‘La casa de las flores’ se convirtió en toda una sensación cuando llegó a Netflix en agosto de 2018. El culebrón creado por Manolo Caro tuvo una acogida bastante entusiasta tanto por parte de la crítica como del público y llegó a su fin este pasado mes de abril con el lanzamiento de su tercera y última temporada. Personalmente, nunca terminé de conectar con ella, pero eso no impidió que sintiera mucha curiosidad por ‘Alguien tiene que morir’, la nueva obra de su autor que llega hoy 16 de octubre a Netflix.
Vendida como el salto al thriller de Caro tras muchos años centrado en la comedia, ‘Alguien tiene que morir’ se decanta más por el turbio drama familiar en los tres episodios que dan forma a una miniserie que cuenta con ingredientes llamativos pero luego no consigue que la mezcla llegue a funcionar. Tampoco es que sea un desastre, pero sí que, en el mejor de los casos, se queda en tierra de nadie.
Secretos familiares
‘Alguien tiene que morir’ cuenta la historia de la familia Falcón, miembros de la clase privilegiada durante el franquismo y un poco la envidia del resto. Sin embargo, lo externo no importa tanto como lo que sucede dentro de su hogar, donde la vuelta de su hijo va a ser el causante de un cataclismo en cuanto todos empiecen a sospechar que es homosexual, algo que en la España de los años 50 no estaba precisamente bien aceptado.
Por esa vía, ‘Alguien tiene que morir’ no aporta gran cosa, ya que en la faceta más emocional existe cierta frialdad que limita su capacidad de impacto en el espectador. A ello ayuda que en todo momentos exista cierta tendencia a lo superficial, mostrando el lado más afectado sin molestarse en construirlo de tal forma que uno llegue a entrar en lo que se nos está contando. Por citar un caso sin relevancia con la trama principal, todo lo relacionado con la aparición de Eduardo Casanova sería un gran ejemplo de esto.
Entiendo que eso puede ser en parte consecuencia del hecho de que la serie se construye sobre los secretos y el tabú, prefiriendo dar a entender cosas en lugar de entrar de lleno en ellas. Esa táctica puede ser más que válida sí sabes cómo utilizarla, pero ahí queda al descubierto otro de los problema de la serie: lo acartonados que resultan sus diálogos y, aunque en menor medida, las situaciones que propone.
Una mezcla fallida
Ahí no creo que sea tanto una tendencia a la teatralidad como a lo estática que resulta la serie en líneas generales. Por un lado busca el suspense pero sin desarrollar una tensión que te atrape, por otro toca las dificultades de ser homosexual en la época pero le falta arrojo para tener una personalidad propia. Es como si confiase más en el choque que provoca, elevado por la curiosidad de que uno de los personajes sea bailarín, y que a partir de ahí parezca lógico que algo así suceda en la sociedad de la época.
Es como si lo que le faltase a la serie es ese toque más juguetón que podríamos haber esperado viniendo de Caro, porque aquí ni siquiera se terminan de aprovechar los elementos más dramáticos. Sí, hay personajes afectados, pero ese dolor que los actores hacen todo lo posible por expresar se queda, una vez más, en la superficie. Ahí quizá ‘Alguien tiene que morir’ hubiese agradecido una mayor extensión para ganarse lo que busca en lugar de ir al meollo son contar con la base necesaria.
Un buen ejemplo de ello lo tenemos con el personaje de Ester Expósito, quien sabe alejarse de su Carla de ‘Élite’ sin por ello renunciar a su lado más seductor. El problema está en la construcción del personaje desde el guion, dando bandazos sin que en ningún momento lleguemos a conocerla. Vale que su personaje sea más un complemento que protagonista, pero ese mal es algo que afecta, en mayor o menor medida, a la mayoría de personajes.
Por suerte, el reparto sí que está más que correcto, pero con los personajes que les caen en suerte la única que realmente tiene alguna oportunidad de brillar es una estupenda Carmen Maura como la malvada matriarca de los Falcón. No obstante, su Amparo también hubiese agradecido algo más de tiempo para llegar a conocerla realmente.
En resumidas cuentas
‘Alguien tiene que morir’ se queda muy lejos de ser otro triunfo de Netflix, ya que parece confiar demasiado en que con los ingredientes y el reparto que tiene ya iba a ser suficiente para hacer una serie apasionante. En realidad es una propuesta un tanto superficial que quiere la recompensa del aprecio del público sin hacer los esfuerzos necesarios para conseguirla.
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