A Netflix le está costando encontrar su hueco en el mundo del cine. Es cierto que ‘Bright’ fue un gran éxito, pero a cambio su ambiciosa apuesta por ‘The Cloverfield Paradox’ no le salió tan bien como esperaba, mientras que ‘Mute’ ha sido destrozada por la crítica y el público tampoco ha demostrado especial interés en esta secuela espiritual de ‘Moon’.
La compañía empezaba a necesitar con urgencia un título con el que poder dar un golpe encima de la mesa y es posible que hayan dado con esa ansiada cinta de una forma inesperada. Hasta ahora Netflix no había tenido problemas en hacerse con algunos descartes de Hollywood, pero el caso de ‘Aniquilación’ (‘Annihilation’) es diferente, ya es que es una excelente película con la que Alex Garland se supera respecto a lo mostrado en ‘Ex Machina’, pero en Paramount no supieron o quisieron verlo.
Una película con una visión clara
Hay que remontarse a diciembre del año pasado para encontrar el momento en el que Paramount decidió que no quería distribuir mundialmente ‘Aniquilación’ con su montaje original. No logró salirse con la suya para hacerla más accesible al público, así que vendió los derechos de distribución de la película fuera de Estados Unidos a Netflix a cambio de que cubriera el coste de la película. Muchos nos quedábamos así sin verla en pantalla grande, pero a cambio conservamos la visión original de Garland.
Seamos directos. ‘Aniquilación’ es una rareza dentro del Hollywood actual en el que las producciones de presupuesto medio-alto orientadas al público adulto cada vez escasean más, sobre todo si se trata de una cuestión de enfoque y no por la mayor presencia de los desnudos o la violencia. Aquí lo que realmente interesa es desafiar la comodidad del espectador con un relato que sabe perfectamente qué es lo que quiere transmitir y no se detiene ante nada para lograrlo.
Como era de esperar, Natalie Portman es el gran eje dramático de la película. Creo que no hay ni una sola escena en la que no aparezca y aquí tenemos la suerte de encontrar a la versión motivada de la actriz. En todo momento se la nota muy cómoda en un personaje que no tiene que preocuparse en caer bien al espectador, sino simplemente fijar su objetivo tanto a nivel personal como profesional.
En lo primero tiene una especial importante la buena dinámica que se establece entre ella y Oscar Isaac, el único integrante masculino del reparto con algo de peso en la trama. Garland ilustra de maravilla la relación que había entre ambos a través de los flashbacks tanto para dar algo más de emoción a la protagonista como para servir a modo de contraste, pero también incide a la perfección en su extraña situación actual, la cual resulta determinante para que ella acepte una desconcertante misión.
Hasta entonces, Garland había combinado la emoción personal con la progresiva intriga sobre lo que estaba sucediendo. Todo ello a través de un minimalismo en todos los frentes -incluso en su atmosférica banda sonora, muy acertada-, ya que visualmente tampoco requería de nada especial para que todo encajase en su lugar. Eso cambia radicalmente cuando comienza una misión en la que el factor visual tiene un peso fundamental para enganchar al espectador.
Todo encaja en ‘Aniquilación’
No entendáis eso como que ‘Aniquilación’ se convierte en un espectáculo de fuegos artificiales, sino que simplemente la ambientación también pasa a un primer plano y que todo está muy cuidado. Desde los propios escenarios hasta el diseño de las criaturas que van apareciendo, casi podríamos decir que se convierten en otro personaje más y que su relación con la expedición formada íntegramente por mujeres resulta esencial para la reflexión que propone Garland.
Es cierto que ha habido cierta polémica por el cambio de raza de alguno de los personajes, pero mientras ves ‘Aniquilación’ simplemente te olvidas de cualquier tipo de detalle accesorio para ir sumergiéndote poco a poco en un viaje que simplemente no sabes a dónde te va a llevar exactamente. Esa sensación es la misma que la de sus personajes principales aunque sea por otros motivos y ayuda a dejar de lado el ansia de entretenimiento en beneficio del gran poder de fascinación de la película.
Garland además consigue provocar esa sensación en el espectador sin introducir golpes de efecto innecesarios o escenas donde lo visual se potencie de forma innecesaria. Todo transcurre con una meticulosa calma para que ese sentimiento vaya creciendo tanto en el público como en los personajes. Ahí sí que vuelve a ser necesario ese requisito de dejarse llevar, pero en este caso porque no te lo dan todo bien mascadito y tienes que estar a la expectativa en lugar de criticar que esto o aquello te recuerde a algo.
La clave entonces pasa a estar en un último acto en el que Garland alcanza el punto culminante de capa de angustia creciente que tiene la película para ofrecer algún tipo de respuesta al espectador sobre qué es lo que está sucediendo. El componente biológico del misterio pasa entonces a un primer plano y personalmente creo que todo funciona con precisión milimétrica, aunque tampoco me cuesta imaginar que haya quien no conecte con ello y lo vea como inferior a todo lo anterior.
A lo largo del camino Garland demuestra manejar con brillantez su propio guion, creando una envidiable sinergia entre evolución narrativa y acabado visual en el que nada sobra ni nada falta. Quizá el reparto peque en algún momento de ofrecer interpretaciones demasiado afectadas para conectar con el espectador -aunque todas ellas aportan algo diferente al conjunto-, pero es que eso lo que pide de ellos los personajes. Nadie dijo que había que ponerle las cosas sencillas al público y en ‘Aniquilación’ no dudan en sacar todo el beneficio posible a ello.
En definitiva, ‘Aniquilación’ es una estupenda cinta de ciencia-ficción en la que autor da un paso adelante respecto a lo que ya nos había ofrecido en ‘Ex Machina’. También es toda una rareza en el panorama actual y una pena que haya acabado en Netflix en lugar de poder disfrutarla en pantalla grande, pero sus fortalezas son tales que el hecho de perder cierto impacto visual no resta lo más mínimo a una cinta que seguro que acaba apareciendo en multitud de listas de lo mejor del año cuando 2018 llegue a su fin.
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