A lo largo de este verano había dos producciones españolas que tenía especiales ganas de ver. La primera suponía el nuevo trabajo tras las cámaras del responsable de la mejor película de terror hecha en nuestro país durante los últimos años, algo que sin duda fue clave en el tremendo chasco que me llevé. La otra era ‘Anacleto, agente secreto’, el salto a la gran pantalla del querido personaje creado por Vázquez en 1964.
Una de las peculiaridades de la obra original es que Anacleto nunca protagonizó aventuras tan extensas como las de Mortadelo y Filemón, por lo que su adaptación se enfrentaba a un tremendo reto a la hora de encarar el enfoque adecuado. El resultado final es desigual ya que la mejor forma de definir es ‘Anacleto, agente secreto’ es hablando de entretenimiento con un problema de personalidad múltiple.
’Anacleto, agente secreto’, una cuestión de tono
He de darle la razón a mi compañero Pablo Muñoz cuando señaló que ‘Anacleto, agente secreto’ no tiene demasiado claro qué clase de película quiere ser, o al menos no termina de saber cómo hacer encajar su vertiente cómica con su otro lado de cine de acción. La cuestión es que por separado sí funcionan, la humorística gracias a detalles de guión y al contraste de personalidad entre unos inspirados Imanol Arias y Quim Gutiérrez y la de acción gracias a un solvente trabajo de puesta en escena por parte de Javier Ruiz Caldera que hace que luzca muy por encima de su ajustado presupuesto.
¿Cuál es entonces exactamente el problema? El principal es que nunca se consiguen establecer transiciones fluidas entre ambas realidades –lo más parecido que hay es la escena en la que ambos protagonistas saltan desde gran altura- y eso provoca constantes altibajos que llegaban a sacarme de lo que sucedía en pantalla. No es cuestión de que no lo intenten, pero o el tono nunca llega a encajar o surgen detalles –la mascota de Anacleto o la forma del villano interpretado por Caros Areces para demostrar su autoridad cuando tiene retenidos a Gutiérrez y su novia en la ficción interpretada por Alexandra Jiménez- que rompen con esa necesaria ligereza por su brusquedad.
Por mi parte, creo que el principal responsable de ello es el guión firmado por Pablo Alén, Breixo Corral y Fernando Navarro, y no lo es porque se tenga que desviar obligatoriamente del cómic original –por lo pronto, la actualización es necesaria y además las formas propias creadas por Vázquez no creo que dieran de sí para una aventura larga-, sino porque no hay una necesaria sensación de unidad. Creo que en este caso lo suyo sería haber optado por imprimir a la violencia un enfoque menos realista y reducir al mínimo las consecuencias de la misma.
Seguro que hubiera saltado algún puritano quejándose de ello, pero ‘Anacleto: Agente secreto’ habría ganado mucho en términos artísticos. La gran duda que me queda es si eso era así en primera instancia –la pelea de Gutiérrez cuando descubre sus habilidades también se acerca a lo que yo esperaría de algo así- y decidieron cambiarlo. El problema es que el tipo de humor utilizado no casa con ello más allá de detalles muy concretos, en su mayoría relacionados con la forma de Imanol Arias de imponer su carisma como Anacleto.
El reparto y otros detalles
Nadie debería poner la más mínima pega al trabajo de Arias, ya que su acercamiento al personaje resulta impecable, pues abordarlo de una forma completamente seria ayuda a que la comedia que Caldera intenta crear a partir de este hecho resulta más efectiva. Además, también ayuda a crear una dinámica bastante simpática con Adolfo, su hijo interpretado por un Gutiérrez que demuestra mucha soltura como hijo patán y también da la talla en las escenas de acción.
A su alrededor hay una colección de secundarios que cumplen holgadamente con su función –sobre todo Alexandra Jiménez-, aunque quizá es cierto que en el caso de Berto Romero se olvidan de desarrollarlo más allá de la divertida idea inicial de lo que ha de representar y eso acaba haciéndolo un poco cargante.
A su vez, me gustaría destacar la eficaz banda sonora de Javier Rodero, que sí sabe ajustarse a ese peculiar tono que ‘Anacleto: Agente secreto’ busca sin terminar de conseguir. Algo menos contento acabé con la labor en la fotografía de Arnau Valls Colomer, que es cierto que consigue dar un acabado visual muy por encima de la media en el cine español, pero hay varios momentos en los que la imagen resulta demasiado luminosa, siendo otro detalle que añadir a la lista de aspectos que amenazaban con sacarme de lo que sucedía en pantalla.
En definitiva, ‘Anacleto: Agente secreto’ es una comedia estimable, aunque es cierto que va de más a menos, y también una competente cinta de acción, pero la cuestión es que había que saber unir esas dos realidades y como comedia de acción nunca llega a dar con las teclas necesarias para que todo encaje. Con todo, es bastante mejor que la otra cinta de estas características que se estrenó hace poco y también que la deficiente cinta española que la ha eclipsado comercialmente hablando.
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