Aunque el aficionado neófito pueda llegar a creer lo contrario a juzgar por el boom derivado de títulos recientes como la fabulosa —y justa ganadora del Óscar al mejor guión original— 'Déjame salir' de Jordan Peele, el terror con una fuerte carga de denuncia social en clave racial no es, en absoluto, una tendencia surgida en los últimos años. Algo completamente lógico si tenemos en cuenta que, desgraciadamente, los problemas a los que señalan este tipo de cintas llevan enraizados en nuestra sociedad desde hace siglos.
Desde la valiente 'La noche de los muertos vivientes' de George A. Romero, protagonizada por un Duane Jones reconvertido en icono del séptimo arte, a piezas recientes como la genial 'Nosotros' —también de Jordan Peele— o 'La primer purga', pasando por clásicos modernos como 'Tales from the hood' o la 'Candyman' de Bernard Rose, sin olvidar la infinidad de largometrajes pertenecientes a la corriente conocida como Blaxploitation, la lista de ejemplos se antoja interminable.
Ahora, en un 2020 en el que casos como los de George Floyd y Jacob Blake han recrudecido aún más si cabe la lucha por los derechos de la comunidad afroamericana, el dúo de realizadores compuesto por Gerard Bush y Christopher Renz estrenan su ópera prima 'Antebellum'; una película que, más allá de su notable ejecución, su enrarecida atmósfera y su brillante premisa, logra trascender gracias a su innegable oportunidad de su lanzamiento y a un discurso actual, poderoso y, al mismo tiempo, aterrador.
Horrores de otros tiempos
Resulta harto complicado hablar —o escribir, como es el caso— sobre las muchísimas virtudes que convierten a 'Antebellum' en una de las grandes sorpresas que nos dejará el cine de género este año. El simple hecho de emparentarla con otros filmes claramente hermanados en cuanto a mecanismos narrativos se refiere, o describirla con un mínimo de exactitud y profundidad arruinaría por completo el impactante y desasosegante viaje que nos ofrecen sus ajustados 105 minutos de metraje.
En líneas generales, podríamos catalogar 'Antebellum' como uno de esos thrillers que transitan por una fina línea que los vinculan con un terror velado que, en este caso, no está ligado a elementos formales, sino discursivos. A esto habría que sumar una de esas estructuras dramáticas que encuentran en los giros su mayor arma —descomunal cómo se presenta sin cortapisas el mid-point— y unas altas dosis de intriga que te mantienen pegado a la butaca esperando respuestas.
Desgraciadamente, pese a quedar perfectamente cerrada la historia, no todas llegan en la medida ni la cantidad que gustaría, siendo este una de las principales pegas que poner a la producción. No obstante, esto es un pequeño inconveniente si lo enfrentamos a sus grandes palos en la rueda: un exceso de subrayado en las tesis que plantea el relato, verbalizadas de un modo innecesariamente explícito, y algún que otro juego al despiste con artimañas no todo lo honestas que deberían ser.
Todo esto queda ensombrecido por los destellos de calidad que Bush y Renz logran aportar a 'Antebellum', comenzando por una cuidada puesta en escena y por un tratamiento formal cuya calidad queda presente en el fantástico plano secuencia de apertura y en la solvente dirección de fotografía de Pedro Luque. El reparto, encabezado por una entregada y sufridora Janelle Monáe, termina poniendo la guinda en un pastel muy complicado de digerir por lo vigente de su mensaje, pero ampliamente satisfactorio.
Lucha y reivindicación racial, feminismo y buen cine se abrazan en una 'Antebellum' que se estrena en el momento adecuado y, a juzgar por los resultados, de la mano del equipo adecuado. Una experiencia inolvidable repleta de rabia, liberación, furia y justicia —y un tristemente necesario componente didáctico— que te atrapa con complicidad y te invita a descubrir sus secretos contando con la menor información previa posible.
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