‘El poder invisible’ es el título que recibió en nuestro país ‘The Mob‘ —que podría ser traducido como La mafia—, un film dirigido en 1951 por el nunca lo bien considerado Robert Parrish, de quien hace poco hablábamos del intenso western ‘Más rápido que el viento’ (‘Saddle the Wind, 1958).
Un realizador poco conocido que trabajó en los departamentos de montaje y sonido para directores como John Ford o Robert Rossen, de los que sin duda debió aprender lo suyo, ya que su filmografía como director, sin ser un prodigio de calidad, es mucho más interesante de lo que aparenta y guarda no poco buenos films, como el que precisamente nos ocupa.
(From here to the end, Spoilers) Broderick Crawford, en un papel muy alejado de una de sus mejores composiciones —‘El político’ (‘All the King´s Men’, Robert Rossen, 1949)— da vida un policía que, tras un asesinato en el que ha dejado escapar al autor del crimen delante de sus narices, debe trabajar como infiltrado en un muelle para desenmascarar una organización mafiosa, sobre la que pesan varios asesinatos. Un film policíaco muy intenso, y que desvela a Parrish como un ejemplar narrador, sabio artífice de elipsis, condensando muy bien la acción en menos de hora y media; eran otros tiempos, en los que se podían contar historia densas en menos tiempo que el que hoy necesitan algunos para narrar una premisa.
Llama la atención que tratándose de un thriller Parriih no haya tirado para el papel de un actor más joven y apuesto que Crawford, lo cual le hace ganar puntos al film. Toda la película gira alrededor del personaje de Crawford y su ductilidad para adaptarse a cualquier situación. Damico (Crawford) tendrá que hacerse notar para llamar la atención del mafioso del que ni siquiera conocen su identidad, un poder en la sombra que dirige todo cotarro, detalle que proporciona el debido suspense hasta bien avanzada la película. Un suspense al que ayuda la ambivalencia de ciertos personajes, de los cuales uno nunca sabe sus intenciones, pues el guión de William Bowers juega muy bien sus cartas al ocultar la identidad del mafioso, un hombre al que todos parecen conocer o temer, pero al que nadie parece haber visto.
Ese detalle hace que la película presente algunos instantes realmente conseguidos, en los que uno nunca sabe qué va a suceder. Así vemos como el personaje que conoce Damico al llegar a los puertos, un hombre que notamos desconfía todo el rato de Damico, y cuando sospechamos lo peor, el argumento da un giro sorprendente al descubrir a tal personaje como otro policía encubierto investigando un caso diferente de fraude. Una situación muy incómoda en la que incluso Damico ha de ser infiel a su mujer, seduciendo a otra, y que una vez descubierto todo el pastel servirá para el único punto de humor del film, aquel con el que se cierra la película y que pone en cierto compromiso a Damico. Toda la tensión del film compensada con un chiste bastante inteligente.
Joseph Walker, que había sido operador de fotografía para directores como Frank Capra, realiza aquí uno de sus últimos trabajos, logrando una atmósfera sombría, que va ganando en oscuridad según se acerca su desenlace, un tramo final violento en el que se descubre la identidad del mafioso al que busca Damico, algo que realmente supone toda una sorpresa cuando comprobamos que hemos tenido delante de nuestras narices al asesino que buscan. Y es que ‘El poder invisible’ juega muy bien al despiste, mostrando posibles sospechosos durante su trama, como el personaje al que da vida un muy convincente Ernest Borgnine, unos pocos años antes ‘Marty’ (id, Delbert Mann, 1955), demostrando que era de los mejores en papeles de malvado.
Se le pueden achacar a ‘El poder invisible’ ciertos defectos, como una persecución, harto improbable aunque tiene su punto, y el personaje de la mujer de Damico, metido a calzador pero que supone el detonante del estallido de violencia final. Porque hablamos también de un film violento, una violencia que está mostrada de forma directa y concisa, sin caer jamás en lo gratuito. Un film endiabladamente entretenido, con fuerza y personalidad, que nada tiene que envidiar a otros films de género más conocidos, pero que se queda en la memoria como los mismos
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