El cineasta argentino debería estar compitiendo por la Palma de Oro con su nuevo trabajo.
Todavía nadie entiende los motivos por los cuales 'Eureka', la nueva película del argentino Lisandro Alonso, está incluida en Cannes Prèmiere y no en la sección oficial del Festival de Cannes. Es sin lugar a dudas una de las obras más originales y apabullantes del certamen, entregada a superar los contornos del espacio/tiempo que definen nuestra manera de estar en el cine y en la existencia.
Los 140 minutos de 'Eureka' confirman de nuevo al cineasta argentino como una de las voces que mejor entiende la contemporaneidad, sin necesidad de enarbolar causas ni banderas. Más bien, su cine traduce en imágenes las tensiones del presente haciendo uso de una organicidad narrativa que parece de otro mundo. No en vano su nuevo filme linda con los mundos chamánicos y nos habla de hechizos y metamorfosis.
En 'Eureka' nada es lo que parece, porque Alonso busca desafiar al propio medio y al espectador por extensión. Un maravillo prólogo que enlaza 'Eureka' con 'Jauja', Viggo Mortensen mediante, nos recuerda, como ya hiciera Magritte, la idea de incertidumbre inherente a las imágenes. El argentino nos hace creer que vamos a ver un western a la manera de los clásicos, pero pronto comprobaremos que la producción es una vuelta de tuerca paródica.
En verdad, 'Eureka' busca reescribir el legado de los pueblos nativos americanos y cartografiar su territorio a partir de un díptico narrativo sobre el norte del continente y sobre el sur, recorriendo todo ese espacio gracias a un sortilegio del que solo el cine, por el momento, es capaz. De Dakota del sur hasta la Amazonia brasileña, de 'Fargo' a 'Tropical Malady'.
"1-4-7-dispatch"
El primer tramo de 'Eureka' sigue a la agente de policía Alaina (Alaina Clifford) en su rutina diaria en la reserva de Pine Ridge, Dakota del Sur, y a Sadie (Sadie Lapointe), mentora, profesora, coach de baloncesto y uno de los mejores personajes de este Cannes. Alaina ha de enfrentarse a la precariedad de medios con los que trabaja, mientras que Sadie tiene a su hermano en la cárcel.
Ambas comienzas la jornada juntas y sus acciones irán desimbricándose a medida que avanza su historia, diluyéndose poco a poco en el propio corazón del relato. Sadie busca a Alaina en la comisaría para que la lleve de vuelta a casa, pero la agente de policía no responde a las llamadas de la centralita. Como un mantra chamánico, el compañero de la protagonista no cesa en su empeño de encontrarla, repitiendo una y otra vez "1-4-7-dispatch".
Congelados en la butaca por el ritmo de la llamada policial y por el paisaje nevado à la 'Fargo' fotografiado por Timo Salminen, Alonso pone a prueba su propio cine en este magnífica primera parte de la película. Sin apenas acción y explorando el concepto del tiempo, el argentino parece interesado en capturar una imagen de un espacio y una comunidad casi ausente, como transformándolos en fantasmas.
'Eureka': la maldición del oro
No vamos a desvelar en estas líneas el giro mágico que permite saltar del norte al sur del continente americano, escenario de la segunda parte de 'Eureka', pero sí señalar esa pequeña secuencia protagonizada por un indígena es sin duda uno de los momentos del festival.
El segundo tramo de 'Eureka' regresa a la narración más convencional para seguir a un joven que se marcha de su comunidad en la selva para acabar trabajando en una explotación de oro en la jungla. Su destino, no hay muchas dudas al respecto, estará marcado por la ambición de la cultura blanca.
Aunque la película no deja de ser, en el fondo, un relato iniciático y una toma de conciencia de la explotación colonial por parte de los europeos, todo ello está supeditado a unas formas que tratan de emanciparse y cobrar vuelo propio. Quizá para algunos Alonso no logre moldear todas esas pretensiones, pero la aquí firmante sigue aún bajo el embrujo de su propuesta.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 1 Comentario