‘Nueve vidas’, de Rodrigo García, nueve planos secuencia sobre nueve mujeres

Nueve odas a “personajes femeninos difíciles”. Nueve odas a nueve – o más – actrices con quince minutos de gloria cada una. Nueve odas al operador de steadicam (Dan Kneece) que realiza nueve meritorios planos-secuencia. Esto es, por encima de otras consideraciones, ‘Nueve odas’… perdón, ‘Nueve vidas’, la nueva película de Rodrigo García, que se estrena hoy con notable retraso, cosa extraña, porque ‘Nueve vidas’ tiene muchos boletos para gustar a un sector del público concreto. Seguro que consigue un razonable éxito por muchos motivos.

En primer lugar, el reparto está llenísimo renombres de prestigio: Glenn Close, Dakota Fanning, Holly Hunter, Joe Mantenga, Sissy Spacek, Aidan Quinn… que ofrecen una interpretación a la altura de las circunstancias. Es cierto que, en ocasiones, todo puede oler a un excesivo lucimiento algo “sobredramático”. Pero hay espectadores a los que eso les gusta. De otra forma, una “divina” como Nicole Kidman no tendría éxito.

Aquí se puede ver un trailer.

En segundo lugar, la apuesta por realizar todas las historias en un único plano-secuencia tiene su justificación: es una forma de representar mejor el “tiempo real”. Es decir, de reforzar que, en cada historia, estamos asistiendo a un “pedazo de vida” muy especial. Bien, realmente esto se puede lograr sin recurrir al plano-secuencia. Por ejemplo, ahí está la excelente película de Jim Jarmusch ‘Night On Earth’ para demostrárnoslo. El hijo de García Márquez, con sus planos de quince minutos incurre en alguna que otra arbitrariedad a la hora de planificar. Sobre todo en los momentos en los que la narración exige varios planos con su contraplano: se produce una orgía de barridos que no tienen sentido. Pero, en su favor, he de decir que muchas veces la planificación es ajustada y llena de intención. Además, al igual que en el apartado de la interpretación, hay un amplio sector del público fácilmente “deslumbrable” por los planos secuencia o cualquier otro tipo de marcadas de paquete (“-‘Dogville’ es un rollazo de tres horas para contar una tontería; - Ya, tio… Pero como no había más decorados que la pintura en el suelo, entonces es una obra maestra; - ¡Es verdad!”).

En tercer lugar, dado que existen vínculos entre los personajes, a los espectadores a los que les gustan los “grandes frescos” humanos tipo ‘Crash’ también se sentirán satisfechos. Poco importará que la relación entre los personajes no pase de ser una chorradilla impostada e innecesaria. Parece que está de moda vincular las historias, ya que así eres una “gran película” y no una “cosa de episodios”.

Y, dichas las maldades, también hay que citar las virtudes, que no son pocas. ‘Nueve vidas’ es una historia sobre relaciones humanas que se resisten a aceptar su final: parejas rotas, vidas sin horizontes, intentar recuperar un pasado más feliz en vano… Muchas veces, esas historias consiguen alcanzar su propósito dramático, otras veces pecan de exceso y otras – las menos – son directamente aburridas. Es el sino de las películas de episodios: todos estamos predispuestos a establecer una especie de “competición”.

Las historias menos interesantes me parecen aquellas que traicionan el propósito de contar “un pedazo de vida”. Bajo la apariencia de cumplirlo, utilizan el clásico truco del reencuentro para que, durante los tediosos primeros minutos del plano-secuencia, se nos narre toda una historia previa (serían, por ejemplo: los “sketches” del supermercado y de las hermanas negras). Un cierto convencionalismo se adueña de unas historias que se pretenden algo más vanguardistas. Eso sí, la peor parada de la función resulta ser la historia del adulterio de Sissy Spacek: una escena puesta para vincular dos historias netamente superiores a ésta: el infierno familiar que vive Amanda Seyfried, con sus dos padres hiperdependientes física y emocionalmente de ella, con la historia de la presa encarnada por Elpidia Carillo.

Los mejores momentos de ‘Nueve vidas’ son, para mí, aquellos en los que se retrata, de forma natural, un instante de vida realmente significativo o curioso. La historia de la presa antes citada consiste en dos pinceladas de vida carcelaria previas a la visita mensual de la hija pequeña de la protagonista. Cuando esta visita se produce, el teléfono no funciona. Una historia sencilla que sugiere más de lo que muestra y con una ajustada interpretación de Elpidia Carrillo quien, eso sí, tiene su gran momento dramático al final. Otra historia interesante es la del funeral, por su particular apuesta por el humor negro. También es una sorpresa ver la pulcra interpretación de Amanda Seyfried, conocida por su papel de imbécil “tetasensorial” en ‘Chicas malas’. Pero la indiscutible ganadora de la función es la historia que cierra la ‘Nueve vidas’, protagonizada por Glenn Close y Dakota Fanning (en la imagen superior). Una enigmática interpretación con giro final para la historia más original, triste y casi canónicamente literaria del conjunto.

En definitiva: una película con varias de sus pretensiones logradas. Lo suficiente como para animarse a ir al cine a echarle un vistazo. Desde luego, un gran paso adelante respecto a obras anteriores de las mismas productoras, en las cuales diez mujeres se limitaban a hacer su monólogo a cámara. Quizás para su siguiente producción descubran qué es eso del montaje o de no hacer episodios pero, de momento, nos han dado más de un detalle de muy buen cine.

La nueva distribuidora Versus comienza su andadura rescatando esta película de 2005. En este tiempo, su director ha trabajado en varios productos para televisión, como varias series, entre las que se cuentan ‘A seis metros bajo tierra’ y los episodios piloto de ‘Six degrees’ y ‘Big love’. Antes de ‘Nueve vidas’, dirigió un proyecto muy similar: ‘Ten Tiny Love Stories’ (diez historias de amor diminutas), que consitía en diez monólogos de mujeres que hablan a cámara sobre los hombres.

Sobre la primera película de Rodrigo García, ‘Cosas que diría con sólo mirarla’, os hablé porque me parecía uno de los ejemplos más clamorosos de títulos mal traducidos y no me refiero a títulos que se elige voluntariamente llamar algo diferente al original, sino en los que la persona que ha hecho la traducción ha hecho mal su trabajo. 'Things You Can Tell Just by Looking at Her’. “Things you can tell” significa cosas que notas. Si alguien, por ejemplo, te dice que está cansado, le contestas: “I can tell”, que significa: “se te nota” o “ya lo había notado”. Con esta nueva película también hay un pequeño problema. El refrán de aquí dice que los gatos tienen siete vidas. Sin embargo, el anglosajón dice que tienen 9. La película son nueve cortometrajes sobre nueve mujeres diferentes, por lo que no se podría cambiar su título. Pero cuando Dakota Fanning le pregunta a su madre por qué se dice que los gatos tienen nueve vidas, ahí sí que habría que decir siete. Y entonces, se perdería la correlación entre la historia y el título/excusa. Esto no lo digo como un error de los traductores, sino como algo que no se puede traducir, es decir, un juego que queda ‘Lost in translation’.

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