‘La cáscara’, sobre el bloqueo creativo y la usurpación de la identidad

Pedro es un joven director de arte de una agencia de publicidad. Trabaja mano a mano con Juan, director creativo. Cuando presentan una campaña a un anunciante dueño de un laboratorio farmacéutico, se encuentran con la contrariedad de que la competencia va a sacar una creatividad similar. Por lo tanto, tendrán unos días para dar con una nueva idea. Juan afirma tener la solución y queda en contársela a Pedro al día siguiente. Pero antes de que le pueda decir nada, Juan muere en un accidente de tráfico. Pedro es ascendido inmediatamente al cargo que ocupaba Juan y ahora tiene la responsabilidad de presentar una campaña diferente al cliente. Mientras intenta averiguar qué había pensado su difunto jefe, Pedro irá metiéndose en la vida de Juan hasta casi usurpar su personalidad. Juanito, un niño que deambula solo por las calles, ayudará a Pedro a encontrar su propia idea.

Mañana, día 20, se estrena ‘La cáscara’. Podría ser un psicotrhiller que se centrase en los temas mencionados más arriba: el bloqueo creativo y la usurpación de la identidad. Sin embargo, ambas cosas están tratadas de forma tan sutil, que es difícil saber si tocar estas cuestiones realmente era la intención de su director y guionista: Carlos Ameglio. La distribuidora la ha vendido como una reflexión sobre el materialismo y el frenesí de consumo en nuestra sociedad, pero nada de eso se ve por la película, si acaso en la subtrama de la operación estética de la hermana del joven publicitario, pero esta historia paralela está presente en un porcentaje mínimo de la cinta. La etiqueta que le ponen en la página web, la de comedia negra, me convence menos aún.

Los intérpretes son Juan Alari, Gonzalo Cammarota y Martín Voss, en los papeles de Pedro, Juan y Juanito, respectivamente. La labor de los actores es lo que más cabe destacar, especialmente la del protagonista, que despierta una empatía que es el elemento que con mayor fuerza nos engancha a la película, pues la historia no lo logra tanto. El niño también resulta de lo más entrañable y enigmático. El resto del reparto está igualmente natural y sentido. En este apartado, la labor del director no se puede reprochar.

Pero en el apartado narrativo, me surge la duda sobre si la historia que se cuenta no tenía fuerza suficiente siquiera sobre el papel o si es la forma en la que está relatada lo que hace que aparente tener poca intensidad dramática. Probablemente se trate de lo segundo. Y aquí se me plantea otra pregunta: si esta forma sutil de aproximarse a la trama es intencionada o simplemente se trata de una torpeza de principiante. De la misma forma en la que no me han quedado claras las intenciones del realizador, se me escapa también el tono que quiso conferirle a su ópera prima. Yendo más allá y aunque suene a trabalenguas: ni siquiera sé si la sutileza con la que presenta sus intenciones es intencionada.

Después de cuestionarme tanto, desecho mis propias preguntas diciendo que da igual que sea de una forma o de otra. Poco importa cuáles fueran las pretensiones del autor. Lo verdaderamente válido es el resultado, es decir, lo que se produce en el espectador. Y es una pena concluir que lo que produce el visionado de la historia, debido a que se desarrolla de forma muy lenta, pueda ser hastío. Como decía, el personaje engancha, por lo que la desconexión no es total, pero tampoco hay una fascinación constante ni una intriga durante la mayor parte del metraje. Tiene bastantes puntos muertos donde se puede perder el interés o caer en la indiferencia.

Así que, fuese decisión del autor contar la historia de forma lenta y de definirse muy poco en cuanto a sus intenciones o fuese falta de habilidad, el caso es que el resultado no ha sido favorable en cuanto a esos dos aspectos. El mismo argumento, contado de forma más centrada y concreta, sería más interesante. Quizá un montaje más depurado del mismo material incluso ya lo convertiría en algo con mayor fuerza. Es decir, que a esta película le falta muy poco para ser buena. Por lo tanto, a este director novel le auguro un futuro con buenos trabajos y reflexiones sobre la vida que nos harán pensar.

‘La cáscara’ es una producción hispano-uruguaya-argentina. Se trata del primer largometraje de Carlos Ameglio, que en 1995 ya dirigió su primer corto, ‘La fruta en el fondo del tazón’, al que siguieron dos mediometrajes ‘Los últimos Vermicellis’ y ‘El Hombre de Walter’, trabajos todos ellos que le han valido numerosos galardones en los festivales en los que han participado.

Aquí se puede encontrar el tráiler

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