Whit Stillman ha dirigido cinco películas en 26 años. Lejos parecen quedar los tiempos de ‘Metropolitan’ (íd., 1990) y ‘Barcelona’ (íd., 1994), títulos por los que Whiltman alcanzó algo de prestigio. Ahora regresa tras su paso por televisión con la serie ‘The Cosmopolitans’, y lo hace adaptando a Jane Austen. ‘Lady Susan’ fue un relato que Austen escribió a los 19 años pero que no se publicó hasta mucho después de su fallecimiento. Stillman se acerca y se aleja del mismo.
Resulta curioso que el mundo de Austen no empezase a interesar realmente en el séptimo arte hasta mediados de la década de los noventa, cuando el polifacético Ang Lee filmó ‘Sentido y sensibilidad’ (‘Sense and Sensibility’, 1995) —para el que suscribe uno de los peores films de su director—. En el mal llamado cine clásico existe únicamente una adaptación: ‘Más fuerte que el orgullo’ (‘Pride and Prejudice’, Robert Z. Leonard, 1940). El resto de adaptaciones eran carne de la pequeña pantalla.
Una historia muy moderna
El incansable Quim Casas dice en su texto sobre el film que una conocida suya definió ‘Amor y amistad’ como una especie de ‘Sálvame’ —un tipo de programa que refleja muy claramente los gustos de nuestro maravilloso país...— en versión de Jane Austen. Una forma realmente curiosa e interesante de definir un film en el que no dejan de cotillear. Los personajes del film hablan y hablan. El ritmo del mismo está en sus diálogos.
La puesta en escena de Whitman se limita prácticamente a no hacerse notar. Sequedad en sus planos y una cámara que se mueve lo justo. Los personajes actúan dentro del encuadre con total libertad. Algunos planos sueltos, de pasillos, puertas entreabiertas o algún plano general de un edificio, sirven como transición de una secuencia a otra. Whitman sigue fiel a su estilo que le hizo ser una de las grandes promesas del cine indie, ese movimiento que agoniza desde hace décadas y que muchos utilizaron para hacerse notar.
Al director de Washington le interesó el mundo de Austen desde pequeño, motivado por su hermana a leer sus novelas. Habrá quien asegure que los mundos de la escritora británica y el cineasta estaban destinados a juntarse. Lo hace en un momento en el que el espectador está abrumado, succionado y manipulado por otro tipo de cine, en las antípodas de lo que Whitman ofrece. Con todo, el tratamiento no esconde la modernidad de su tratamiento, a pesar de esos rótulos con los que Whitman une literatura y cine.
Tom Bennett, de Oscar
‘Amor y amistad’ narra las desventuras emocionales del Lady Susan, la joven viuda a la que encarna una muy adecuada Kate Beckinsale —actriz que realmente da lo mejor de sí en este tipo de películas y no en determinados blockbusters aunque se enfunda en un morboso cuero negro—. El film realmente gana enteros en la descripción de sus personajes secundarios, sobre todo uno masculino, casi ausente en la novela, que ridiculiza al hombre hasta límites insospechadamente graciosos.
Dejando a un lado los trabajos de Beckinsale, Chlöe Sevigny —otra de las actrices fetiche del director— y un siempre refrescante Stephen Fry, creo que quien se luce de forma absoluta es Tom Bennett. Tanto que creo hace una de las interpretaciones del año, merecedora, cómo no, de una nominación al Oscar a mejor actor de reparto. Su James Martin es un personaje difícil que podría haber caído en lo vulgar, pero la estudiada composición del actor logra lo increíble: amar a un personaje realmente idiota.
El tipo de hombre que vive a la sombra de los demás, intentando encajar en todos los ambientes y metiendo la pata cada vez que abre la boca —el momento de los doce mandamientos es particularmente desternillante—. ‘Amor y amistad’ gana en interés cuando él hace acto de presencia, ya que volviendo a la definición del tercer párrafo, es el personaje perfecto para una historia llena de chismorreos, apariencias e intereses ocultos. Bennett da vida al gracioso del grupo y se hace por completo con el film.
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