Supongo que a muchos os sorprende el hecho de ver una película como ‘The Man from Nowhere’ (‘Ajeossi’, Lee Jeong-beom, 2010) en esta sección. Pero cuando la creé no lo hice pensando únicamente en películas clásicas, añorando cierto tipo de cine que ya no se hace, sino también para incluir films que nuestra queridísima distribución ignora, o bien porque no confían en sus resultados económicos —no me extrañaría nada, pues yo lo paso realmente mal para intentar convencer a alguien de ver una película de origen asiático—, o bien por ignorancia, lo cual me extrañaría aún menos. Que muchas de estas películas terminen editándose en DVD o Blu-ray no contrarresta el hecho de que a muchos de nosotros nos gustaría visionarlas en una sala de cine, como dios manda. En el caso que hoy nos ocupa no hay noticias ni de una cosa ni otra, por lo que hay que recurrir al mercado internacional (ejem) para poder verla.
‘The Man from Nowhere’ es un thriller que algunos iluminados se han atrevido a comparar con el film de Tony Scott ‘El fuego de la venganza’ (‘Man on Fire’, 2004), en el que un entregado Denzel Washington se ponían en la piel de un curioso protector de una niña, a la que daba vida Dakota Fanning cuando era una prometedora actriz. Evidentemente hay ciertos paralelismos argumentales —el qué, que tanto interesa a muchos—, pero Lee Jeong-beom llega bastante más lejos sin necesidad de impactar al espectador con fuegos de artificio o montaje mareante. Una historia de supervivencia, de la muerte en vida, de la resurrección vital gracias a un ser querido y de superar los traumas del pasado a través de una muy violenta catarsis. El film coreano es, con muy pocas reservas, una de las mejores cintas de acción de los últimos años.
Won Bin —actor visto en las inéditas ‘Lazos de guerra’ (‘Taegukgi hwinalrimyeo’, Kang Je-gyu, 2004) y ‘Mother’ (‘Madeo’, Bong Joon-ho, 2009)— da vida a un solitario hombre que tiene una tienda de empeños. Únicamente entabla amistad con una niña, vecina que pasa su tiempo al lado del misterioso hombre porque su madre se dedica a la prostitución y apenas está en casa. Muy pronto la madre cometerá una de esas equivocaciones que cambian la vida de una persona de forma absolutamente radical: robará una importante mercancía —eufemismo de droga—, cuyos dueños no está dispuestos a perder. Los villanos de la función secuestrarán a la niña, y el hombre callado y misterioso empezará a hacerse notar. Poco a poco iremos conociendo su pasado, mientras el film cabalga entre varios géneros.
Precisamente suele ser la tónica del reciente cine oriental el querer abarcar demasiadas cosas, corriendo el peligro de quedarse en tierra de nadie o alargar innecesariamente las películas. En este caso el equilibrio es la tónica, tanto que casi parece un milagro. Dicho equilibrio nos lleva a través de una historia que habla de las relaciones paternofiliales y de la venganza en una primera lectura. Todo ello sabiamente mezclado con espectaculares escenas de acción, un poco de comedia y un crescendo dramático cuyo clímax estalla en un impresionante enfrentamiento final. Probablemente todo muy visto en infinidad de películas, pero Jeong-beom se las ingenia para captar la atención del espectador en todo momento. Fijémonos por ejemplo en la secuencia del maletero; el suspense está en enfocar dicho maletero alargando el tiempo hasta descubrir el contenido. Todos sabemos qué nos vamos a encontrar, pero el director dilata el tiempo logrando que el corazón nos dé un vuelco mientras juguetea con nosotros.
La infancia arrebatada planea en todo instante por el relato, logrando ponernos nerviosos. Pero también el haber perdido parte de la vida, ya sea por una desgracia personal o por haber elegido un camino equivocado. Ahí tenemos al antagonista del personaje central, un asesino en potencia cuyo inquietante silencio le describe a la perfección, logrando algo que normalmente no suele darse, que el espectador ponga de su parte para terminar de definir a un personaje. No sólo presenciamos que es un enemigo a la altura —la magistral pelea final lo demuestra—, también especulamos sobre su pasado gracias a cierto detalle argumental que tiene que ver con la niña. Cierto respeto y admiración emana del asesino hacia la figura de nuestro héroe, y dicho elemento es de lo mejor de la cinta en su tramo final, estableciéndose un paralelismo entre ambos. Dos hombres que han conocido el dolor más profundo del ser humano, enfrentados a su destino, cada uno desde un lado de la ley, o tal vez dos formas de ver la vida, la fácil —ser un asesino al mejor postor— o la difícil —luchar por lo que uno cree correcto—.
Kim Sae-ron y Won Bin ofrecen no sólo unas excelentes interpretaciones, llenas de matices, también son un perfecto ejemplo de compenetración entre actores. Una relación que despierta el pasado del protagonista, y que también supone una liberación del trauma, ejemplarmente expuesta y sin caer en sentimentalismos gratuitos, excepto por la secuencia final, la que cierra el film, y que parece un completo pegote. Un subrayado totalmente innecesario como broche final a una magnífica película, y que evidentemente no la estropea, pero es tan exagerado que no deja buen sabor de boca. En cualquier caso, ‘The Man from Nowhere’ es uno de los grandes títulos del cine reciente. Así de claro.
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