El 9 de diciembre de 1975 fallecía de leucemia el director estadounidense William A. Wellman, sobre el que hemos hablado aquí varias veces. Apodado "El salvaje Will" por sus compañeros mientras combatió en las fuerzas aéreas durante la I Guerra Mundial, conservó dicho apodo en su carrera en Hollywood por su fuerte personalidad y estilo de vida. Su pasión por los aviones queda bien patente en una buena parte de su filmografía. La primera película en ganar el Oscar es 'Alas' ('Wings', 1927), y la última que dirigió fue un remake de la misma, 'La escuadrilla Lafayette' ('Lafayette Escuadrille', 1958) —film en el que Clint Eastwood conoció a Wellman convirtiéndose en grandes amigos, y la influencia más poderosa del primero—, y en los años 50, cuando John Wayne le produjo una serie de películas, dos de ellas protagonizadas por él muestran historias en las que un avión es parte importante de la trama.
'Escrito en el cielo' ('The High and the Mighty', 1954) —por favor, obviemos comentarios al respecto de esa traduccín/doblaje del título, que me pongo enfermo— puede considerarse una de las primeras películas, si no la primera, enmarcadas en ese subgénero tan de moda en los 70, el cine catastrofista que en los últimos años parece que ha llamado de nuevo la atención de los productores en Hollywood. En el caso que nos ocupa está el germen de películas como 'Aeropuerto' ('Airport', George Seaton, 1970) y sus delirantes secuelas llenas de estrellas veteranas, la parodia de todas ellas, 'Aterriza como puedas' ('Airplane!', Jerry & David Zucker, Jim Abrahams, 1980) e incluso el último film de don Pedro Almodóvar, 'Los amantes pasajeros' (2013), que guarda no pocos parecidos con el film de Wellman. La película con Wayne es superior a todas en muchos elementos.
(From here to the end, Spoilers) 'Escrito en el cielo' narra el drama del vuelo de un avión de pasajeros que cubre la ruta entre Honolulú y San Francisco, y que poco a poco van perdiendo los motores. Todo un pasaje lleno de personajes de la más diversa índole irán descubriendo sus vidas, en ocasiones a los demás pasajeros y sobre todo al espectador. El esquema típico de las cintas de catástrofes aéreas se sigue prácticamente e rajatabla en esta cinta, que fue la que lo instauró. Como vemos, con el paso de los años las cosas no han cambiado demasiado, incluso en la larga duración de alguna de esas películas —cuyo error suele estar en mostrar a demasiados personajes que muestran los problemas de sus vidas privadas—, ya que en el caso del film de Wellman hablamos de una película de casi dos horas y media, duración que apenas se nota gracias a la excelente mano de su director para narrar.
Tanto Wellman como Wayne se estrenaron en el recién inventado formato de cinemascope —ese que ahora muchos directores usan porque sí sin aprovecharlo— que luce en todo su esplendor tanto en las escenas del interior del avión, marcando una distancia psicológica entre algunos de sus personajes, como las tomas desde el exterior, tan del gusto de sus director y que Wellman ya se había despachado a gusto al respecto en su anterior film, también con Wayne, 'El infierno blanco' ('Island and the Sky', 1953), con el mismo guionista, Ernest K. Gann, y de la que hablaremos próximamente. Si en aquella el drama estaba en la supervivencia de cinco personajes por culpa de un aterrizaje forzoso, en ésta el drama está en el interior de un avión que pasado el punto de no retorno, no puede realizar ningún aterrizaje salvo cuando lleguen a su destino. Antes de ello nos tenemos que tragar las historias personales de cada uno de los pasajeros.
Como en toda película coral, por así llamarla, hay historias que se muestran más interesantes que otras. En algunas, dependiendo del tono, se para más o menos, y lo realmente interesante es cómo las entrelaza con el drama que viven en el avión, auténtico catalizador para que todos de repente empiecen a contarse sus penas. La muerte está más presente que nunca en sus vidas y hablar sobre los miedos interiores les viene bien a todos. Resulta llamativo cómo algunos personajes se enfrentan a ello con un miedo atroz, y otros con un envidiable sentido del humor, incluido el propio capitán (Wayne) que lleva consigo la losa de haber perdido a su mujer e hijo en un accidente aéreo, lo que incrementa el drama por dar a pensar que tal vez no sea capaz de salir de ésta. Curiosamente, la reacción de Wayne en un momento crítico con su compapñero en la cabina (Robert Stack) se salda con algo inesperado y de una lógica aplastante. En otros instantes, el film no puede ocultar cierto conservadurismo, como la historia de la pareja que buscaba unas vacaciones inolvidables, y lo fueron pero en un sentido negativo —¡¡¡incluido un "drama" por tener que evitar a una pareja que les perseguía sexualmente!!!—
'Escrito en el cielo' está hoy un tanto olvidada dentro de la filmografía de su propio director, de hecho no está entre sus films más conseguidos y tampoco entre los peores —¿Wellman tiene alguna película realmente mala?—, de hecho su historia puede interesar más bien poco, pero sorprende la facilidad con la que el director la narra y la hace muy llevadera sin marcar jamás los instantes más intensos, ya sean por las averías que va sufriendo el avión o por los dramas personales de cada pasajero, algunos de los cuales revelan aspectos interesantes con respecto a su verdadera personalidad, que hace acto de presencia por el hecho de enfrentarse a la muerte. Queda para el recuerdo la maravillosa banda sonora compuesta por el gran Dimitri Tiomkin, y que se llevó uno de sus Oscars, una pegadiza melodía y que sin ser de lo más grande que ha compuesto el músico ucraniano, es toda una lección de música para los actuales compositores pretendidamente épicos o emotivos. Como anécdota apuntar que Spencer Tracy estuvo a punto de participar en la película, pero dos cosas lo impidieron: las diferencias ideológicas con John Wayne y la fama de hijo de puta que tenía Wellman en sus rodajes.
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