Se estrena en cines el 13 de abril ‘Ambulance. Plan de huída’, un remake de la película danesa ‘Ambulancen’ (2005), que dobla casi la duración de la misma, conducido por Michael Bay, con nombres en el reparto como Jake Gyllenhaal, Yahya Abdul-Mateen II y Eiza González y unos ajustados de 40 millones de dólares de presupuesto que dejan un resultado en pantalla que debería avergonzar a muchas grandes producciones recientes más caras.
Tratar de descubrir en 2022 los problemas y virtudes del cine del tipo detrás de ‘Armageddon’ (1998) resulta, si no redundante, completamente inútil, puesto que quien más y quien menos, cada uno tiene ya su propia imagen de lo que es el director californiano. El director de mal gusto grotesco y pueril de las películas de ‘Transformers’ o el virtuoso del cine de acción adicto a las explosiones de ‘La Roca’ (The Rock, 1996), a veces ambos a la vez, y otras sorprendente y efectivo en un perfil más modesto, siempre en sus términos, como esta.
Acción en movimiento
El planteamiento de ‘Ambulance’ tiene a un veterano de guerra llamado Will Sharp desesperado por conseguir dinero para cubrir las deudas médicas de su hija, por lo que recurre a su hermano adoptivo Danny, quien le ofrece participar en un robo a un banco. Pero su intento de escape sale mal y los hermanos secuestran una ambulancia con un policía herido y una paramédica con la que deberán huir de un inmenso dispositivo de fuerzas de seguridad desplegado por toda la ciudad mientras mantienen a sus rehenes con vida.
Una idea sencilla, que podría haber sido escrita por Larry Cohen, –más como el guionista de ‘Última llamada’ (Phone Booth, 2002) que como autor de la película ‘La ambulancia’ (The Ambulance, 1990)–, de esas que consigue conjugar tres elementos para extender la propuesta a toda una experiencia inagotable que el libreto de Chris Fedak consigue mantener en lo más alto durante más de dos horas de las que, prácticamente más de 90 minutos corresponden a una persecución ininterrumpida.
Bay parece haberle cogido el gusto a darle un toque Scorsese a su cine tras 'Dolor y dinero' y aquí parece acumular peripecias en un estructura con cierto eco a lo 'Jo, qué noche' pero con una cinética delirante en donde aplica todos sus trucos de siempre, tirando el resto y desplegando una gran cantidad de drones y cámaras encima, debajo y de posición lateral de su furgón, para crear una vertiginosa oda a la velocidad que parece el hijo alimentado con anabolizantes de ‘Speed’ (1994), ‘Imparable’ (Unstoppable,2010) y ‘La huida’ (The Getaway, 1972), solo que en vez de una bomba a punto de explotar tenemos a un herido del que depende la supervivencia de los pasajeros de la ambulancia.
Tensión a 200 kilómetros por hora
La tensión acumulada aumenta las pulsaciones en cada curva y Bay parece administrar sus sorpresas sin reparar en verosimilitud, y ni falta que hace, con un crescendo en el que cada nuevo personaje, cada nuevo plan improvisado y movimiento de la policía es una vuelta de tuerca imposible que hace a ‘Ambulance’ una bola de nieve de diversión. Pocas veces ha estado el director tan atinado en depurar su montaje para dejar solo las tajadas más magras, evitando la alternancia “escena de acción/escena de diálogo” que en ocasiones ha afectado tanto el ritmo de otros de sus esfuerzos.
La limitación de medios hace que la imagen a veces no sea tan sofisticada como otros de sus trabajos, pero hay una sensación de improvisación que beneficia al caos dinámico de la aventura, incluso bastantes de sus gags de humor slapstick funcionan, gracias principalmente estado alerta de los actores, especialmente un Gyllenhall que ha tomado el pulso a su versión más histriónica y por fin hace de un personaje oscuro y desquiciado a su altura, que funciona muy bien en contraste con el confidente Abdul-Mateen, también especializado en dar un rango amplio de grises a sus papeles, que siempre generan una compasión particular gracias a su mirada.
‘Ambulance’ es toda una descarga de desfibrilador al comatoso blockbuster sin superhéroes: tiros, explosiones, violencia y combustión de litros de gasolina en un paseo turístico kamizaze por Los Ángeles que deja exhausto y con el que Bay proporciona un manual de narración en quinta marcha para demostrar que, cuando quiere, se convierte en ese compositor superdotado del cine de acción capaz de pensar a lo grande para darnos películas incontestables como ‘13 Horas: Los soldados secretos de Bengasi’ (2016) o ‘Dolor y dinero’ (2013).
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