La fórmula "Bambú" suele funcionar muy bien: dramas de época con cierto toque culebronesco, guapos y guapas teniendo romances, grandes secretos y una producción barata pero efectiva. ¿Qué lo llevamos a unas galerías? 'Velvet'; ¿a un hospital militar? 'Tiempos de guerra'; ¿a Telefónica?: 'Las chicas del cable'.
Precisamente el éxito de esta como primera serie española de Netflix llevó a la plataforma a afianzar su alianza con una nueva serie de Bambú: 'Alta mar', un misterio de asesinato al bordo de un transatlántico que Netflix estrena este viernes 24. Lamentablemente, los estándares mínimos de calidad a las que nos tiene acostumbrados producciones de este estilo, no existen.
Y, la verdad, es que nos encontramos con un chasco porque el nivel medio de las series ideadas por Ramón Campos, Gema R. Neira y compañía suele ser bastante fiable: buenos formatos, con una fórmula precisa y funcional, con desigual resultado pero raramente hace series "malas". Esta lo es.
Un transatlántico lleno de tópicos andantes
Nos encontramos a bordo de un grandioso transatlántico, donde una polizonte logra colarse a bordo gracias a la ayuda de dos hermanas: Carolina (Alejandra Onieva) y Eva (Ivana Baquero). La trama salta cuando esta es arrojada por la borda en lo que parece un asesinato.
A partir de entonces crecerá las tensiones, se limitará el acceso a ciertas zonas de barco a los de tercera clase, mientras se entrevé una trama secreta en torno al dueño del barco. Un "gran" misterio escrito por Campos, Neira, Daneil Martín Serrano, Curro Novallas y José Antonio Valverde bajo la dirección de Carlos Sedes.
En 'Alta Mar' se da un cúmulo de factores que abocan la serie directamente al desastre. Podríamos comenzar con la acumulación de tópicos que se ejecutan de la peor de las formas. Estoy hablando del típico sicario que marca con una X tal o cual paquete a bordo, del camarero guaperas, de la mujer muy obvia en su feminismo (que que haya mensaje bien, pero queda muy forzado y evidente)...
Pero sobre todo hablo del malo que es malo de opereta, de los que miran con mirada aviesa tras un periódico, del prometido de la protagonista que recibe llamadas sospechosas... de tantas y tantas cosas que se machacan de tal forma en la serie que parece que toma al espectador por tonto. La sutilidad y la ambigüedad brillan por su ausencia.
Que parte de la culpa la tiene un guion repleto de diálogos malos y situaciones forzadísimas, pero también de una actuación que roza lo amateur en el mejor de los casos. Algo de lo que ni siquiera veteranísimos de la escena como José Sacristán se libran.
Mención aparte merece también los decorados, baratos y tan irreales que en ningún momento te da la impresión de estar en un barco de época. Todo tiene un aire de no estar a la altura de lo que promete.
La verdad es que me da la impresión de que en el fondo lo que ofrece 'Alta Mar' no es demasiado distinto al promedio de las producciones de Bambú. Quiero decir, todo en ello tiene los rasgos de las ficciones de Campos y Neria incluyendo a Jon Kortajarena, las situaciones manidas, triángulos amorosos, personajes característicos...
Una fórmula con la que no les ha ido del todo mal, pero que con esta producción concreta no han atinado. El problema viene porque en esta serie se les nota acomodados y esto resulta en una serie claramente inferior a su media. Como si a estas alturas de la película no tuvieran nada que demostrar y con el cheque de Netflix han tirado a lo facilón.
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