En el segundo que empieza 'Amor de madre', uno de los estrenos españoles más recientes de Netflix, ya sabes cómo va a acabar. Conoces cada giro, cada vericueto, cada chiste, cada cara que van a poner Carmen Machi y Quim Gutiérrez.
Y, pese a todo, te quedas a verla como un lugar de confort, una película de poner el cerebro funcionando a la mínima potencia posible y dejar que pasen los minutos entre la carcajada ocasional y el mirar un rato si tienes notificaciones en Twitter. ‘Amor de madre’ es un domingo por la tarde. Tomáoslo como queráis.
Mi mamá me mima
Es la segunda vez que a Quim Gutiérrez le plantan cinematográficamente en el altar, y, siendo sinceros, no deja nunca de ser gracioso. Los primeros minutos de la película son, de hecho, los mejores, recordando un poco a la maravillosa ‘Los del túnel’ en su intención de empezar justo en el final de otra cinta muy diferente. Pero la brillantez del guion y la comedia dura poco, y enseguida entramos en un bucle de aventurillas en el que ‘Amor de madre’ se encalla.
Y no es porque los dos protagonistas no lo intenten: ambos hacen gala de todos sus tics, de las caras de desesperación, de las coletillas y de los tonos de voz que les han hecho reconocibles en cualquier proyecto, y se añade una Yolanda Ramos que sigue confirmando que es la persona más graciosa de España. El problema es que el guion quiere ser algo más que su premisa inicial (un hombre plantado en el altar se marcha de luna de miel exótica con su madre) y mostrar una conexión maternofilial que solo funciona a veces.
En los momentos de road trip (el viaje en quad, la experiencia acuática con medusas incluidas, el engaño para quedarse con la habitación) brilla por sí misma. El carisma de los dos protagonistas es más que suficiente para convertir escenas que no destacan por su originalidad en un cálido refugio. Cuando se quiere poner dramática y dar grandes lecciones sobre la maternidad y el amor, naufraga. Sí, el mensaje final es original y necesario, pero para llegar hasta allí tenemos momentos de supuesta intimidad que bordean el aburrimiento en el mejor de los casos (y la vergüenza ajena en el peor).
Ay, mamá
‘Amor de madre’ no se conforma con ser una comedieta intrascendente. Le da rabia su propia condición, y ahí cava su propia tumba. Hay alguna escena que funciona bien (madre e hijo jugando a una especie de “Yo nunca”), pero llegado a un punto sientes que no hacían falta casi dos horas para contar esta historia: lo importante queda como anecdótico y la enseñanza final está apretujada, llega de la nada y no deja ningún poso.
Es, por entendernos, una de esas películas en las que un personaje da una calada a un porro por primera vez y lo siguiente que vemos es cómo llega a casa destruido después de haber hecho mil locuras y haber tenido la mejor noche de su vida. Llegado un punto, la cinta se limita a tachar cosas de la lista “Cosas que hacen gracia en una comedia familiar de viajes”, y las relaciones entre personajes que estaban modelándose a fuego lento pegan un acelerón que no está justificado. Nos vamos a besar, que ya tiene que empezar el tercer acto, dale.
Todo ello dirigido con mano más bien blandurria por Paco Caballero y guionizado por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, que se notan mucho más domesticados que en la más que notable ‘Reyes de la noche’. Y lo peor de todo es que la propia película te muestra que podría haber sido mucho mejor de lo que es.
Carmen Machi al puro estilo Delacroix
Hacia mediados del segundo acto, ‘Amor de madre’ basa su humor (y lo hará hasta el final de la cinta) en dos patas: una, Yolanda Ramos hablando inglés. Dos, Quim Gutiérrez poniendo cara de empanado. Carmen Machi queda un poco dada de lado y se centra en dar consejos a su hijo, decir cuatro consignas feministas de 1995 y mover la trama a golpe de agujero de guion hasta un final tan mascadito y fácil que ni siquiera tiene gag final.
Definitivamente, para ser una película lanzada el día de la madre, sobre una madre y titulada ‘Amor de madre’ tiene muy pocas madres (mujeres, en general) en su equipo creativo. Este guion necesitaba el retoque de alguien que supiera de lo que está hablando para elevar a Mari Carmen y convertirla en un icono. El potencial lo tiene, pero nunca la permiten brillar todo lo que podría.
Con todo, los primeros 45 minutos de la cinta suponen una comedia modélica, con buenos gags y el toque de amargura perfecto para no deprimir al espectador pero mantener tensión en los protagonistas. La pena es que la hora siguiente cae en un pozo de lugares comunes del que no logra volver a levantarse. Y ‘Amor de madre’ es mejor cuanto más superficial resulta y cuanto más jugo puede sacar del concepto “Una madre se va de luna de miel con su hijo”. Cuando deriva, no sabe lo que está haciendo. Y es una pena.
En resumidas cuentas
‘Amor de madre’ es una nadería, una película entretenida en su inicio y tediosa en su final que olvidarás en el momento que termine, con unos siempre graciosos Quim Gutiérrez, Carmen Machi y Yolanda Ramos pero que no consigue sacar todo el provecho de su carisma. Sus momentos íntimos no funcionan y se dulcifica tanto que elimina toda la divertida amargura de sus primeros compases. Ojalá esto sirva para meter más mujeres a la hora de contar historias sobre mujeres. 2022: no es tan difícil darse cuenta.
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