Agustí Villaronga ha fallecido, y ahora que se recuerda por ser muy conocido por sus miradas oblicuas a la Guerra Civil Española, merece la pena repasar su primera etapa, cuando fue un gran director de género, después de irrumpir con la tremebunda ‘Tras el cristal’ (1986) y la crowleriana ‘El niño de la luna’ (1989) y tomarse un largo descanso de casi una década, finalmente estrenó su tercer largometraje, el más abiertamente de terror, que se puede encontrar en Flix Olé, la demasiado olvidada ’99.9: la frecuencia del terror’.
Apoyándose mucho más en la sugerencia y la atmósfera que en debut, esta especie de, a ratos, precursora del formato de metraje encontrado que barrería el género de terror un par de años más tarde, es una pequeña película inquietante que se ubica en un lugar incómodo entre la era clásica del Eurohorror y el renacimiento del terror español, con una ola sobrenatural en los 90 que empezó ‘La luna negra’ (1990), siguió con Álex de la Iglesia y se consolidó con títulos náufragos como ‘Memorias del Ángel Caído’ (1997) y esta.
Aunque esta no era exactamente el mismo terror satánico, jugaba con ello en el título ‘99.9’, que podría jugar con que invertido también es el signo de la bestia, pero sus intenciones eran otras. En realidad, la película originalmente iba a ser el piloto de una serie de televisión que trasladara el espíritu del gran éxito del momento, ‘Expediente X’, a los grandes misterios del país, que habría sido protagonizada por la actriz María Barranco, quien habría sido la responsable de llamar a Villaronga para escribir el guion de los 13 episodios, siendo el primero ‘Los rostros de Jimena’.
Un 'Expediente X' español frustrado
Cuando la dificultad de encontrar financiación condenó el proyecto —¿quién pasaría de una serie de terror dirigida por Villaronga?— , se transformó en un estreno para pantalla grande que tendría dirección de fotografía del conocido Javier Aguirresarobe (‘Los Otros’, La saga ‘Crepúsculo’, ‘Thor: Ragnarok’) y la música de Javier Navarrete, que pasó a ganar una nominación al Oscar por su partitura para ‘El laberinto del fauno’ de Guillermo del Toro. El guion sería coescrito con Lourdes Iglesias y Jesús Regueira.
’99.9’ cuenta la historia de Lara, quien presenta un programa de entrevistas de radio que trata sobre fenómenos paranormales y recibe un paquete de material que le informa sobre la horrible muerte de Víctor (Gustavo Salmerón), un hombre gay que también era el padre de su hijo. En ese momento comienza a investigar cómo fue empalado, desnudo, en una puerta de hierro del cementerio del pueblo de Jimena, algo que las autoridades descartaron como un accidente.
Lara logra descubrir que Víctor se obsesionó con lo paranormal, particularmente con el fenómeno de la psicofanía, la grabación de las voces de los muertos a través de medios electrónicos, y en su caso, usando un televisor sin sintonizar para canalizar voces del más allá, usando como conductor a drogadictos sin hogar, ya que parece que los que están en estados alterados tienden a ser más fluidos con el otro mundo. La cinta de video que le enviaron muestra algunos de sus experimentos y un Víctor desnudo, aparentemente solo unos minutos antes de su misteriosa muerte, corriendo asustado.
Parapsicología cañí de los 90
Al llegar al pueblo, Lara alquila una habitación en una pensión del escultor local Simón (Simón Andreu) y comienza a investigar, con la ayuda de la empleada de la pensión, Julia (Ruth Gabriel). Así empieza la clásica tensión con los lugareños que le dicen que se aleje del pueblo hasta rastrear a Dolores (Terele Pávez), una mujer internada en un manicomio, que le revela que 200 años antes, los soldados franceses asesinaron a mujeres y niños que vivían en la casa de Víctor, cuando era un burdel, y aparentemente ha estado embrujada desde entonces, con los espíritus manifestándose como rostros en las paredes que parecen moverse por sí mismos.
La idea central de la película se basa en las llamadas “caras de Bélmez”, un conocido fenómeno sobrenatural en la España de la época. En 1971, en una de las casas de este pequeño pueblo de Jaén, empezaron a aparecer y desaparecer en el suelo de cemento unas imágenes de rostros que se hicieron tan populares que en la semana santa de 1972 cientos de personas acudían a la casa, en unas romerías que se prolongaron durante más de 30 años. En los 90, lo paranormal volvía a estar de moda en la televisión.
La presencia en la cultura popular del momento de personajes como Tristanbaker, un parapsicólogo iluminado que antes de saltar de late night en late night aparecía en las noticias de Antena 3 llevando a cabo exorcismos que se daban como una pieza más. Villaronga utilizó este sustrato mental para crear una historia más centrada en el horror rural y el spanish gothic, con amantes, almas torturadas, brujería y experimentos secretos bajo la apariencia de un misterio criminal típico en el thriller popular en una pantalla atrapada en la sombra de ‘El silencio de los corderos’.
Horror cósmico y paganismo en plena meseta
Ya sorprendía la presencia de María Barranco, más famosa por sus papeles en comedias españolas como ‘Todos los hombres sois iguales’, ‘Boca a boca’ o ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ que daba una buena réplica a la aquí más amenazante que nunca Terele Pávez, musa de Álex de la Iglesia. ’99.9’ aparecía solo un año tras el estreno de ‘Tesis’ de Amenábar, y como aquella, su trama circula alrededor de la violencia, el mal y las cámaras, aunque el formato “epistolar” desde el presente se relaciona más con ‘Arrebato’ de Iván Zulueta.
Aunque esa parte es solo una pieza más de una serie de líneas comunes con el terror europeo de Pupi Avati y sus espirales hacia los secretos innombrables de lugares apartados, especialmente ‘Zeder’, pero Villaronga aplica una sensibilidad modernista que intercala tecnología moderna y comunicación como la extensión de transmisiones sobrenaturales que la acercan a la filosofía del horror cósmico de películas recientes como ‘The Empty Man’, con presencia de psicofonías, imágenes borrosas en la estática de la televisión; y conceptos como la proyección de estados alterados de conciencia.
Sin embargo, Villaronga casi no tiene interés en el propio misterio sobrenatural, sino en la psicología de una microcomunidad y sus secretos relacionados con esa propiedad, mientras que lo oculto tan solo “sucede”, por ello pasa fríamente por algunas partes de la historia como la grabación de cementerios, los sueños de personas particularmente sensibles a esos lugares y la cantidad de diarios en VHS que se adelantan un año a las maldiciones analógicas de ‘The Ring’ (1998) que iban a cambiar el cine de terror para siempre.
Adelantada a su época
Pese a todo, ubicar la mirada en el terror en la protagonista acerca a Lara a otros investigadores sobrenaturales que duraron un solo episodio, como el de ‘The Norliss Tapes’ o ‘Dark Intruder’, y deja las ideas fantásticas en el terreno de la sugerencia, dando a entender que las entidades encarceladas en esa casa, no son tanto espíritus de muertos, sino proto-criaturas de los albores de la vida en la tierra, ideas poderosamente lovecraftianas que se expanden en una narración final que deja la miel en los labios.
’99.9’ es una película modesta, a veces minimalista en su puesta en escena, pero al mismo tiempo se notaba muy adelantada a su tiempo. No solo iba un paso por delante de los Paco Plaza y Jaume Balagueró que adaptaban a Ramsey Campbell, sino que hoy parece encajar perfectamente en la cascada de cine folk horror y las nuevas ficciones de horror en la España vaciada, de ’30 monedas’ a ‘Cerdita’, de hecho está rodada en Madrid, con exteriores en La Vereda, Guadalajara, con casas de piedra y ambiente áspero no muy diferente del de ‘As Bestas’.
Pero además, Villaronga trataba abiertamente lo queer, con una sutil exhibición del estilo de vida y la hostilidad latente hacia los extranjeros y los homosexuales, logrando una mezcla de animadversión local y ocultismo persistente con el contraste de la gran ciudad frente a un ambiente de pequeña comunidad, que también se trasladaba con un choque de lo científico o preternatural y la superstición. ’99.9’ es una película turbia y singular, con rituales familiares que recogen las relaciones de ‘Hereditary’, el costumbrismo de señoras con media negra y la brujería de ‘Venus’ y la aproximación realista de ‘O Corpo Aberto’, una pequeña joya que crece cada año.