Añorando estrenos: 'El asesino ha reservado nueve butacas' de Giuseppe Bennati

Rescato en esta sección un título poco conocido por los amantes del fantástico y el cine de terror actuales una película sorprendente, no genial pero inteligente en sus formulismos, y que no merece dormir el sueño de los justos en el olvido colectivo. ‘El asesino ha reservado nueve butacas’ (‘L’assassino ha riservato nove poltrone’, Giuseppe Bennati, 1974) es una película italiana enmarcada en la época de mayor producción de la que probablemente sea la cinematografía más rica que ha existido. En aquellos años dos denominados sub-géneros bañaron las plateas del país y el nuestro logrando incluso algo inaudito: una influencia más que evidente en otras cinematografías, me refiero, cómo no, al spaghetti-western y al giallo.

En el segundo puede incluirse este film, que en realidad se aparta de las constantes del género al introducir elementos de fantastique, el detalle de guión más acertado de una película que por otro lado, y ese es su peor lado, no renuncia a sus gotas de cine erótico, tan efervescente en aquellos años. El trabajo de Bennati puede recordar a dos obras de sobra conocidas por el aficionado. Por un lado la obra de Agatha Christie ‘Diez negritos’ y por otro ‘El ángel exterminador’ (id, Luis Buñuel, 1962) por cuanto reúne a una serie de personajes con pasado tormentoso en un recinto cerrado del que no pueden salir.

Con una evidente escasez de medios Bennati se las arregla para paliarlos con imaginación, no tanto en su entramado argumental, sí en el aprovechamiento del escenario, la creación de una atmósfera de pesadilla y una mezcla de elementos y tonos que no chirría. Una familia, con muchos problemas entre ellos, se reúne en un viejo teatro abandonado propiedad de los mismos y en el que pronto empezarán a ocurrir cosas extrañas, desde la aparición de un personaje al que nadie conoce hasta el asesinato paulatino de cada uno de los integrantes de un clan en el que se sugieren, con cierto atrevimiento, relaciones incestuosas y envidias varias. Una terrible maldición que sufre dicha familia se revelará como uno de los puntos de inflexión de un relato que sólo palidece en sus insertos eróticos.

Es precisamente en dichos insertos donde ‘El asesino ha reservado nueve butacas’ se convierte en una mala película, sin que ello estropee una función de lo más disfrutable. Es más, si no fuera por eso estaríamos hablando de una gran obra que haría las delicias de Richard Matheson por poner un ejemplo. Dichas secuencias, más de las que quisiéramos, muestran desnudos por doquier sin ton ni son, quizá como reclamo publicitario pero que entorpecen lo realmente interesante, salvo quizá por esa impactante imagen de los dos cuerpos femeninos mutilados y expuestos como representación escenográfica para el horror del resto, y también por el asesinato de una de las mujeres con un cuchillo como mortal símbolo fálico en lo que parece una violación en toda regla en la que además su víctima parece estar disfrutando.

‘El asesino ha reservado nueve butacas’ es una de esas películas que demuestran que en arte la forma es el fondo aunque ambos puedan separarse. El trillado argumento —ojo, con pequeñas variaciones que le otorgan cierta originalidad— es solventado por Bennati con un muy inteligente juego de arte dentro del arte. Un teatro, abandonado y destartalado, sirviendo de elemento catártico al propio juego del cine en sí, y que además presta todo su universo de pasillos a media luz y bóvedas siniestras para crear una atmósfera entre onírica y pesadillesca en la que los protagonistas son personajes involuntarios de la función y abocados a un destino inevitable que sólo unos pocos conocen. Un destino que termina de redondear el elemento fantástico del film, muy bien introducido, y que para despiste del espectador, va in crescendo hasta la resolución de la trama.

En el reparto destacar a Rossana Schiaffino, entrañable actriz italiana en una de sus últimas composiciones, prestando su belleza a una película que también juguetea con el deseo y amor prohibidos. No obstante el trabajo actoral no es uno de los fuertes del film, violento, arriesgado y con un fuerte punto de sugestión. Su punto de partida, y cierto importante detalle argumental, son un claro precedente de ‘Tú eres el siguiente’ (‘You’re Next’ Adam Wingard, 2011). Afortunadamente, Bennati no necesita ser gracioso, pues sabía que el juego ya es divertido en sí, y opta por la seriedad en una película que merece rescatarse a toda costa.

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