'An Elephant Sitting Still' es una obra rodeada de una neblina oscura. Su director, Hu Bo, se suicidó con sólo 29 años tras apenas acabar el montaje del que fue su primer y único largometraje. El director y novelista chino, auténtica promesa de la cinematografía de su país y alumno del fundamental Béla Tarr, dejaba tras de sí el rastro de una película monumental en el sentido estricto -su metraje roza las cuatro horas- y artístico.
Con largos planos secuencia en los que seguimos a cuatro personajes en cuadros opresivos y trenes imposibles de alcanzar que se desvanecen desenfocados al fondo del plano, ‘An Elephant Sitting Still’ es una carta de rabia y tristeza, de un alma depresiva y cínica ante un contexto terrible.
El encierro de la ciudad, la ignorancia a los marginados y el egoísmo de una sociedad consumida por el yo flotan alrededor de toda la película. Al igual que una cámara persecutoria hasta la asfixia, que encierra, sin embargo, momentos de una belleza tan candente que arde hasta quemar toda la pantalla, como su majestuoso plano final.
Así pues, el que es el debut pero también el testamento cinematográfico de Hu Bo parece inentendible sin el estado de su director, que firmó una película depresiva y llena de una belleza gris, pesimista en su esencia y cínica hasta doler. Esta obra magna, como señala acertadamente Diego Lerer tras el paso de la cinta por la pasada edición de la Berlinale, la firma "un cineasta que acaso sintió que todo lo que tenía que decir sobre el mundo estaba aquí. Y que después no quedó nada más".
Hu Bo: un cineasta que ardió y se apagó
En una entrevista por la publicación de uno de sus libros de cuentos, Hu Bo declaraba: "si admitimos mirarnos con un poco de perspectiva a nosotros mismos, aunque sólo fuera un par de segundos al día, nos daríamos cuenta enseguida de que estamos acostumbrados a ver la vida de color de rosa". Estaba interesado en mostrar las zonas más oscuras de la psique humana, no tanto por cinismo sino como un gesto que espoleara a sus iguales.
Hu Bo nació en Jinan (Shandong, China) en 1988, y estudió en la Academia de Cine de Pekín, donde en 2014 obtuvo su diploma de dirección cinematográfica. Su paso por la academia ya mostró que era un estudiante difícil: no solía ir a clase y sus películas estaban llenas de violencia y desesperación. Una vez graduado, rechazó dedicarse al cine comercial y comenzó a ganarse la vida como escritor, publicando dos libros de cuentos en 2017: 'Huge Crack' -contiene el relato que inspira 'An Elephant Sitting Still'- y 'Bullfrog'.
El director también se dedicó a la realización de cortos que le valieron el reconocimiento de festivales y premios: con ‘Distant Father’ (2014), su primer cortometraje, obtiene el premio a mejor director en el Golden Koala Chinese Festival, y ese mismo año 'Night Runner' es nominado como mejor cortometraje en los Golden Horse de Taipéi.
Será durante el año en el que publique sus novelas cuando comience una relación especial entre el autor chino y Bela Tárr. El cineasta húngaro, en un taller durante el Festival Internacional de Cine FIRST en China, supervisará y producirá el cortometraje 'A Man in the Well', que aúpa a Hu como un nombre a tener en cuenta en la cinematografía china. En 2016 llegaría la gran oportunidad de Hu Bo en la dirección de largometraje; Wang Xiaoshuai -autor de 'La bicicleta de Pekín' (2001)- produciría su debut, 'An Elephant Sitting Still'.
En principio, el director tendría total libertad creativa tanto en el desarrollo del guion como en el rodaje y la posproducción. Sin embargo, debido al oscuro tono de la película, un impedimento para su distribución en China, el productor instó al realizador a reducir la duración de su película. La máxima concesión que Hu Bo consintió como autor fue un corte de apenas diez minutos, con un resultado final de algo menos de cuatro horas.
La intención de Wang era que la película no se extendiera más de dos horas, y este choque, que incluyó una demanda entre productora y realizador, pudo ser uno de los elementos que provocaran la funesta decisión del joven. De hecho, el nombre de la productora de Wang no aparece en los créditos, y los derechos de la película terminaron pasando a los padres del director.
La terrible pérdida ante un contexto asfixiante
"Todos estos años, nunca había pensado qué es el cine en realidad. Es humillación, desesperación, impotencia, una broma", publicó Hu Bo en su página de Weibo unos meses antes de su suicidio. El director describió su primer y único largometraje en relación con una cita de la novela 'Todos los hermosos caballos', de Cormac McCarthy:
"Pensaba que en la belleza del mundo había un secreto escondido. Pensaba que, para que el corazón del mundo latiera, había que pagar un precio terrible y que el sufrimiento del mundo y su belleza avanzaban guardando entre sí una relación de justicia divergente, y que, en este abismal déficit, la sangre de las multitudes podría ser el precio último para la visión de una sola flor".
Por desgracia, el caso de Hu Bo no es único en la China contemporánea. Ha ocurrido con otros creadores brillantes que, enclaustrados ante las dificultades de vivir en la sociedad china, han optado por acabar con sus vidas. El director se une a la trágica nómina que copan, entre otros, el fotógrafo Ren Hang o el poeta y obrero Xu Lizhi.
Ren Hang tenía una de las miradas más lúcidas en el arte contemporáneo chino, y Ai Weiwei, artista fundamental del continente asiático, lloró amargamente su pérdida. La obra del fotógrafo provocó reticencias en el régimen chino, y sus instantáneas fueron confiscadas, además de ser arrestado en varias ocasiones. El artista sufría de depresión, tema del que hablaba abiertamente, y estaba comenzando su expansión internacional cuando se suicidó con tan solo 30 años.
Xu Lizhi fue un obrero chino que trabajó en Foxconn, cuya reivindicativa obra lírica salió a la luz de manera póstuma. Sus poemas fueron recogidos por sus amigos después de su suicidio. En ellos, Lizhi resonaba la alienación de la China moderna, relatando las duras condiciones, luchas y aspiraciones de los trabajadores migrantes chinos. El artista acabó con su vida con 24 años.
El suicidio de Hu Bo provocó intensas reacciones en el mundo del cine, con la voz rasgada de su mentor Bela Tarr en una hermosa carta de despedida. Cineastas como Wang Bing, que describió su película como "un meteoro cargado de amor y sufrimiento que ha atravesado la noche del cine para desaparecer enseguida", o Hou Hsiao-Hsien, quien dijo que Hu tenía "mucho más talento que nosotros a su edad", elogiaron 'An Elephant Sitting Still' a modo de despedida del joven creador.
Con mucho que contar antes de su prematura muerte, pero con mucho dicho en su corta e intensa obra, Hu Bo ha dejado un destello de luz en una obra triste pero quizá menos oscura de lo que podría pensarse. 'An Elephant Sitting Still', monumento de un artista y manifiesto de una generación, se ha convertido en una obra que merece, al menos, la mirada atenta ante la exposición torturada de su autor.
En palabras de Hu Bo: "Mi ser sólo es una herramienta que escribe y hace películas. La creación demanda rúbricas imposibles de dolor".
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