'American Dreamz', acidez descafeinada

Paul Weitz junto con su hermano Chris es el responsable de una película de enorme éxito titulada 'American Pie' que no he visto, y es muy probable que pase por este mundo sin verla. Luego hicieron aquella pequeña maravilla titulada 'Un Niño Grande', y después Paul dirigió en solitario otra maja película, 'In Good Company'. Ahora ha reunido a los protagonistas de esas dos películas para un film que pretende ser una ácida crítica a los Estados Unidos desde varios puntos de vista, y que supone un bajón de calidad con respecto a los dos films citados.

American Dreamz es el concurso más visto en todo el mundo por la televisión. Se trata de una especie de Operación Triunfo pero a la americana. Su director es un tío egocéntrico que sólo piensa en los niveles de audiencia. A dicho pograma acudirán a concursar entre otros muchos, una chica que sólo piensa en ser famosa, un terrorista islámico bastante torpe amante de los musicales y un judío que canta rap al mejor estilo Eminem. En la ronda final tendrán un jurado de excepción, el mismísimo Presidente de los Estados Unidos, un hombre al que siempre le han dicho lo que tenía que decir en público, y que nunca ha pensado por sí mismo. Vamos, igual que en la vida real.

El film es una reunión de un montón de actores todos con funciones muy distintas, dbido a la diversidad de personajes. Hugh Grant, que con sus típicas muecas empieza a caer simpático está perfecto como el director del programa de televisión, mirando por encima del hombro a la gente. Mandy Moore como la típica lista a la que sólo le importa la fama, y hará cualquier cosa con tal de conseguirla, ofrece una acertada visión de ese tipo de personas. Chris Klein parece tomarse a cachondeo su personaje, el cual viene y va de la trama a capricho propio. Por cierto ¿es imaginación mía o este tío se parece cada vez más a Keanu Reeves? Willem Dafoe como el asesor presidencial está gracioso con todo su maquillaje. Marcia Gay Harden hace la tonta como la mujer del Presidente, y es probable que esta buena actriz nunca estuviera tan mal. Sam Golzari está divertido como el islámico que duda del terrorismo. Y Shoreh Aghdashloo, que interpreta a su tía, también está divertida.

Pero quien se sale por los cuatro costados es Dennis Quaid, un gran actor que nunca ha tenido el reconocimiento que se merece. Su interpretación de un Presidente realmente tonto es sensacional. Sus apariciones en público no tienen desperdicio.

El principal problema de estos personajes es que ninguno está tratado en su totalidad, siendo sólo esquemas básicos de su personalidad, y tampoco evolucionan demasiado en la trama, aunque parezca lo contrario. Han querido abarcar demasiadas cosas, y en algunos casos se han quedado a medio camino. La película empieza muy bien, incluso hay escenas muy logradas, cargadas de acidez, que logran que el espectador se ría. Lamentablemente, y según va avanzando, se olvida de todas sus propuestas, y decide un camino fácil y sin riesgos, a la hora de su resolución. Mientras uno la ve, piensa que el gran Billy Wilder hubiera hecho maravillas con este material. Hubiera puesto toda la carne en el asador, que es lo que no se hace aquí.

Por otro lado, Paul Weitz, que había demostrado en sus anteriores films algo más que pericia narrativa, aquí anda un pelín perdido, e incluso su puesta en escena es bastante convencional ¿Será Chris el que tiene talento? El ritmo decae en ocasiones, y en su parte final, la más floja, va a trompicones.

De todos modos una película pasable, un poco atípica en el actual panorama norteamericano. Se estrena mañana en nuestras carteleras y no la recomiendo especialmente pero sí es muy superior a otras cosas que nos están llegando de allí. Por lo menos no es un remake.

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