Con título de bolero y basada en la novela de Ángeles Mastretta, llega mañana a España ‘Arráncame la vida’, película de Roberto Sneider protagonizada por Ana Claudia Talancón, José María de Tavira y Daniel Giménez Cacho.
A los dieciséis años, Catalina se casa con Andrés, un militar cuarentón, que intenta tratarla como una posesión y excluirla de todas las decisiones. Pero en seguida, Catalina va demostrando que es una mujer muy inteligente a la que no se puede someter con tanta facilidad.
Los films o novelas que abarcan varios años o décadas de las vidas de sus protagonistas se suelen hacer predecibles porque concentran los hitos más significativos de sus biografías y, dependiendo de la época y el tipo de personaje, estos acontecimientos casi siempre son los mismos. ‘El amor en los tiempos del cólera’ o ‘La casa de los espíritus’ pueden ser algunos ejemplos, aunque hay muchos más. Igual que en ellas, en ‘Arráncame la vida’ sabemos que los protagonistas se casarán, que ella se quedará embarazada, que habrá cuernos… Nada de esto puede sorprendernos. Sin embargo, en este caso particular, la forma en la que los personajes afrontan estos hechos, que son los de siempre, sí supone una novedad.
En las obras mencionadas y en tantas otras similares, se nos obligaba a ver los sufrimientos por los que pasaban mujeres que no tenían la suficiente fuerza o inteligencia como para plantar cara a sus maridos o como para llevárselos a su terreno. Cierto es que puede ser algo más habitual y que, como denuncia social, tal vez tuviesen más valor. Pero el caso es que no se hacen agradables de ver. Aquí, por el contrario, nos topamos con una mujer que cuestiona las desigualdades y que toma lo que le corresponde por derecho aunque nadie se lo dé. Gracias a este magnífico retrato del personaje de Catalina, mi reacción es altamente positiva ante una cinta ante la que me esperaba volver a irritarme como en ocasiones anteriores.
Andrés es un personaje igualmente interesante, ya que su evolución es de una sutileza exquisita: sin dejar jamás de ser un marido bruto y machista, llega a apreciarla a ella como una igual y a respetarla intelectualmente de forma que no habría respetado a ninguna otra mujer. Se puede apreciar asimismo en la película que no haya ningún maniqueísmo, pues a él no se lo muestra como el típico ogro de otras obras más burdas, pero tampoco se ocultan sus maldades.
En la composición de estos personajes desempeñan un papel fundamental los dos actores, que hacen unas interpretaciones excelentes. Ana Claudia Talancón, además de bella, es una mujer con muchísima fuerza que transmite una personalidad seductora y que nos hace creernos todos los momentos por los que pasa Catalina. Daniel Giménez Cacho también está espléndido y con la dificultad de su origen español. Que me saquen de mi error los mexicanos, pero yo diría que el acento lo hace bastante bien, aunque claro está que no lo puedo juzgar completamente.
El tono de ‘Arráncame la vida’ es igualmente fresco, ya que no se cae en el melodrama, sino que se aprecian en ella varios golpes humorísticos. Los diálogos, finos, acertados y punzantes, suponen el apoyo a esas reacciones que se alejan de lo esperado.
La fotografía de Javier Aguirresarobe nos retrata una perfecta recreación de la época, donde lo más bello que se puede ver son unos flamantes automóviles. La autenticidad de la ambientación se apoya en que parte de lo narrado puede ser real, ya que Mastretta, autora de la novela, es descendiente directa de la persona en la que se inspira el personaje de Catalina.
Existe una mínima crítica política y social, que se queda muy por debajo del devenir personal, pero sin dar la sensación de que se haya ninguneado por cobardía o por falta de capacidad de profundización; sino porque se ha supeditado en el grado en el que la trama lo pedía.
Para resumir, me quedaría con la idea de que ‘Arráncame la vida’ es la misma película de siempre, pero que, por primera vez, es diferente.
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