‘El guateque’ (‘The Party’, Blake Edwards, 1968) es probablemente la película más divertida y delirante de su director. Blake Edwards había comenzado en el cine escribiendo algún guión para directores de la talla de Richard Quine. Es muy probable que también nos encontremos ante la mejor colaboración entre Edwards y su actor fetiche, Peter Sellers, sin duda el mejor Inspector Clouseau que ha dado el cine, de nuevo a las órdenes de Edwards.
La creación del director de ‘La pantera rosa’ (‘The Pink Panther’, 1963), traducida en dibujo por Fritz Freleng, contribuyó a que director y actor subiesen al top de comediantes, logrando crear un estilo único que solía mezclar elementos del cine mudo con las nuevas tendencias. Tras una etapa de films serios como ‘Chantaje contra una mujer’ (‘Experiment in Terror’, 1962) y ‘Días de vino y rosas’ (‘Days of Wine and Roses’, 1962), Edwards se metió más que nunca en la comedia, siendo ‘El guateque’ el punto más alto que alcanzó en este género.
‘El guateque’ es lo más parecido a la comedia salvaje que a finales de los setenta, de la mano de directores como John Landis o Bob Clark, inundaron los cines para convertirse prácticamente en un nuevo subgénero. La película de Edwards narra la historia de un actor hindú bastante torpe que es invitado por error a una fiesta a la que asistirán personalidades importantes del séptimo arte. La confusión y el divertimento están más que asegurados, sobre todo después de asistir a uno de los prólogos más desternillantes que ha dado el cine.
Un entrañable torpe
Dicho prólogo sirve para definir a la perfección la torpeza del personaje central, al que da vida un Peter Sellers verdaderamente sensacional, que en esos primeros compases ya hace gala de un perfecto acting frente a la cámara, y que además sirven para mostrar cómo se pueden complicar las cosas en el rodaje de una superproducción, siempre desde una perspectiva cómica, pero que según va avanzando la trama va siendo más y más hiriente en su retrato de las clases altas.
El interminable sonido de una trompeta agónica hasta la extenuación servirá para marcar, a ritmo de cualquier pieza de jazz de Henry Mancini, en otra de sus maravillosas composiciones, el tono a seguir durante el resto del film. Hrundi (Sellers) meterá la pata una y otra vez, al igual que en la fiesta donde provocará más de un malentendido, mientras Blake Edwards conduce el film hacia la inevitable historia de amor que nace de las situaciones menos esperadas.
La fiesta del título original va in crescendo hasta terminar siendo pura anarquía y divertimento sin límites. Son varios los puntos álgidos de la misma —yo señalaría el del papel higiénico como uno de los gags silentes con el tempo marcado de forma magistral como máxima del “todo puede pasar”—, y la jungla de humanos que la pueblan van desde los indiferentes hasta los directamente tontos —la estrella de westerns—, marcando sin disimulo el vacío y superficialidad de las altas clases. Curiosamente los mejores instantes provienen de aquellos que “interrumpen” la fiesta, alejados de toda convención social, y que claman el humor y la alegría como forma de vida. Era 1968, y Edwards aprovecha para lanzar un mensaje de amor, y sobre todo buen humor, al mundo.
El humor como la mejor filosofía de vida
Mientras el film parece centrarse en Hrundi, Edwards se las arregla en hora y media para ir introduciendo al personaje femenino, Michele —Claudine Long, quien sólo intervino en tres películas— , quien ya advierte en Hrunid una ternura que se les escapa a los demás. A la historia de amor central introduce muy inteligentemente otra bastante secundaria, pero muy significativa, la que une a uno de los camareros —Steve Fraken, actor fallecido hace dos años— con una de las asistentes a la fiesta.
Ambos personajes no dejan de beber durante toda la fiesta, ella porque es una alcohólica y su pareja sólo le riñe, y él prácticamente por lo mismo. Lo realmente curioso de ambos personajes es que apenas pronuncian un diálogo de relevancia, todos sus apariciones son momentos cómicos que parecen un acto de amor puro y duro a la comicidad física. Instantes como el de la cena, o el camarero cruzando por el agua, han pasado por derecho propio a los anales de la comedia.
‘El guateque’ se merece el calificativo de obra maestra. Su lúcida visión sin tapujos de la forma de la clase alta americana, aburrida, estresada, adinerada, choca de morros con otra filosofía de vida, la del humor, la risa simple y llanamente. En cierto instante Hrundi sentencia sin ningún tipo de rubor que lo mejor del mundo es una sonrisa. Nadie se atreve a llevarle la contraria, pero pocos se atreven a llevarlo a la práctica. Blake Edwards metiendo el dedo en la llaga sin que nos demos cuenta.
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foofighter
Mi padre con 53 años, lleva desde que la vio por primera vez, llorando de risa en todas las escenas (menos las ultimas que son menos humoristicas) y yo lloro de risa viendole como se rie. Esta pelicula nos ha alegrado muchisimo estos años.
Time Paradox
Creo que es una película que dentro del género de comedia debería tratarse no sólo de obra maestra sino de legendaria.
Ay... qué tiempos aquellos... Keaton, Marx, Sellers, etc...
loula2
Qué buena es!! Sin duda, una obra maestra del humor más desternillante, y sin recurrir a lo facilón ni lo grosero en ningún momento.
Era la película favorita en mi casa de críos, ya que nos partíamos de risa desde mis padres hasta el más pequeño.... Una verdadera gozada!! Y los momentazos del camarero borracho, insuperables!!
Me voy a ver si la encuentro. Gracias por recordarmela!!
Dax
Genial peli,Blake Edwards es un maestro de la comedia.Yo la conoci con el titulo de "La fiesta inolvidable",la he visto varias veces,y si bien es verdad de que se mofa del postureo de la gente de ciertas clases y el ambiente artistico,y tiene gags antologicos,esta comedia nunca habria alcanzado la dimension de clasico y obra maestra sin el extraordinario Peter Sellers,que es el detonante imparable de la carcajada en todas y cada una de las escenas que aparece,su rostro de circunstancia,aboslutamente inimputable,esa gran risa con sus dientes blancos destacando por su caracterizacion de hindu,creible y querible,un grande Peter Sellers.
clarke
Tengo esta película grabada a fuego en mi memoria desde que la vi cuando era un niño. Inolvidable. Peter Sellers borda el papel de una persona torpe aunque ingenua y de gran corazón, rodeado de adinerados fanfarrones y presuntuosos burgueses de mentalidad caduca. Para el recuerdo, una guapísima Claudine Longet, que se marca una preciosa canción durante la fiesta. El final, abierto y entrañable. Una de las mejores comedias de la historia del cine.
marat
Buenísima película, con un gran Sellers.
Curioso lo de Edwards capaz de hacer esta comedia y otro peliculón como "Dias de vino y rosas" de una temática tan diferente.
rodericco
Mi padre se descojona vivo con esta película, pero yo no soy el único de mi generación (20-30) que no le encuentra la gracia. Ojo, que entiendo el talento de hacerla en ese momento por el tipo de humor, pero es una muestra más de que el género cinematográfico más inmediatamente caduco es la comedia. Por eso, el mérito de grandes maestros como Keaton, los Marx o Chaplin es absolutamente encomiable.
c.c.baxter
Qué gran película, me encanta, y qué lástima que la comedia no se tome en serio.
Saludos.
yussufjones
Tengo que decir que la primera vez que la vi fue decepcionante. Cuestión de expectativas, como siempre.
Molaria ir de diferente y decir que no es para tanto pero es una absoluta OBRA MAESTRA del gag, a nivel de ritmo y estructura. Los sucesivos visionados me han hecho reconocer virtudes que pasaron desapercibidas la primera vez.
La muy cabrona funciona como un reloz suizo, las hay más profundas y las hay más hilarantes pero a nivel de construcción de gags muy pocos filmes ('El jovencito Frankenstein', 'La vida de Brian' o 'Un, dos, tres' son los únicos que se me ocurren) se le pueden comparar.