‘Llamando a las puertas del cielo’ para ver si ahí las películas son mejores

Wim Wenders tuvo una época en la que era un buen director de cine. O al menos era un director interesante, que aportaba una visión, que tenía un toque personal y una forma particular de hacer cine. Pero han pasado ya muchos años desde ‘Paris Texas’, ‘El amigo americano’, ‘El cielo sobre Berlín’ y su no reconocida secuela ‘Tan lejos tan cerca’, o ‘Hasta el fin del mundo’ y, desde hace tiempo, el alemán no levanta cabeza. ‘Llamando a las puertas del cielo’ es una buena muestra de otro de sus fallos rotundos, pero incluso con eso, es menos mala que las justo anteriores: ‘El hotel del millón de dólares’, ‘Tierra de abundancia’ o ‘The Soul of a Man’ y más o menos igual que ‘El final de la violencia’. Desde hace doce años, únicamente ‘Buena Vista Social Club’ puede tener como valor la obra de los músicos que presenta, pero lo demás no interesa a casi nadie. Ni siquiera entiendo que le sigan produciendo películas, pues ahora parece que no atrae ni siquiera a su público habitual.

Aquí se puede ver el trailer y acceder a la página oficial del director para conocer más sobre este film que se estrena hoy.

Howard Spence, ídolo de mujeres con una vida de múltiples relaciones y escándalos, se da cuenta que en el fondo es un ser solitario que vive de sus pasadas glorias como actor. De repente, después de una noche de fiesta y harto de sí mismo, emprende la búsqueda de sus raíces y seres queridos que le lleva a enterarse de la existencia de un hijo desconocido. En su camino se reencuentra con Doreen, una mujer a la que quiso tiempo atrás, y se ve en la difícil situación de elegir si volver a su vida de antes, para continuar con el rodaje de la que puede ser su última película.

El importante escritor y actor estadounidense, Sam Shepard (‘Baby, tú vales mucho’, junto a Diane Keaton), ganador de un Premio Pulitzer por su obra de teatro "Niños enterrados" (1978), vuelve a colaborar, más de veinte años después, como guionista y protagonista de este film con el director alemán. Acompañan al dramaturgo en el reparto, la ganadora de un Oscar y pareja de Shepard, Jessica Lange ('Flores Rotas'), Eva Marie Saint ('Superman Returns') y Sarah Polley ('La vida secreta de las palabras') y Tim Roth ('La última señal').

Al tratarse de un guión de Sam Shepard, basado en una historia suya, pensé que habría algo más que contar. Pero no existe ni un solo elemento en toda la película que no sea un puro y absoluto tópico: el hombre perdido, que lleva una mala vida y que deambula sin más cambia al conocer la noticia de que tiene unos hijos ilegítimos. ¿Cuántos telefilmes de tres y media de la tarde nos hemos tragado con el mismo argumento? Es cierto que, independientemente del argumento, con un tratamiento original, se puede hacer una buena película, pero no es el caso.

El comienzo de la película, en el ambiente de rodaje, podría parecer interesante, pues Wenders hace una buena muestra de cómo son los equipos de producción. Pero al cabo de un rato te das cuenta de que la película no va por ahí, tanto que esa parte sobra por completo. En ‘Paris Texas’, el cineasta lograba mostrarnos a un personaje que salía de la nada, lo cual le daba una cierta magia. Aquí se excede tanto en ese retrato metalingüístico que llega hasta resultar burdo, sobre todo porque no es eso lo que quiere contar. En ese sentido, la parodia que hace de films del Oeste, con los trajes arreglados y la luz del atardecer, no le podría funcionar menos, pues esa escena que en teoría recurre tan gratuitamente al melodrama resulta mejor que su emotivo final.

La historia que cuenta es la de un hombre que vaga por carreteras perdidas. Sus visitas a familiares empiezan no demasiado bien, pero van cayendo hasta resultar ridículas. La relación con la madre, bueno, todavía hasta ahí el interés nos lo mantiene. Con esto quiero decir que la película la vi con buena fe y, por lo tanto, el principio y esta otra parte aún las estaba viendo con una sensación positiva. Pero eso dura poco. Cuando llega al pueblo donde está la antigua novia y su hijo, ya se hunde del todo.

La parte de Tim Roth, contada en paralelo, se pierde durante mucho tiempo para luego recuperarse sin sentido… no aporta nada. Mira que me encanta esta actor, pero su papel es tan innecesario como todo lo demás. El personaje de Jessica Lange, con la fuerza que tiene habitualmente esta actriz, es nulo. Ella no representa ningún conflicto ni tampoco hace nada lógico en su personaje (como enfadarse o reprocharle cosas a Shepard). Se limita a estar presente ahí y a recordar cosas junto al protagonista.

Gabriel Mann, el actor que hace de hijo del protagonista, tiene unos momentos tan bajos y ridículos de pataleos y enfados infantiles, que ni el peor actor de series diarias para adolescentes igualaría. El personaje de Sarah Polley, absurdo de por sí, no mejora con la interpretación de ella. Con las cenizas de su madre bajo el brazo de acá para allá recuerda a la mujer del leño de ‘Twin Peaks’, que todo el mundo sabía que estaba enajenada. Sarah Polley las cenizas. Para rematar, cuando Wenders la encuadra a través de un flu para crear el momento más dramático, dan ganas de salir del cine gritando.

Por si el guión no pareciera malo ya con todo esto, se puede añadir que comete uno de los errores más graves, que consiste en poner los conflictos y las preocupaciones en boca de los personajes, sin ningún disimulo, como si fueran Pepito Grillo. Sarah Polley parece que está ahí sólo para eso.

Como se puede comprobar en la imagen superior, Wenders plagia o emula los cuadros de Edward Hopper. Por lo tanto, alguna imagen es bonita. Hay incluso una escena que resulta más o menos lograda y es la de Sam Shepard tirado en el sofá que ha arrojado su hijo, junto el resto de la casa, por la ventana, viendo pasar los coches tuneados con espejos, el tiempo y la gente. Pero nada más. Wenders ya ha perdido su poesía. Ya no sabe transmitir lo que hasta hace una década aproximadamente transmitía. Sus personajes ya no se sostienen, sus historias aburren, pero ahora no por la lentitud de su estilo, como en su buena época, sino porque ni interesan.

La banda sonora, como siempre en Wenders, es lo mejor. Ya os había hablado de la aportación que harían Bono y The Edge. Como en otras películas del director (‘Tan lejos, tan cerca’, ‘Hasta el fin del mundo’…), ‘Don’t come knocking’ lleva en su banda sonora, una canción homónima de los componentes de U2. En este caso, son únicamente Bono y The Edge, acompañados por la voz de Andrea Corr. La canción puede escucharse en la página oficial de U2. La colaboración entre los músicos y el director es tan estrecha que el alemán llegó a poner en imágenes un guión de Bono en ‘El hotel del millón de dólares’. A pesar de ser una gran admiradora de la banda irlandesa, que recientemente han aparecido en un documental sobre Leonard Cohen, debo reconocer lo desastrosa que resulta esta película.

Esta película tiene otra vez, una traducción de título que dice lo contrario que su original: ‘Don’t come knocking’, no llames, traducida por ‘Llamando a las puertas del cielo’. En fin. Si eso fuera lo único malo…

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