'Black Panther: Wakanda Forever', pues puede que sea lo mejor que ha hecho Marvel hasta ahora, pero se queda por debajo de este excelente largometraje de Rodrigo Sorogoyen. Y puede que Zahera ya ganase el Goya por su anterior colaboración con el cineasta en la notable 'El Reino', pero es que aquí está a otro nivel.
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