“Eres una mujer hermosa. Mereces una vida hermosa”.Jacob Jankowski (Robert Pattinson)
‘Agua para elefantes’ (‘Water for Elephants’, 2011) tiene un sabor a melodrama añejo que se paladea con agrado. Supone un encantador regreso a un cine elegante, sencillo e ingenuo, lejos de todo cinismo, uno de esos relatos que intentan convertir la vida en algo intenso y maravilloso, una aventura llena de sorpresas, peligros y emociones, con buenos y malos, y una gran historia de amor que coquetea con la tragedia. Lejos de ser redonda, la película de Francis Lawrence (‘Constantine’, ‘Soy leyenda’) es muy fácil de ver, cuenta con un impecable acabado estético, un sólido trabajo interpretativo y una efectiva trama, cuyo romance funciona mejor cuando se mueve en torno al trío protagonista, donde no se nota tanto el empalago, algo previsible por la presencia de Robert Pattinson, uno de los sex-symbols del momento y la mayor baza de la producción de cara a la taquilla. Le sobra azúcar al cóctel, pero no lo llega a estropear.
Richard LaGravenese (‘Los puentes de Madison’, ‘El hombre que susurraba a los caballos’, ‘Posdata: Te quiero’) firma el guion de esta cuidada adaptación de la novela homónima de Sara Gruen, todo un éxito de ventas. ‘Agua para elefantes’ arranca en la actualidad, en una noche lluviosa frente a la entrada de un circo. Ya no queda mucha gente, todos se marchan a casa tras lo que parece haber sido otro día de poco público, pero hay un anciano (Hal Holbrook) que parece perdido y desorientado, en medio del aparcamiento. El encargado del circo lo lleva adentro, y mientras intenta contactar con alguien que se acerque a recogerlo, el hombre se presenta como Jacob Jankowski, exempleado del espectáculo de los hermanos Benzini en los años 30, famoso por haber acabado en desastre. Tras echar un vistazo a una fotografía de aquella época, los recuerdos se agolpan en la mente del viejo, que comienza a relatar cómo llegó a trabajar en el mundo del circo, una experiencia que transformó su vida para siempre.
La narración nos hace retroceder a la Gran Depresión (la de ahora no, la de los 30), cuyos efectos no resultan tan dramáticos en la casa de unos inmigrantes polacos que habían tenido que vivir en peores circunstancias antes de llegar a Estados Unidos. Jacob (Pattinson) tiene una vida tranquila por delante, a punto de terminar sus estudios de veterinaria en la universidad; pero todo da un giro tras un accidente de tráfico, quedando el muchacho solo, sin nadie a quien acudir, sin dinero ni hogar. Por fortuna para él, un tren se cruza en su destino. Así conoce a los empleados del circo de los hermanos Benzini, dirigido con mano de hierro por el carismático y agresivo August (Christoph Waltz). Son tiempos difíciles, la gente pasa hambre, los negocios quiebran, y todo ello le sirve como excusa para justificar un comportamiento brutal, no solo con sus hombres, a los que no duda en tirar del tren cuando le desobedecen o escasea el dinero, también con los animales de las actuaciones. Jacob se juega el cuello en alguna ocasión, pero cae simpático a August, y se convierte en el veterinario de la compañía.
Sin embargo, la relación entre estos dos hombres tan diferentes está condenada al enfrentamiento, en especial cuando entra en escena Marlena (Reese Whiterspoon), la principal estrella del show. Jacob se enamora al instante de la belleza y la elegancia de la mujer, pero pronto descubre que es ni más ni menos que la esposa del jefe. Prohibido fijarse en ella, es un crimen que se castiga con la muerte. Pero el chico no puede evitarlo conforme pasa más tiempo con Marlena, y ésta parece compartir sus sentimientos, feliz por escapar temporalmente de un marido violento. La afortunada adquisición de un elefante relaja la tensión; el animal proporciona al circo el espectáculo que faltaba, y el éxito de público es inmediato. La alegría no durará mucho, August sospecha que hay algo entre su protegido y su amada, y no tardará en dejarse llevar por los celos… ‘Agua para elefantes’ continúa de este modo con la temática de los peligrosos y complicados romances circenses, reciente en nuestras carteleras debido a Álex de la Iglesia y su caótica ‘Balada triste de trompeta’ (2010), si bien resulta más sano recordar las magistrales ‘The Unknown’ (‘Garras humanas’, 1927) o ‘La parada de los monstruos’ (‘Freaks’, 1932), de Todd Browning.
Apoyado en la excelente fotografía de Rodrigo Prieto (colaborador de Alejandro G. Iñárritu), la emocionante música de James Newton Howard y una generosa producción, no tiene muchos problemas Lawrence en trasladarnos a la época y los lugares de ‘Agua para elefantes’, mostrándose muy inspirado con todo el proceso de aprendizaje del protagonista, maravillado con el circo (pese a la miserias del trabajo), y sus dificultades para encajar en el cruel universo del tirano August (por cierto, curioso nombre). Además de que se echa en falta mayor atención sobre el maltrato animal (se centra solo en el elefante), se resiente la película con las acarameladas escenas de Jacob y Marlena, repetitivas, con flojos diálogos e interpretadas con escasa convicción por Pattinson y Witherspoon (mucho mejor separados), haciendo que se noten las dos horas de metraje, pero remonta el vuelo cada vez que aparece el extraordinario Christoph Waltz, uno de los hallazgos más afortunados de los últimos años. En definitiva, pese a sus limitaciones, un título recomendable, sobre todo para ir al cine en pareja.
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