'Amama', la modernidad del pasado

Con la fantástica 'Loreak' de Jon Garaño y José Mari Goenaga como representante española para los Oscar 2016, está claro que el cine vasco esta en boga y está construyéndose un estilo propio y especial que se caracteriza por la delicadeza y los silencios. Ahora nos llega 'Amama', de Asier Altuna, que como ya hiciera 'Loreak', pasó por la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián 2015, dónde se alzó con el Premio Irizar del Cine Vasco y sorprendió a todos con su delicadeza y riesgo a la hora de contar una historia sobre el choque generacional, la lucha de la modernidad y la tradición.

'Amama', rodada íntegramente en euskera, es el primer largometraje de ficción en solitario de Asier Altuna, que en 2011 dirigió el documental 'Bertsolari' y en 2005, co-dirigió junto a Telmo Esnal 'Aupa Etxebeste!', una alocada comedia que estuvo nominada al Goya a la Mejor Dirección Novel de ese año. Con 'Amama', Altuna nos habla de la cultura vasca, la cultura rural que desaparece frente a las nuevas generaciones que se desentienden de sus raíces y de las historias y tradiciones del pasado.

La mirada silenciosa del pasado

Amama quiere decir abuela en euskera. Y en la cinta de Asier Altuna es la abuela la que observa silenciosamente cómo el mundo que ella conoce y construyó se va derrumbando y desapareciendo. El relevo familiar, del que ella misma escribió el destino al pintar -simbólica y poéticamente- unos árboles para cada uno de ellos, parece no estar interesado en sus raíces y en la tierra que les vio crecer y a muchas generaciones antes que ellos. Ese caserío, en medio de un frondoso bosque, representa un mundo antiguo de costumbres ancestrales.

Una de esas costumbres es la de nunca dividir la casa familiar y es el primógenito varón quien herede la casa, aunque éste será el primero que la abandone, seguido por su otro hermano. Es Amaia, la única mujer y la presdestinada por la abuela a ser la oveja negra de la familia, la que se queda. Es respondona y lucha contra el mutismo de su padre, la sumisión de su madre y el silencio de su abuela. A través de su arte, Amaia verá su casa y la importancia del pasado, a través de los ojos de su abuela y comprenderá y hará entender sobre la necesidad de adaptar las tradiciones al mundo moderno.

Rodada con una delicadeza exquisita y una fotografía de tonos desaturados -a cargo de Javier Agirre-, pero que no deja de transmitirnos el poderoso color verde del bosque que rodea al caserío o los sabios ojos azules de la amama, el ritmo de la cinta de Altuna parece amoldarse al de ese mundo rural en extinción: el trabajo sin descanso de sol a sol, en el cambo y con el ganado, pero a la vez tranquilo y pausado y de apariencia cansada. 'Amama' deambula, así, entre dos mundos que fuisona utilizando una bellísima poesía visual.

Una poesía plasmada en imágenes y en situaciones muy simbólicas -la abuela pintando los árboles o el padre cortando uno de ellos para desterrar a uno de sus hijos-, que se entremezclan en la trama con sueños de los personajes y con el arte que de Amaia: fotografías e imágenes rodadas en super 8. Es en estos sueños y en el trabajo de Amaia, donde encontramos la parte más experimental del film, que roza casi el video-arte, aunque algunas de estas imágenes propuestas, a pesar de poéticas y significativas, a veces parecen la opción fácil y evidente: la cuerda que une al primogénito al caserío y que termina por romperse, por ejemplo.

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Retrato de familia

A pesar de esta evidencia poética -que no tiene porque molestar a todo el mundo, al fin y al acabo es efectiva y funciona-, Asier Altuna consigue contarnos un pedacito de la cultural rural vasca a través de una familia cualquiera de la zona. La forma en la que dibuja a sus personajes y nos presenta la historia de forma tan poética, arriesgada y experimental hace que la ese retrato de familia y el choque generacional, termine siendo universal. Además de contar con un sorprendente reparto -con algunos lazos familiares reales entre ellos- en el que destacan Iraia Elias (Amaia), Amparo Badiola (la amama) y Kandido Uranga (el padre).

'Amama' es el afianzamiento de una industria cinematográfica que apenas traspasaba sus fronteras. Es especial, única y capaz de abrirnos las puertas y dejar constancia de la riqueza cultural de nuestro país. Y sobre todo, una bellísma reflexión sobre la necesidad de proteger nuestras raíces, adaptarlas a nuestro tiempo y no olvidar nunca de donde venimos. Ahora, sólo habrá que tener un poco de suerte y pillarla en nuestro cine más cercano.

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