‘Timbuktu’ (Jacques Tourneur, 1958) es uno de los films menores dentro de la filmografía de alguien tan prestigioso como Tourneur, autor de clásicos como ‘La mujer pantera’ (Cat People, 1942) o ‘Retorno al pasado’ (‘Out of the Past’, 1947), entre otras muchas. A finales de los 50, y habiendo filmado la imprescindible ‘La noche del demonio’ (‘Night of the Demon’, 1957) o ‘Los intimidadores’ (‘The Fearmakers’, 1958, ambas con Dana Andrews, la presente parece un bajón en la calidad e interés de su obra. Y lo es, pero ni mucho menos se trata de un film desdeñable.
Ambientada en la colonización en África occidental, supone uno de esos relatos de aventuras que tan bien se le daban a su director, esta vez con ecos nada disimulados de obras anteriores suyas y de otras reconocidas en la memoria popular. Tourneur se muestra menos inspirado que otras veces, pero con todo deja algunas secuencias para el recuerdo, sobre todo en los pequeños detalles, tanto argumentales como de puesta en escena, revelándole una vez más como un perfecto creador de atmósferas, más cierta ambivalencia que solía bañar su cine.
‘Timbuktu’ da comienzo con la llegada a Sudán de un oficial francés que se hará cargo del ejército destinado allí luchando contra los rebeldes. Acompañado de su esposa, una bellísima, como siempre, Yvonne De Carlo; con un par de detalles nada más vemos que es un matrimonio distanciado por un sentimiento enfrentado en él, que no considera que en tiempos de guerra haya espacio para el amor. La aparición del personaje de Conway, al que da vida un impertérrito Victor Mature, empeorará las cosas ya que ella sentirá una irresistible atracción hacia Conway.
Ambivalencia, tonos
Precisamente ese hecho supone uno de los puntos más interesantes del film, ese triángulo amoroso que evoca sin rubor una de las cumbres del Film Noir firmadas por su autor y citada en el primer párrafo. Dicho sentimiento no es ocultado por la esposa, quien en una escena sublime confiesa a su marido la atracción sexual que siente por Conway. El marido, aún enamorado, pedirá a su mujer que aproveche dicha atracción para así tener en Conway un fuerte aliado contra los insurgentes, quien liderados por un ambicioso emir intentarán vencer eliminando a un líder religioso que predica la no violencia.
‘Timbuktu’ provoca rechazo en sus primeros minutos, cuando no sabemos a dónde nos llevará la narración, con saltos de eje incluidos en alguna que otra secuencia de acción. Poco a poco va tomando forma y pisando suelo firme, destacando en esa ambivalencia moral, y también en el tono de western que posee a ratos el film, violviéndose mnás densa e interesante de lo que parece a simple vista. Cierto es que hay algún cambio de ritmo, y personajes esquemáticos, pero Tourneur se vuelve a lucir con la atmósfera de varios segmentos, introduciendo incluso suspense, como en todo el tramo final.
Los ecos de la película más famosa de Michael Curtiz suenan con fuerza. Ese París, añorado por el militar, con la ocupación trasladad al lugar de acción del film, entronca o se complementa con el sentimiento más fuerte del ser humano, presente en el 99% de las películas, aquí como poderoso leit motiv en su último tercio –en el cual presenciamos apuntes tan interesantes como el de las arañas de tortura o ese esbirro que desciende por un palo−, de conclusión tan amarga como coherente. Un desenlace intenso y breve que compensa parcialmente las arritmias, el tosco humor y a un Mature más inexpresivo que en otras ocasiones, que ya es decir.
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