Ti West es uno de esos nuevos gurús del horror y que, de momento, no ha recibido el respaldo del gran público, más interesado en sufrir efectismos varios al son de un montaje precipitado. Sus películas han llegado a los festivales, aquí el de Sitges evidentemente, pero no han conocido lo que merecen, una distribución mucho más amplia. Una muestra de su talento, la escalofriante ‘Los huéspedes’ (‘The Inkeepers’, 2012), nos llegó de forma muy limitada. ‘The Sacrament’ (id, 2013) sigue durmiendo el sueño de los justos.
Con ella West se sube al carro del subgénero denominado found footage, del que hemos tenido demasiadas pruebas en los últimos años, la mayor parte de ella infumables. Sólo unos pocos han sabido sacar un buen provecho de un estilo con claras limitaciones narrativas y con el que es muy fácil caer en la enorme cantidad de tópicos y clichés que el propio subgénero ha creado para sí mismo. West ha jugado con inteligencia en lo que por otro lado parece un encargo, o un film de clara intención publicitaria.
Tal y como dice Diego Salgado en su texto sobre el film, cuando pasó por el citado festival catalán, West se ha subido también al carro de cine de marca con claras intenciones tendenciosas. VICE Media es una de las productoras del evento, desde el primer plano tenemos grabado su logotipo en nuestra retina, practican un periodismo muy actual –me da que ésa no es la palabra adecuada precisamente−, alejado del típico, y que en la película termina abogando por un estilo de vida contrario a lo que los que viven en la parroquia Edén del film, bajo la mirada compasiva y comprensiva del Padre, quieren olvidar, por pernicioso y malvado.
El terror del ser humano
‘The Sacrament’ es un film de terror puro y duro, en el que West deja de lado los apuntes fantásticos a los que el género suele adscribirse. El horror, la inquietud, la maldad tan denunciada como violencia no deseada, proviene del propio ser humano, aquel que reside en un rincón apartado del mundo y la sociedad tal y como la conocemos. La parroquia Edén a la que llegan tres amigos en busca de la hermana de uno de ellos que asegura haber encontrado la felicidad absoluta en dicho lugar. Por supuesto las cosas son mucho más complicadas, y tenebrosas.
A través de un inmenso Gene Jones, que en ciertos momentos me recordó a Rod Steiger en sus personajes más retorcidos, West vierte una terrible y directa mirada sobre la fe, el lavado de cerebro y las sectas religiosas, y ante todo la condición humana. Los acontecimientos que se suceden uno tras otro en la segunda mitad del film son de una fiereza sobrecogedora y muy inquietante –basta ver lo que le sucede a los dos hermanos−, pero además una de las lecturas que pueden hacerse de tal tramo es mucho más inquietante. La base de este falso documental hay que buscarlo en lo sucedido realmente en 1978 en Jonestown.
Que el grupo sea una secta de fanáticos, en la que hay un porcentaje, yo diría que considerable, de gente con serias dudas sobre su destino, no escapa al hecho de que realmente parece una representación de muchas de las sociedades de hoy día en cualquier parte del mundo conocido. Un hombre fuerte y demagogo rige el lugar, con sus propias leyes, dispone y ordena, decide y juzga. El débil es el primero en caer, y el que debe pagar por ello es el último, una vez acorralado por sobrepasar el punto de no retorno, elige la salida fácil, en este caso ser coherente con lo que predica.
Wewst lo narra con habilidad, permitiéndose el poder cambiar el punto de vista, algo que rara vez se ve en el found footage, y concluir el film con más coherencia de la esperada. Ahora a esperar de qué es capaz West en el género cinematográfico por excelencia.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 6 Comentarios