Woody Allen es por méritos propios uno de los nombres más importantes de la comedia americana de las últimas décadas, aunque cada vez se ha prodigado menos en su faceta como actor --durante los últimos diez años apenas habíamos podido verle en la simpática 'Scoop' (2006) y en la irregular 'A Roma con amor' ('To Rome With Love', 2012)--, por lo que la idea de que volvería dejarse ver en una obra ajena, algo que ya hizo en títulos como 'La tapadera' ('The Front', Martin Ritt, 1976) o 'Escenas de una galería' ('Scenes from a Mall', Paul Mazursky, 1991), se antojaba casi imposible.
Es por ello que el anuncio de aceptaba la oferta de John Turturro para participar en 'Aprendiz de Gigoló' ('Fading Gigolo', 2013), el nuevo trabajo tras las cámaras del protagonista de uno de los actores secundarios más reputados de los últimos, fue recibido con tanta sorpresa como alegría por sus seguidores. Por desgracia, la película ha tenido un recibimiento bastante frío en todos los frentes, algo que se entiende perfectamente tras su visionado.
¿John Turturro o Woody Allen?
Una de las cosas que siempre me ha molestado mucho es que hay ciertos cinéfilos que parecen partirse de la risa con cualquier chiste que salga de la boca de Woody Allen, ya sean estos francamente hilarantes o un simple y no especialmente inspirado ejercicio de reciclaje humorístico por su parte. Con todo, siempre hay algo genuino en sus armas cómicas, siendo el primer problema de 'Aprendiz de Gigoló' que John Turturro intenta replicar ese estilo sin llegar a dar en la diana en ningún momento.
De hecho, su Fioravante no es más que una extensión de un tipo de personaje visto en varias obras de Allen, pero sin el ingenio suficiente por parte de Turturro para desarrollarlo tanto en el guión como en lo interpretativo, ya que el aire a caballo entre lo melancólico y lo nostálgico que intenta imprimir al relato nunca llega a funcionar como un todo en el que las cosas que encajen de forma natural. Eso es algo que también se contagia a otros aspectos de la historia, ya que el peculiar personaje interpretado por Liev Schreiber acaba siendo una molestia más que cualquier otra cosa.
Lo que sí logra Turturro es captar ciertas emociones de corte sentimental sin la necesidad de incidir mucho en ellas, aunque sería injusto no concederle gran parte del mérito a una impecable y sutil Vanessa Paradis, ya que el trabajo de dirección apuesta por una intachable sencillez en la que no procede interferir en el trabajo del reparto, una gran idea cuando cuentas con actores de primera y un guión a la altura de los mejores trabajos de Allen. Sin embargo, Turturro no tiene el mismo talento que Allen para la escritura y Schreiber no es el único actor que no consigue encontrar su sitio en 'Aprendiz de Gigoló'.
'Aprendiz de gigoló', una comedia más
Seguro que habrá para quien sea suficiente ver a Woody Allen en un personaje muy en su línea, pero él no aprovecha esa comodidad para dejarse llevar, sino para explotar al máximo su potencial cómico. Está claro que Turturro es consciente de que su personaje es el principal gancho de 'Aprendiz de Gigoló' y se aprovecha de ello siempre que puede sin caer en el error de abusar de su presencia. Es la sal de la película, pero es un ingrediente que puede estropearte hasta el mejor guiso si abusas de él.
Lamentablemente, el resto de elemento cómicos de la película están muy lejos de resultar tan inspirados. Ya os he hablado del caso de Schreiber, pero la cosa va más allá de su personaje, pues la aproximación a ciertos aspectos del judaísmo desde una óptica abiertamente absurda nunca llega a cuajar. Mejor paradas salen unas, eso sí, desaprovechadas Sharon Stone y Sofía Vergara, ya que es ahí donde vuelve a incidirse en la naturaleza de comedia --y en Turturro como inesperado y poco probable gigoló-- de la película a través de pequeños detalles con los que no te partes de risa, pero que sí suelen conseguir arrancarte una sonrisa.
En definitiva, 'Aprendiz de gigoló' es una comedia que recuerda mucho al cine de Woody Allen --¡si hasta está él por ahí soltando comentarios muy propios de él!--, pero sin querer llegar a serlo del todo y careciendo del suficiente talento para que su visionado vaya más allá de ser relativamente agradable. Eso sí, al menos uno no siente que está perdiendo el tiempo y hay escenas inspiradas. Algo es algo.
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