Si viviste en los años 90, recuerdas los años de locura colectiva por el Caso Arny, un juicio sobre prostitución de menores en un pub de Sevilla que se hizo mediático al meter por el medio a famosos como Jorge Cadaval, Jesús Vázquez, Javier Gurruchaga o el hermano de María del Monte.
27 años después, y pese a que (o precisamente porque) hay quien sigue con la teoría conspiranoica, el caso merecía la retrospectiva que HBO Max le ha concedido en 'Arny, historia de una infamia' dejando claro que esta fue la última caza de brujas que un grupúsculo de personas pudieron acometer legalmente contra el colectivo gay. El resultado es un poco repetitivo en cuanto al montaje, pero argumentalmente escalofriante.
Los noventa, qué nostalgia
Aunque en diciembre de 1978 la ley de vagos y maleantes dejó la homosexualidad como libre de delito en España, la moralidad social tardó décadas en cambiar. Sin ir más lejos, diez años después, una encuesta preguntaba "¿Eres partidario de matar a los farmacéuticos y los homosexuales?", solo para comprobar la reacción de los ciudadanos al preguntar "¿A los farmacéuticos por qué?".
No es de extrañar que en 1995, donde el estereotipo gay televisivo por antonomasia era el del cómico amanerado o el del cotilla sin pelos en la lengua y aún estábamos a años luz de la sociedad que, por suerte y sin ser perfecta, tenemos ahora, el caso Arny hiciera salir el animal que muchos reprimían dentro. Viendo los cortes de noticias que 'Arny, historia de una infamia' ofrece (y en los que varias personas amenazan con matar a cualquier homosexual) parece que no hubiera pasado hace 27 años, sino en tiempos prehistóricos.
Mirar al pasado nos ayuda a entender el presente, no cabe duda, pero en un momento de regresión moral y mental de parte de la población es casi, si cabe, necesario. El caso Arny fue el último intento retrógado y a la desesperada de volver a criminalizar la homosexualidad (al menos en la cabeza de la gente). Unir al colectivo LGTB eternamente con la sordidez, la oscuridad y la maldad. Fue un golpe orquestrado en toda regla que, por suerte, no salió bien... pero por el camino se cobró víctimas.
La sonrisa del pelícano
'Arny, historia de una infamia' se estructura en cuatro puntos clave: el primero y esencial, la crítica a los medios de comunicación amarillistas, ratas peleándose por un trozo de churro. Desde 'La sonrisa del pelícano' hasta 'Crónicas marcianas', los testigos del caso decían lo que fuera a cambio de dinero. Literalmente lo que fuera. Es la estupenda crítica de los medios de comunicación tras bambalinas que 'El mochilero del hacha' pudo pero no quiso ser, además de un retrato acertado del presente: ¿O es que alguien cree que están dispuestos a acabar con su reinado del amarillismo más excesivo y absurdo?
El segundo punto clave es el social, en unos años 90 que distaban mucho de la libertad que muchos creen recordar. El retrato de una sociedad que no solo no se planteaba derechos específicos, sino que no dudaba en destruir judicial y socialmente la carrera de artistas, políticos y cantantes por acusaciones sin fundamento... ¡Incluso después de ser negadas por los testigos! El daño que se les hizo, apoyados por un reducto social que ahora sería mínimo (aunque muy vociferante en Internet), es sobrecogedor. Leones pillando a un conejito y no parando hasta relamer el último de sus huesos.
El tercer punto clave está representado en una persona: Jesús Vázquez. El presentador se abre de lleno ante las cámaras con honestidad, dominando su propia narrativa y contando, por primera vez, su verdad tan ampliamente como quiere y puede. Las lágrimas de impotencia, la amistad eterna con Jorge Cadaval, la muerte de su madre, los bolos cancelados, la surrealista mezcla entre apoyo callejero y juicio mediático... Verle cobrando por fin una venganza que lleva casi treinta años madurando en su interior, expresada con una fiereza que señala a todos los que le hicieron vivir los peores momentos de su vida. Solo por este testimonio, 'Arny, historia de una infamia' ya sería obligatorio. Pero hay más.
Corrupción a mogollón
El cuarto y último punto es también el más descorazonador: el reconocimiento de los poderes en la sombra que casi se salen con la suya, que a pesar de ser señalados y se mantienen ejerciendo pese a montar uno de los mayores escándalos jurídicos de la historia de España. Fueron ellos los que trataron de condenar a Manuel Rico Lara, el juez de menores que más obviamente se evidenciaba que no tenía absolutamente nada que ver con el caso en cuestión y del que solo hay palabras de cariño a lo largo y ancho del documental.
El problema de dividir en tres episodios la historia del caso Arny es que HBO Max ignora el binge-watching y repite una y otra vez las mismas imágenes a lo largo de los capítulos, dejando la sensación de que quizá habría sido más impactante como una película cortando reiteraciones aquí y allí. Además, el documental no cuenta -aunque lo intente- con entrevistas a la otra cara: ni la jueza instructora Auxiliadora Echávarri, ni los presentadores de televisión de la época, prestan su voz, aunque visto el paso del tiempo, de poco pueden excusarse.
'Arny, historia de una mentira' no cuenta nada que no sepamos, pero sí lo hace de una manera tan exhaustiva como narrativamente fluida, consiguiendo recordarnos que por más que nos repitamos a nosotros mismos que todo tiempo pasado fue mejor, la realidad siempre está ahí para llevarnos la contraria. Espeluznante, sobrecogedor y necesario.
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