Imagino que no pocos de vosotros iríais al cine en septiembre de 1999 para ver ‘American Pie’, último gran éxito en USA del cine de adolescentes en el que bastante gente podía sentirse identificada con el salidismo de los protagonistas. Se dio la curiosa circunstancia de que el estreno español coincidió con el de ‘Eyes wide shut’, el testamento cinematográfico de Stanley Kubrick que también utilizaba el sexo para vertebrar el relato. Eran propuestas por diferentes, pero yo no tuve problema en optar por hacer una sesión doble (eso que hoy en día es cada vez más difícil por el precio de las entradas, pero en su momento hasta hacía sesiones triples siendo adolescente) y disfrutar de las dos.
Era obvio que las secuelas eran cuestión de tiempo, y en verano de 2001 llegaba ‘American pie 2’, la cual fue una de las cuatro cintas que vi en el mes que estuve en Canadá con una beca para mejor mi inglés. El factor repetición ya empezaba a notarse, pero seguía siendo un entretenimiento bastante aceptable dentro del tipo de película que era. Dos años después se estrenaba ‘American Pie 3: ¡Menuda boda!’, que estaba destinada a ser el cierre de la saga. Los actores querían probar fortuna en cosas más serias (alguno ya ni siquiera apareció en esta tercera parte) y, la verdad, la cosa no daba ya para más. El problema es que Hollywood no tiene problemas en hacer secuelas absurdas (acordaos de que ‘Sólo en casa’ tiene cuatro entregas) y sacó cuatro películas más, donde el único punto de contacto real con la trilogía era la aparición de Eugene Levy en las mismas. Pero en esos años que pasaron se comprobó que la carrera en solitario de los intérpretes originales había sido un fracaso de mucho cuidado y han optado por tirar de la nostalgia y reunirlos a todos de nuevo para ‘American Pie: El reencuentro’ (‘American reunion’): ¿Ha sido buena idea recuperar al casting original o es que simplemente era una buena ocasión para sacar el dinero a los nostálgicos de una saga que tampoco fue nunca una genialidad?
El primer gran error de la película es partir de una premisa tan absurda como que todos los personajes crean que es una gran idea acudir a la reunión por el decimotercer aniversario del año que acabaron su instituto. Siempre está bien cuidar detalles así, pero imagino que no les fue posible contratar al reparto original hace tres años. Aún más “¿pero qué me estáis contando?” es que el personaje de Chris Klein suelte tan contento al de Jason Biggs que sentía haberse perdido su boda (vamos, que no salió en la tercera entrega), pero que por nada del mundo se perdería esta reunión (vamos, que ahora es un fracasado). A mí me dicen eso en la vida real y le suelto una leche a ese supuesto amigo tuyo de toda la vida. Otros aspectos como que los personajes femeninos tengan menos relevancia (algo habitual en la saga, pero más marcado aquí) sí que no molestan, pero en los pequeños detalles es donde empieza a fallar todo.
Y es que sí, ‘American Pie: El reencuentro’ es lo mismo de siempre, pero, lo realmente grave, es que tampoco está bien hecho. Algunos pensaréis ahora que repetir lo mismo de siempre ya es suficiente motivo para perder el interés en una película, pero actualmente está casi todo inventado y la original dentro de la narrativa convencional es prácticamente una utopía. En el caso que nos ocupa la fórmula es sencilla: Chistes facilones de corte sexual + Desnudos gratuitos + Nostalgia de los años de instituto + Apuntes dramáticos bastante básicos (y tópicos) de corte romántico (aquí especialmente potenciado este último). Todo ello con una progresión argumental previsible. No obstante, aquí lo importante siempre ha sido que los gags, por típicos que sean, sean efectivos y logren arrancarte un montón de carcajadas que te hagan pasar por alto todo lo demás u ocurrencias que han persistido en el tiempo como popularizar el concepto Milf (acrónimo de lo que en español sería “Madre que me follaría’), el cual saben reutilizar aquí y aún tener su gracia, todo hay que reconocerlo.
El problema es que eso no es algo que suceda en el caso de la totalidad de ‘American Pie: El reencuentro’, donde algunos chistes rozan el patetismo por la edad de los protagonistas, otros llevan años desgastados, los hay que sencillamente no tienen gracia y, en general, la grosería de la película resulta un tanto impostada. Ojo, no seré yo el que, por ejemplo, critiqué el típico desnudo femenino propia de la franquicia, pero aquí alargan esa broma en exceso como sabiendo demasiado bien que es una de las señas de identidad de la saga y queriendo estirarlo demasiado. Lo bueno si breve, dos veces bueno. Dejando eso de lado, el guión únicamente sobrevive a base de pequeños chispazos que consiguen hacerte reír, pero son cosas aisladas que ni siquiera perduran lo suficiente para que mantengas la sonrisa durante el resto de metraje al pensar en ellos. Es una pena que Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg no hayan sabido dotar del punto extra de locura que dieron a la saga de ‘Dos colgaos muy fumaos’ (tampoco nada del otro mundo, pero con algunos instantes muy divertidos), y como directores son tan anodinos que uno simplemente se olvida de que hay alguien orquestando lo que vemos en pantalla.
En lo referente al reparto, ya he comentado que se ha optado por reunir a toda la banda del primer ‘American Pie’, pero, obviamente, los años no pasan en balde y del salidismo adolescente pasamos a un punto intermedio entre la nostalgia por lo que fueron y la necesidad de aceptar que ya son unos adultos, con todas las responsabilidades que eso conlleva. La principal excepción es el personaje de Stifler, el cual sigue negándose a que se pare la fiesta y al que debemos que la película realmente sea una comedia durante una fase importante de la función. Seann William Scott conoce a la perfección al personaje que le hizo famoso y sabe aprovecharse de ello. El resto la verdad es que no merecen ser destacados más allá de los chistes humillantes a costa de Chris Klein (empiezan siendo simpáticos, pero se exceden en su uso), la insípida crisis en el matrimonio entre los personajes de Jason Biggs y Alyson Hannigan (lástima que desaprovechen la aparición de esta última), reapariciones de amores de instituto y pequeños cameos para que esto realmente sea un 13 años después de la primera entrega. Bueno, y Eugene Levy sigue por ahí demostrando su vis cómica en pequeñas dosis. Algo es algo.
En definitiva, ‘American Pie: El reencuentro’ es una tontería de película que si se deja ver es por el efecto de la nostalgia y por algunos puntazos ocasionales que realmente tienen gracia. El resto, lo mismo de siempre y de forma no especialmente lograda, por lo que siempre será mejor volverse a ver la primera entrega a dejarse llevar por un intento de querer enganchar a los que por aquel entonces eran adolescentes y añoren ese momento de su vida por un motivo u otro. Y es que a los adolescentes actuales no creo que les motive sobremanera ver a un grupo de treintañeros reviviendo de forma un tanto patética sus años mozos. Para pasar el rato en una tarde de aburrimiento y poco más, pero no merece la pena que os dejéis vuestros euros para verla en una sala de cine.