Piensa en algún éxito actual del cine de terror (de todo el cine, en realidad, pero de terror especialmente, por tradición tan poco prejuicioso a la hora de explotarse a sí mismo) como un mazazo. Las rendijas ocasionadas por ese golpe son las nuevas películas que se producen para aprovechar su éxito. Hasta hace muy poco, ese golpe generaba una sola grieta en dos direcciones temporales: secuelas y precuelas.
Ahora, en el cine post-Internet, que encuentra múltiples formas de comunicarse con los espectadores gracias a las redes, es como si ese mazazo se soltara sobre una placa de hielo. Ya no se genera una rendija, sino una compleja telaraña que crece en todas direcciones. No es una grieta: es una onda expansiva que se retroalimenta de sí misma, de progresivas secuelas y precuelas.
Por eso, se nos vende 'Annabelle: Creation' como una secuela de 'Annabelle', posiblemente la peor película nacida de aquel mazazo que fue 'Expediente Warren', que brotan a su vez de forma no directa a partir de un mazazo previo, primigenio y no conectado de forma argumental, 'Insidious'. Mientras 'Insidious' se ramifica a su vez en secuelas u precuelas que, vosotros lo sabéis, nosotros lo sabemos, en algún momento se cruzarán con 'Expediente Warren' (a ver qué hacemos con Patrick Wilson).
La cuestión es que, en términos argumentales, 'Annabelle: Creation' es una precuela: se nos cuenta el origen de la muñeca y cómo es poseída por primera vez, todo en el entorno de una familia -el padre (Anthony LaPaglia) es juguetero, lo que permite un guiño posiblemente involuntario a, atención, los títulos de crédito de 'Muñeco Diabólico 2'- con una sola hija que muere en trágicas circunstancias.
Años más tarde, con la madre (Miranda Otto) postrada en una cama y el padre convertido casi en un ermitaño, un grupo de chispeantes huérfanas -una de ellas (Talitha Bateman) incapaz de andar con presteza debido a que pasó la polio- acompañadas de una joven monja (Stephanie Sigman) se instalan en la casa. Tienen prohibido interactuar con la madre y entrar en la habitación de la hija, reglas que para nuestro solaz y diversión se romperán con prontitud.
Muñeca diabólica: Origins
Decíamos que ahora las cosas son más complejas porque hace no tantos años las precuelas se planteaban de otra forma. En películas de origen, como 'Leatherface: El origen' o 'Pesadilla en Elm Street: La muerte de Freddy' (donde hay extensos flashbacks contando la infancia de Freddy), 'Ginger Snaps III: El origen', o la serie 'Bates Motel', los argumentos se plantean de otra manera: las más ambiciosas intentan explicar comportamientos o sucesos de las películas anteriores en la realidad y posteriores en la ficción.
Y en la mayoría de los casos, la atmósfera de las precuelas es distinta. Hay cierto halo de nostalgia, como imitando un falso recuerdo. El espectador conoce los eventos posteriores, y eso permite una peculiar experimentación narrativa: por ejemplo, en 'La cosa' (2011), los créditos finales conectan a la perfección con los iniciales de la versión Carpenter. Y en 'Paranormal Activity 3' se juega con la idea de que la tecnología no permite las cámaras de vigilancia digitales que han hecho famosa a la serie.
No es el caso de 'Annabelle: Creation': temporalmente se ubica unos años antes de la primera y muy horrible 'Annabelle', y una secuencia final liga ambas ficciones, pero la diferencia temporal es tan escasa, y la estructura de 'Creation' y el resto de películas de casas encantadas de Blumhouse es tan parecida, que funciona prácticamente como otra secuela. Es decir: la mayoría de las precuelas se esfuerzan en dotar de antecedentes y razones a lo que el espectador ya ha visto. 'Creation' es, sencillamente, una 'Annabelle' más.
¿Lo convierte eso en una mala película? No: de forma curiosamente paralela a otra reciente precuela muy superior a la película que la precedió ('Ouija: El origen del mal'), 'Annabelle: Creation' es mejor que la primera 'Annabelle'. Sus personajes no son tan aburridos como los previos, y el hecho de que una de las niñas tenga problemas para andar genera una serie de situaciones de tensión muy estimulantes.
El paso de la acción de entornos urbanos a una casa aislada hace que la acción quede indeterminada temporalmente: está ambientada en los cincuenta, pero la casi total ausencia de tecnología proporciona un agradable clima de indefensión para los personajes, a la vez que refuerza el siniestro tono vintage del escenario. Eso beneficia a cierta abstracción en la atmósfera, que entronca con las películas de casas encantadas tradicionales.
Porque esa es la otra cuestión: Annabelle queda relegada a un vehículo para el mal, pero aquí volvemos a los inevitables portazos, pasillos a oscuras, habitaciones prohibidas y susurros desde la penumbra. Agotada (por suerte: dejémosle ese tema a quienes lo hacen bien, como la estupenda 'Cult of Chucky') la vertiente de monchitos blandiendo cuchillos jamoneros, 'Annabelle: Creation' se centra más en el estilo de 'Insidious' o 'Expediente Warren'.
'Annabelle: Creation' no se complica con las múltiples posibilidades que ofrece una precuela. No explora el origen de sus demoniacos males, arroja unos cuantos guiños para fans del warrenverso y proporciona un puñado de sustos no especialmente baratos, no especialmente sofisticados. Justo lo que esperamos, a estas alturas, de un taquillazo de Blumhouse fuera de la órbita de James Wan: estupendo terror de usar y tirar.
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