No os voy a engañar: salvo algunos momentos sueltos dispersados a lo largo de siete películas, nueve series y dos especiales, la fase 4 supuso un desierto particular en mi relación con Marvel. Me fascinaron los brillantes primeros tramos de 'Bruja Escarlata y Visión', 'Ojo de Halcón' o 'Shang-Chi', pero más allá de esos oasis nada terminaba de encajar del todo, incluso en cintas que de primeras me entusiasmaron (podéis leer mi muy entusiasta crítica de 'Thor: Love and Thunder' cuya opinión se fue apagando poco después de escribirla) y el tiempo ha puesto en su lugar. Marvel se sentía sin nada que contar, como si después de 'Vengadores: Endgame' el chicle, antaño repleto de sabores, se hubiera quedado gomoso y sin sabor. Por suerte, la Fase 5 parece que viene dispuesta a enmendar sus errores... antes de que sea demasiado tarde.
Algo pequeñito
Hasta ahora, las películas de 'Ant-man' iban acordes con su personalidad y su tamaño: unas obras pequeñas dentro del organigrama marvelita que nadie se tomaba en serio. Al fin y al cabo, no dejaba de ser la saga de un tío que habla con las hormigas. Personalmente, disfruté ambas como un caramelito, un paréntesis dentro de la ultraépica continua. Y por eso los tráilers de 'Ant-man y la Avispa: Quantumania' me daban tanto terror: parecía como si las particulas Pym hubieran hecho crecer artificialmente al personaje en intenciones y tamaño, dándole más de lo que podía abarcar. Por suerte, estaba más que equivocado.
A medio camino entre la space opera y el cómic moderno de superhéroes, 'Quantumania' pone todo su esfuerzo en ser abrumadoramente entretenida, pero sin dejar en ningún momento de mirar al largo plazo y pavimentar el camino hacia el futuro de la Fase 5. Esto lleva a que, en algunos momentos, Kang tenga que pararse a explicar la trama, pero es un mal necesario que nunca rompe el ritmo y que le hace mucho más interesante que tu villano Marvel estándar. Si en las próximas películas no tuercen el rumbo o abusan de él, veo posible llegar a las entregas de 'Vengadores' con más ilusión que mercadotecnia.
Kevin Feige es consciente de que una de las cosas que más se le ha echado en cara a la Marvel de los últimos años ha sido que, después de Thanos, solo pasaban cosas, sin una meta a la que llegar o un gran objetivo que lo englobase todo. Con la llegada de los multiversos y Kang todo vuelve a cobrar un sentido: vuelve a ser una serie en la que perderse un capítulo puede ser vital para la trama, y no el procedimental al que nos han acostumbrado. El inicio de la Fase 5 tiene olor y sabor a Fase 3, y eso es muy, muy bueno.
Quantumanía, cada dos por tres
Una de las mayores sorpresas que guarda en su interior 'Quantumania' es su uso absolutamente desbordante de la imaginación y del color, más deudora de 'Flash Gordon' que de los propios cómics Marvel en los que se basa. Criaturas originales van pasando por la pantalla con diseños carismáticos y apabullantes, personalidad propia y ciertos chascarrillos que harán a algunos torcer el gesto, como olvidándose de que están viendo una película del Hombre Hormiga.
Los tráilers prometían una película épica y regia, rompiendo por completo con la saga a la que pertenece, pero era imposible que una aventura de Scott Lang no tuviera su base en el sentido del humor, más como una presencia que sobrevuela toda la cinta e impide que nada se tome muy en serio que como gags específicos. De hecho, han alcanzado un punto de encuentro entre los que le dieron un sonado varapalo a los chistes de 'Thor: Love and Thunder' y los que exigen que se diferencie de DC en su tono liviano. No hay tantos chistes como en otras películas, pero los que hay, funcionan y no se hacen cargantes en absoluto.
En su intento por ser diferente a todo lo que esperamos, es cierto que 'Quantumania' comete un error grave: traer a la vida a MODOK, un personaje que funciona bien en cómics y animación, pero que llevado a la acción real es, al menos cuando se quita la máscara, demasiado grotesco, formando parte inmediata del valle inquietante. Su utilización como secundario cómico no funciona en ningún momento y su arco resulta poco convincente, con un final imposible. La película ya tiene suficientes puntos diferenciales con otras cintas de superhéroes y su supervillano es muy carismático: la presencia de MODOK es molesta y da la sensación de trabajo no conseguido. De hecho, se puede calificar sin problema como "desastre". Por suerte, la película tiene claro lo que es y lo que quiere ser, y sabe sortear este bache con cierto estilo.
Hay quien metería en la categoría de desastre a los efectos visuales, que en los tráilers recordaban a 'Spy Kids', pero, salvo algunos planos concretos, no parece que haya una pantalla verde tras los personajes. Cierto es que, al transcurrir toda ella en un paraje creado por CGI, nada va a resultar plenamente normal, pero han solucionado la papeleta de forma bastante solvente. Puede que no sea Pandora, pero tampoco es un set de rodaje. No todo el tiempo, al menos.
Los gastos hormiga
Ante todo, 'Quantumania' vive por y para la aventura, algo que se había perdido en anteriores cintas del Universo Marvel. Va al grano (en el minuto diez ya están metidos de pleno en la trama principal), no teme crear grandes set pieces por ridículas que estas parezcan sobre el papel y nunca deja a sus personajes quietos: siempre están pasando cosas, descubriendo partes del pasado, luchando contra extraños enemigos o escapando. Es más: en el primer momento que se quedan quietos, aparece Bill Murray para alegrar el cotarro. No se puede tener más sentido de la diversión.
Nadie va a ver la trigesimoprimera película de Marvel esperando arte y ensayo, pero es de agradecer que, además de poner rumbo fijo y ser brutalmente entretenida, se preocupe en hacer crecer a los personajes, especialmente Hope, cuyo pasado en el Reino Cuántico podemos explorar por fin, y Cassie, que finalmente se convierte en una superheroína por derecho propio. Incluso los deus ex machina (que haberlos, haylos) se van plantando a lo largo del metraje para que todo tenga unión y no se sienta deshilvanado.
Ya tendremos tiempo de debatir sobre el final, las oportunidades perdidas de Marvel, y las dos postcréditos que, al menos, muestran una labor de redención y escucha al fandom. Aunque en su última recta peca de ser mucho más convencional de lo que presume en los otros dos actos, 'Quantumania' es colorida, original, diferente y enmienda los errores que ha cometido Marvel durante estos tres años de experimentación. Ahora solo falta comprobar si el tan ansiado público sigue esperando o ya se ha dado por vencido.
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