‘El código da Vinci' no es una película de acción

Habíamos hablado de la película y del libro de ‘El código da Vinci’ a lo largo de tantas entradas que ya casi cansaba, pero hasta ahora no teníamos la crítica de la película. Bueno, pues aquí está por fin. Y lo más grave es que tampoco voy a desvelar nada nuevo con ella, apenas me he sorprendido al verla y supongo que apenas sorprenderá a quienes se hayan leído la novela o hayan oído hablar mucho sobre ella. Ron Howard no aporta nada especial con la adaptación, la deja básicamente en lo mismo y el verla en imágenes en lugar de imaginarla en la propia mente no supone ninguna emoción añadida ni ninguna sensación especial.

El hecho de que ‘El código da Vinci’ fuera un best-seller puede confundir y llevar a pensar que necesariamente se trata de una obra de acción y aventura, pero no es así. Uno de los aspectos más destacables del libro es, como ya comentamos, que introduce una serie de teorías que Dan Brown ha extraído de tratados anteriores. La parte de thriller con la que Brown ha adornado las teorías es mínima. En el ritmo de la novela, toda esta explicación y verborrea queda insertada sin hacer especial daño al interés, pues en un libro todo son palabras. Esto llevado al cine, tiene otro efecto. No es lo mismo que los personajes estén hablando continuamente a que haya acción. Y lo que ocurre aquí es que en la película todo es bla, bla, bla y, por tanto, se hace aburrida. Quien no haya leído el libro y no haya oído hablar anteriormente de todas estas teorías, se entretendrá escuchándolas, pero quien espere acción constante, se encontrará con que únicamente la hay en unas pocas escenas.

Incluso aunque lo mejor del libro fueran las teorías, éstas no resultan cinematográficas o al menos no en la forma en la que se han presentado. Por lo tanto, habría sido preferible arriesgarse a quitarlas o reducirlas para aligerar la película. Y, claro, al mismo tiempo, los guionistas tendrían que haber reescrito la parte de aventura para mejorarla y convertirla en trepidante. Si no querían perder las teorías, podrían haber mostrado como acción lo que se cuenta en palabras. Es decir, ver a Jesús, a María Magdalena, escuchar sus voces, etc… y no limitarse a mostrar destellos rápidos de imágenes que ilustran las explicaciones a modo de flash-back, pero que no dejan de ser eso, imágenes ilustrativas, como las fotografías de un documental.

Los personajes no estaban particularmente bien diseñados en el libro. Y era especialmente curioso ver cómo Brown, en otras de sus obras, reproducía exactamente los mismos tipos humanos, pero con otros nombres y otras nacionalidades. A pesar de que partían con un listón muy bajo, en la película los personajes se quedan aún más desdibujados y faltos de personalidad. Audrey Tautou y Tom Hanks no aportan nada, resultan blandones y acrecientan la sensación de que se van dejando llevar por los demás en lugar de investigar por sí mismos.

Como mejoría con respecto al libro hay que apreciar que ha paliado el que quizás es el defecto más grave de la novela: el que un semiólogo y una criptóloga tarden en descifrar mensajes en clave, acertijos y anagramas veinte páginas más que el lector. En el film, al no darle tanta coba a estos enigmas, no se hace tan larga esa espera y los personajes no quedan como tontos. No voy a entrar en otros defectos del libro como la mala documentación ejemplificada en el apellido supuestamente español, Aringarosa (Alfred Molina), pues son temas que ya se han hablado mucho y el artículo se haría eterno. En general, casi ninguno de estos defectos ha sido reparado en la versión fílmica.

Para que esta crítica no sea únicamente una comparación con el libro y una valoración de cómo ha sido adaptado al cine, diré que la forma en la que está rodada, como mucho, llega a ser correcta. Ron Howard no es un director que merezca mucho encomio crítico y aquí consigue no quedar del todo mal para el gran proyecto que tiene entre manos, pero tampoco da el do de pecho. La forma en la que están rodadas las persecuciones y las pocas secuencias de acción que hay, es un tanto confusa. Howard abusa de los destellos de luces y de las transparencias. La fotografía de los flash-backs, lavada y descolorida, resulta un poco rancia. Utiliza en exceso los primeros planos y no hace una puesta en escena brillante.

La forma en la que la trama está planteada parece que diera por hecho que los espectadores se han leído el libro, pero no deberían contar con ello. Por otro lado, si confían en que sea así, se podrían haber ahorrado todo lo que es hablar. Pero volviendo a la cuestión de que hay situaciones planteadas muy por encima porque se supone que ya se conocen, el principio especialmente me da la sensación de que quedaría muy poco claro para quien no conozca el material de partida. En los primeros minutos se produce un asesinato y el protagonista es acusado de él. Pero no hay nada que indique por qué lo culpan a él. Tampoco queda nada claro por qué Sophie se une a Robert para huir. Todo el planteamiento podría resultar confuso o, al menos, absurdo, pues ni él tiene móvil para el crimen ni ella pinta nada en la escena.

Es difícil no hablar del final de una película o de un libro en su crítica cuando la forma de acabar es uno de los aspectos que más lo estropean. Procuraré decir lo que viene a continuación sin desvelar nada clave, pero por si acaso, aviso de posibles spoilers en este párrafo y en los dos siguientes. El final de la obra literaria y de la fílmica es muy cobarde, los autores se echan atrás. En la novela, al menos, se buscaban justificaciones algo más válidas. En el film se hace en una escena bastante afectada que desdibuja más aún al personaje de Hanks, pues, como científico, debería haberse comportado de otra manera. La historia del pozo y la claustrofobia de Robert Langdon, aportación del guión, es lamentable. El giro de guión que atañe al personaje de Ian McKellen en realidad es un giro de los protagonistas. Son ellos y no McKellen los que se van al otro lado, los que cambian de intención. Y esto es así tanto en la novela como en la película.

Lo peor de todo, sin duda, es la explicación del cuadro de la última cena. En el libro, ambos estudiosos – McKellen y Hanks – coincidían en ubicar a María Magdalena en la pintura y defender, a la par, la “polémica” tesis central de la novela. En el film, Hanks se dedica a disentir: McKellen defiende la tesis de la novela y Hanks, por oposición, casi termina en el bando de los fundamentalistas cristianos que, a la salida de la sala de proyección repartían panfletos que satanizaban la película. Si la hubiesen visto, quedarían sumamente contentos al ver cómo los guionistas han quitado hierro a la obra. Tanto hierro que casi parece publicidad del Vaticano. En definitiva, la mejor baza del libro, la transgresora, apenas existe. Lo que sí han mantenido son los actos de autosacrificio de un miembro del Opus Dei, que también levantaron tantas críticas. En la foto del final de este artículo, se ven las heridas del personaje de Paul Bettany.

Lamentando también poder desvelar cosas, creo necesario señalar que han eliminado la relación romántica entre los protagonistas que sí existía en el libro. Por un lado, se agradece, pues el Langdon de la novela era un hombre mayor pero atractivo y Tom Hanks resulta más bien grimosillo y asqueroso; pero probablemente los motivos han sido otros y se deben a un tema de la trama que no puedo comentar porque desvelaría el final, pero que vuelve a tener que ver con la cuestión católica. Se agradece también porque la parte amorosa quedaría forzada y tópica y de esta forma, al menos, podemos ver cómo acontece todo sin tener que presenciar una escena de amor poco agradecida.

La película de Jon Turteltaub, producida por Jerry Bruckheimer e interpretada por Nicholas Cage y Diane Kruger, ‘La búsqueda’ (‘National Treasure’, 2004) se parece más a una adaptación de ‘El código da Vinci’ a película de acción que ésta. Por lo menos sí era entretenida.

Si con ‘El código da Vinci’ no hubieran sido tan fieles, probablemente habrían obtenido un film más entretenido y de mayor calidad. En general se podría decir que es una adaptación facilona. Han recurrido siempre a lo más sencillo: plasmarlo todo casi tal como es; trasladar los diálogos, por largos que sean, a diálogo, en lugar de plantearse convertirlos en acción, y echar mano de recursos que facilitan la comprensión sin comerse mucho el tarro, como los flash-backs y las imágenes ilustrativas. No se han molestado en enriquecer la historia ni dotando de mayores matices a los personajes ni tampoco aumentando la aventura y el thriller. Por lo tanto, nada nuevo, ninguna aportación reseñable y ninguna sorpresa. La película sale con récord de copias, 750, o sea que hará mucha taquilla, pero por la fama que le precede del libro y no por méritos propios.

La película se estrena mañana, 19 de mayo. En su web se pueden encontrar los trailers y fragmentos de vídeo, anécdotas, juegos, literatura, etc....

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