En su momento disfruté bastante con ‘Ant-Man’, una película que ofrecía entretenimiento ligero de calidad y que disponía de suficiente libertad dentro del universo de Marvel como para poder definirse por sí misma en lugar de estar demasiado atenta a las repercusiones de lo que allí sucediera. Era todo más mundano en una cinta que unía comedia y cine de atracos que quizá hubiese salido beneficiada con el toque personal de Edgar Wright pero que funcionaba muy bien tal y como era.
Ahora llega una segunda entrega que tiene la presión de ser la primera aventura de Marvel después de la ambiciosa ‘Vengadores: Infinity War’ y que obviamente no iba a poder escapar del todo de los acontecimientos narrados allí. Sin embargo, el estudio ha permitido que ‘Ant-Man y la Avispa’ haga lo que ya funcionó en la primera entrega pero llevándolo todo un poco más allá en lo que ha acabado siendo un pasatiempo veraniego modélico.
La importancia de tener a Paul Rudd
Podrá gustar más o menos, pero ‘Ant-Man’ tenía muy claro que simplemente buscaba entretener al público y sus mejores armas para ello eran un fluido manejo de la comedia y un Paul Rudd ejemplar en el papel de tipo normal que se convierte contra pronóstico en superhéroe. Eso se recupera en la segunda entrega y Rudd vuelve a clavar las reacciones de Scott Lang cuando no termina de entender lo que le están diciendo o ante situaciones más mundanas.
Está claro que eso se puede decir de otros superhéroes, pero tengo muy claro que esta franquicia funcionaría mucho peor de no contar con ese carisma de Rudd para que su personaje resulte tremendamente simpático. No faltan más elementos cómicos -hay por ahí una broma recurrente magnífica que no le atañe a él para nada-, pero él es el verdadero alma de la película, el que consigue convertir en tronchantes bromas o situaciones que sobre el papel tampoco son para tanto.
Además es increíble su capacidad para tener química con el resto del reparto con el que comparte escenas, desde esa relación tan humorística con el policía encargado de tenerlo vigilado o con sus compañeros de trabajo -un alivio cómico perfectamente utilizado- hasta la obvia tensión romántica con el personaje interpretado por una muy solvente Evangeline Lilly. Todo lo clava, y me gustaría destacar la relación con su hija, que fácilmente podría haber caído en el sentimentalismo barato pero él lo saca adelante como un titán.
Más allá de eso lo que tenemos es el relato de un intento de rescate complicado por la aparición de otras partes interesadas. En este último punto me gustaría apuntar un detalle peculiar, y es que ninguno de los personajes que ocupan la posición de villano resulta memorable -ahí sí que ojalá hubiesen usado mejor a Walton Goggins en lugar de ser un simple complemento necesario-, pero su aportación a la trama sí está bien medida, ya sea para llenar los huecos que necesitaba el guion o por basarse en unas motivaciones que nos permiten entender fácilmente su desesperación.
‘Ant-Man y la Avispa’ te hace pasar disfrutar de lo lindo
Todo esto deriva en que ‘Ant-Man y la Avispa’ acaba convirtiéndose en un divertidísimo correcalles en el que resulta difícil que los personajes estén realmente parados más de unos segundos. Por suerte, esto no se traduce en un ritmo atropellado o en una sucesión de situaciones en el que se apueste por el más difícil todavía. Lo que realmente impera aquí es un inteligente uso de lo que hace peculiar este universo: los cambios de tamaño.
De hecho, las escenas de acción no son especialmente numerosas y se agradece cuando se salen de las típicas peleas para entrar en otras áreas. El espectáculo aquí nade de lo que realmente define sus poderes y añade a eso algunas gotas emocionales para que lo que nos haga disfrutar sea la diversión del viaje. La propia película tiene claro que sabemos a dónde nos va a llevar y Peyton Reed tampoco cae en el error de ser innecesariamente aparatosa.
Es verdad que la propia película limita hasta cierto punto su propio techo –me sorprendería mucho que alguien diga que es la mejor de Marvel, aunque bueno, ya es un tópico que siempre eso se diga de su estreno más reciente-, pero es que ‘Ant-Man y la Avispa’ nace como un entretenimiento que sabe en todo momento cómo mantenernos lo suficientemente interesados en lo que sucede. No es memorable, pero sí que se disfruta tanto como un helado aleatorio cuando estás en la calle con 40 o 50 grados.
En definitiva, ‘Ant-Man y la Avispa’ es una secuela que logra superar a la ya de por sí disfrutable primera entrega y que no tiene más aspiraciones que hacernos disfrutar en nuestra butaca. Paul Rudd ayuda muchísimo a ello, pero el resto de participantes también aportan su granito de arena para convertirla en la que posiblemente acabe siendo la película más entretenida de este verano.
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