Las obras de ficción que utilizan a un personaje real para inventar una historia llena de suspenses improbables aprovechándose de cualquier laguna histórica son algo que proliferó sobremanera tras el descomunal éxito de ‘El código Da Vinci’. Poco importaba la credibilidad de la historia o la calidad literaria del libro, ya que había que aprovechar el filón. De ellos se han aprovechado autores como Matthew Pearl para conseguir éxito en el cada vez más complicado mercado editorial. No obstante, el mundo del cine había sabido mantener cierto respeto hacia importantes figuras históricas si excusamos gamberradas como ‘Bubba Ho-tep’, donde se fabulaba con la idea de que Elvis Presley aún seguía vivo al estar recluido en una residencia para ancianos que era objeto del ataque de una momia. Pero lo que sí que yo no recuerdo es que una película desautorice completamente a un personaje histórico al quitarle todos los méritos por los que he recordado para luego presentarlo como un ser poco menos que despreciable. Esto es lo que el estreno de ‘Anonymous’ va a solucionar, y es que la nueva película de Roland Emmerich no tiene nada que ver con el famoso movimiento de Internet del mismo nombre a favor de, entre otras muchas cosas, la libertad de expresión.
Lo que nos propone ‘Anonymous’ es que William Shakespeare no escribió ni una sola de sus obras, ya que en realidad era un analfabeto que se aprovechó de una singular situación. ¿Qué situación es esa? Básicamente, un noble inglés se vio obligado a reprimir de cara al público su amor por la escritura, pero ha llegado un punto en el que ya no puede resistirse más y encarga al escritor Ben Jonson que firme sus obras como suyas y las lleve a escena. El problema es que Jonson no termina de decidirse a firmarlas como suyas y es ahí donde aparece Shakespeare para aprovecharse de ello y conseguir una fama inmerecida. Paralelamente, las cosas se están complicando en la Corte, ya que hay muchas personas interesadas en elegir el sucesor de la reina y por el camino encontraremos varias subtramas propias del peor de los culebrones. Vamos, un argumento muy disparatado que parece propio de una comedia, pero que es presentado como si fuese un drama con aspiraciones al Oscar.
‘Anonymous’, un poco más sobre sus disparates
Pese a no ser el único que tiene problemas con lo que han hecho con Shakespeare, creo que conviene aclarar mejor si la película tiene más defectos o es que simplemente me ciega el odio por un hecho puntual en la película: La historia no tiene ni pies ni cabeza y la conspiración que la película promete desvelar es una de las mayores mamarrachadas a las que me he enfrentado en una sala de cine. ‘Anonymous’ es el ejemplo perfecto de cómo un mal guión puede destruir cualquier posibilidad de que una película pueda ser buena. Y es que el guionista John Orloff ha creado algo que atenta contra el concepto básico de la suspensión de la incredulidad. ¿Qué pasa cuando no puedo creerme nada de lo que se me está contando? Nada bueno, eso ya os lo puedo asegurar.
El primer problema, como ya he apuntado, viene en el tono de la historia. El desprestigio hacia Shakespeare se utiliza para crear un héroe con el que el público tendría que empatizar, ya que él es el punto de unión entre las dos grandes tramas que aparecen en la película (la teatral y la de la corte), pero la sensación que queda es la de no importarte lo más mínimo lo que le pase. Eso es algo que se extiende al resto de personajes, ya que únicamente Sebastian Armesto como Ben Jonson consigue transmitirnos algo con su odio hacia Shakespeare por ser un vulgar impostor que encima se aprovecha todo lo que puede de su situación. El problema es que no sé si lo logró por méritos propios por odiar lo mismo, pero por diferentes motivos. El resto se balancea entre el estereotipo (los villanos), lo superficial (la reina) y lo anodino (los que quieren dar una especie de golpe de estado). A que la historia carezca de credibilidad hay que añadir entonces unos personajes bastante pobres sin capacidad de empatía para con el espectador.
Y aún se puede empeorar más, ya que ‘Anonymous’ abusa de forma descarada de los saltos temporales, un recurso muy estimable cuando se usa de forma inteligente, pero puedo aseguraros que eso no pasa en el caso que nos ocupa. La película empieza como si fuese otra obra de cine dentro del cine, aunque en este caso lo que sucede en pantalla es que se va a representar una obra de teatro. De ahí saltamos a la película en si misma donde están torturando a alguien, el cual poco después comienza a recordar cómo ha acabad en esa situación. Algunos me diréis que es una forma lícita de introducirnos en la historia, pero el problema es que no es algo que sólo suceda al inicio, sino que los flashbacks van a ser lo habitual para poder explicarnos una enorme cantidad de pequeños detalles. Llegó un punto en el que lo único que podía hacer era intentar reprimir mis risas ante la combinación de una historia ridícula con absurdos giros de guión y encima con una estructura tan lamentable.
No todo es malo en ‘Anonymous’
Roland Emmerich ha demostrado hasta ahora lo mucho que le gusta destruir cosas en películas como ‘Independence day’, ‘Godzilla’, ‘El día de mañana’ o ‘2012’, así que podemos interpretar como un paso natural el querer destruir la realidad. Y es que es cierto que hay ciertas lagunas en la vida de William Shakespeare, pero también que ‘Anonymous’ se agarra a un clavo ardiendo para urdir la historia que nos cuenta. Emmerich intenta darle más verosimilitud al optar por una puesta en escena más convencional que deje respirar la historia, y hay que reconocer que su trabajo tras las cámaras es bastante correcto, ya que no le entran ramalazos típicos de Michael Bay ni hace ninguna locura que no se ajuste a lo que la película necesita. También hay que reconocer que el look visual de la película luce bastante bien y uno puede llegar a creerse que estamos en esa época. La pega es que todo eso no logra compensar que la película tenga una estructura problemática que invita al espectador a desconectar de lo que se nos está contando y abandonar la sala.
Hay otros aspectos que conviene salvar de la quema, ya que el trabajo de los actores consigue un aprobado alto, ya que todos interpretan sus personajes con convicción. Pero es una pena que un reparto en el que podemos encontrar a intérpretes como la mítica Vanessa Redgrave, David Thewlis (me declaro fan del Lupin que interpretó en la saga de Harry Potter), Rhys Ifans (cuya actuación no podía pedir más a gritos al menos una nominación al Oscar. Otra cuestión es que no la merezca), Joely Richardson o varios jóvenes actores que aquí demuestran que son bastante aprovechables no hayan encontrado otra película que les ofreciese más posibilidades de brillar. Aquí se tienen que limitar a interpretar sus personajes con convicción, y es que hasta el Shakespeare de Rafe Spall es bastante convincente teniendo en cuenta la función del personaje en la historia. Y hay que reconocer que esto es lo que evita que la película caiga en los abismos de lo que podríamos calificar como bodrio.
‘Anonymous’, en resumen
En definitiva, ‘Anonymous’ es un disparate de película que carece de toda credibilidad en su intento de quitar méritos a William Shakespeare y que encima no acierta en el tono que imprime a la historia. Y es que abrazar abiertamente la demencia y así tener ciertos aspectos cómicos le hubiese hecho mucho bien. Lo que queda es un atentado a la realidad con los peores elementos de un culebrón y que espero que fracase en su intento de conseguir cierta notoriedad jugando con la historia. Ya me cansa que se haga eso, y si encima se hace mal, como es el caso, peor todavía.