Hasta ahora Ben Affleck nos había hecho sufrir de lo lindo poniéndose delante de la cámara en un sinfín de películas; a veces, gracias a la calidad de la película, le soportábamos, y otras veces no sabíamos dónde escondernos. Sobre lo del Oscar con Matt Damon por el guión de 'El Indomable Will Hunting', hay muchos puntos oscuros, y si no que le pregunten a William Goldman. Cuando trascendió la noticia de que Affleck estaba dirigiendo una película, y que además era un producto serio, basado en una novela de un autor con cierto prestigio, y con un reparto más que decente, algunos nos echamos a temblar, porque nos temíamos lo peor. ¿Sería capaz Ben Affleck, después de martirizarnos como actor, de hacer lo mismo o peor poniéndose a dirigir? Pues afortunadamente no, y aunque los resultados no sean para ponerse a dar saltos de alegría y gritar de enorme júbilo, sí son los suficientemente decentes como para tener en cuenta a Affleck como un director al que seguirle la pista.
La historia de 'Adiós Pequeña Adiós', que adapta un libro de Dennis Lehane, está ambientada en la ciudad de Boston en los bajos suburbios, en los que una niña pequeña ha sido raptada. Los tíos de la pequeña, completamente desesperados porque la madre de la misma es una vive-la-vida enganchada a la droga, contratan a una pareja de detectives privados para que ayuden a encontrar a la pequeña, ayudando en la investigación policial. El caso empezará a afectar a todos de una forma bien distinta.
'Adiós Pequeña Adiós' es un thriller en la mejor tradición del género. Tenemos un caso en apariencia sencillo, pero sobre el que se ocultan más cosas, tenemos la pareja de detectives, y tenemos un barrio de Boston, lleno de todo tipo de personajes, algunos de la peor calaña posible. En esa descripción de personajes es donde Affleck acierta por completo en el inicio de su película, la cual emplea su primera media hora en presentarnos a las gentes del barrio, unas gentes que parece que el director conoce muy bien desde su infancia, transmitiendo muy bien cierta sensación de familiaridad. Sorprende así pues, que el realizador se haya parado tanto a describir con bastante acierto una galería de personajes que se encuentran desde luego entre lo mejor del film.
Evidentemente a ello ayudan las interpretaciones de casi todo su reparto, especialmente los secundarios, cada uno de los cuales tienen todos su momento de gloria por así llamarlo. Ed Harris demuestra una vez más que su Oscar ya está tardando, y que este tipo de papeles le van como anillo al dedo. Morgan Freeman es simple y llanamente uno de los mejores actores de todos los tiempos, al que actuar no le cuesta absolutamente nada, y aunque aquí su participación casi parece de colegueo, tiene su vital importancia en la historia. Y Amy Ryan, dando vida a la madre de la niña desaparecida, está simplemente soberbia, resultando ser otra de las sorpresas de este interesante film. También aparece Amy Madigan, pero su personaje es de los de visto y no visto.
He dicho casi, porque si algo tiene de malo el film, es su pareja protagonista. Ben Affleck nos libra de su presencia, pero a cambio nos coloca a su hermano Casey, con lo que no sé yo si habremos salido ganando con el cambio, que supongo que sí, pero es que son varios los momentos en los que el actor me recuerda al director, poniendo la misma cara de soso que éste ponía en sus films como actor. El personaje le queda demasiado grande. Pero a su lado, sale todavía peor parada Michelle Monaghan, en un papel realmente inútil y prácticamente de adorno, desaprovechando por completo el servir de contrapunto al personaje principal. De hecho, la película funciona perfectamente sin ella.
Como decía antes, Ben Affleck sorprende en su primer trabajo como director, aunque no es oro todo lo que reluce. De hecho, Affleck adolece de ciertas irregularidades en el ritmo interno de la película, la cual se divide en dos partes bien diferenciadas, en las que nuestra atención no está lo suficientemente captada que debiera en algunos momentos. A esos bajones hay que sumar que el director no está demasiado capacitado, aún, para resolver ciertas escenas de acción, o algún que otro momento de suspense. Cítese al respecto una secuencia en la que un personaje aparece disfrazado con una careta en un bar portando un arma, momento mal resuelto y que raya la ridiculez más absoluta. Pero Affleck ha hecho sus deberes y se marca unos quince minutos finales realmente soberbios, de lo mejorcito visto en una pantalla últimamente. No sólo cierra el film con una escena totalmente arriesgada por lo anticomercial que resulta, sino que además es capaz de hacernos pensar y debatir sin ningún tipo de maniqueísmo, algo que se agradece en los tiempos que corren.
Una película correcta, bastante entretenida y que se sigue con interés, despertando en el cinéfilo el desear que Ben Affleck haga gran cine próximamente. Desde luego apunta maneras, y apuesto a que lo conseguirá.
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