El estreno de ‘La abuela’, la nueva película de terror de Paco Plaza con guion de Carlos Vermut entró con muy buen pie en la taquilla de España, arrebatando el primer puesto a ‘Spider-man: No Way Home’, y parece que durante la semana ha ido dando buenos resultados, sin embargo la aparente sencillez de su propuesta ha creado una respuesta relativamente fría entre los aficionados, limitándose a confinar las virtudes o defectos de la película a su línea argumental.
En realidad, la película es un magistral ritual esotérico a contrarreloj sobre el miedo a la vejez donde ningún detalle aparece por casualidad. Por una parte, la dinámica entre las actrices Almudena Amor y Vera Valdez nos enfrenta al terror inevitable de la vejez con un naturalismo incómodo, que obliga a confrontar nuestro mayor miedo, con una elegante narración rica en silencios e imágenes con más licencias artísticas de las que nos tiene acostumbrado el terror en castellano, que acaban derivando en poderosas estampas de género con una cualidad atemporal.
SPOILERS de la película a partir de ahora
Para cualquiera que haya visto películas de terror recientes no hay demasiadas sorpresas en su trama, no deja de ser un híbrido entre ‘Gramma’ de Stephen King y la película ‘La llave del Mal’ (The Skeleton Key, 2005) con algunas fugas ocultistas claras a ‘La semilla del diablo’ (Rosemary’s Baby, 1968) y mucha influencia de la trilogía de los apartamentos de Roman Polanski. Pero más allá de su originalidad o no, ‘La abuela’ es una obra consciente de su síntesis y propone una serie de líneas de puntos no tan obvias y cristalinas como para reducirlas a una historia predecible.
Sin embargo, empezar la película teniendo más o menos claro todo lo que pasa desde el inicio es revelador. Más allá de su magnífica conjugación de atmósfera y texturas remando mano a mano con su molde temático, hay un guion milimétrico y perverso donde nada está colocado eventualmente, convirtiendo una película de horror arquetípica, en una experiencia magistral y llena de gestos y enigmas casi insondables.
Un gran tapiz lleno de pistas
Y es que la experiencia de visionado de ‘La abuela’ conociendo las intenciones de sus personajes no es igual y puede verse el conjunto como una gran trampa sin salida en la que Susana no tiene capacidad de reacción, un plan maestro dictado desde que el personaje ha nacido, con lo que su destino es poco menos que irrelevante. La película lo deja claro en su escena previa a los créditos, pero hay muchos detalles absolutamente perversos esperando a ser descubiertos, con un planteamiento abierto que no da todas las respuestas pero deja suficientes pistas.
La táctica del guion de Carlos Vermut es crear una especie de matriz llena de detalles que pueden encadenarse entre sí como una constelación de ideas que nunca cierra todos los puntos de unión pero sí deja suficientes pistas como para hacer una gran tapiz de lo que pasa, en realidad, algo tan simple como una pareja de brujas que van preparando a sus nietas para un ritual en el que cambian de cuerpo a otro más joven para mantenerse en ese estado de belleza el mayor tiempo posible. Fin.
Pero reducir ‘La abuela’ a ese concepto que empieza y se cumple como promete es subestimar su capacidad para generar magníficas escenas de terror, plantear un enigma aún mayor en cada respuesta que ofrece y al mismo tiempo hacer una reflexión sobre la responsabilidad sobre los ancianos en una sociedad obsesionada con la imagen y el utilitarismo del cuerpo, especialmente con las mujeres. Para ello plantea una situación en la que dos generaciones aparecen en un mismo espacio.
Referentes clásicos: de Mario Bava a Erzsébet Báthory
Casi reflejando el clásico ‘El diablo’ de Guy de Maupassant, se establece un duelo entre moribunda y cuidadora como el que rodó Mario Bava en 'La gota de agua', dotando su relación de un fuerte componente moral que no es muy diferente al del inicio de ‘El corazón delator’. Adaptada en la serie de terror española ‘El quinto jinete’ (1976), la historia era más cruel con la vieja, que sufría la impaciencia y la avaricia de la enfermera, hasta que esta trataba de forzar su muerte.
En ‘La abuela’ se plantea algo similar, aunque hay un cariño de la nieta que supone una puesta a prueba a sus propios intereses. Susana no deja de estar pendiente del trabajo que le va a salir en París, y quiere despachar lo antes posible el problema para seguir con su vida. Hay ternura en sus cuidados pero en el fondo nos representa, no queremos ocupar todo nuestro tiempo en atender a nuestros mayores, y sobre esta idea de prioridades se despliega el fondo de cuento clásico de terror, con la “venganza” finalmente merecida que podría salir en un cuento de EC cómics.
Sin embargo, a un nivel de historia, el plan de Pilar no cambia por el hecho de que su nieta esté más o menos exasperada, sino que ese detalle forma parte del complejo ritual que propone la obra. Si observamos la primera escena, Pilar espera en una cafetería señorial a que el reloj empiece a moverse, la señal de que el primer paso del plan junto a su pareja ha tenido lugar. Si nos fijamos en el cadáver de la anciana en el suelo parece haber fallecido con algo en la boca, mientras en la mesa hay una tarta de cumpleaños empezada.
Un final que esconde mucho más de lo que parece
Si pensamos en ese momento tras ver el final de la película en cómo muere Pilar, da un cariz diferente también a esa escena precréditos. La monotonía de los cuidados y los diferentes juegos para romper psicológicamente a su nieta hacen que esta decida hacer un “ultimo puré”, y podemos inferir solo por cómo está rodada la escena que está hecho con la intención de que su abuela se atragante, por ello una de las secuencias previas, en la que un trozo de verdura mal machacado es escupido por la mujer, puede haber dado la idea a Susana.
La implicación con la primera escena es que Julia pudo haber hecho lo mismo con Eva en su cumpleaños, de modo que en el ritual para trasladarse al cuerpo de sus nietas parece hacer falta corromperlas de alguna manera para que el proceso funcione. A esto se une cortarles la coleta o darles el extraño brebaje para preparar su cuerpo ya desde niñas implica una conspiración familiar que cambia hasta la idea de que sus padres murieron en un accidente. ¿Mata Pilar a sus propios hijos para dejar a su nieta plenamente a su merced?
¿Es utilizar a un descendiente aislado la única forma de llevar a cabo el plan? La idea del flashback de Susana implica que incluso pueden no ser familiares, haber sido directamente secuestradas y que la “pócima” que beben de niñas sea una forma de borrarles la memoria y tutelarlas hasta los 25 años. La idea intergeneracional tiene más sentido por el simbolismo de las matrioskas, mujeres dentro de otras mujeres, dentro de otras y así sucesivamente. Indicando una misma que va conteniendo a la anterior.
El eco temático de las imágenes
Hay planos que contienen estas claves de la película, como los fractales de una cortina conteniendo otras imágenes más pequeñas de Susana, con un poder premonitorio de lo que acabará siendo su cuerpo, un continente con la memoria de todas las mujeres que fueron el receptáculo de otras. Esta idea se refrenda con la constante presencia de retratos las fotografías que capturan el momento exacto de la plenitud, con las decenas que aparecen en el cabecero tienen una implicación siniestra al sugerir el tiempo durante el que han estado ocurriendo las posesiones.
Paco Plaza juega con sus temas de forma silenciosa, trata sus referentes mediante lo ornamental y plantea un diálogo visual con ecos recurrentes, como los reflejos y la imagen especular y lo que representa, abriendo nuevos enigmas como la extraña ausencia de espejos en la casa. No solo tienen una relación antitética con los retratos que parecen captar el momento que quieren conservar estas “brujas” sino que podrían tener algún tipo de efecto mágico a su poder, o quizá ellas vean lo que son realmente, al estilo de ‘El retrato de Dorian Gray’.
‘La abuela’ transcurre en su mayor parte en una sola localización, dejando a la cámara que se detenga para explorar detalles que van más allá de la aparente mirada estética. Toda la casa está llena de migas de pan y pistas visuales en segundo plano sobre lo que está sucediendo. Por ejemplo, la imaginería recurrente de los pájaros está apuntada directamente en jaulas y pinturas, pero también de forma indirecta, escondida en el rabillo del ojo del diseño de producción, desde pequeñas figuras decorativas a ornamentos de la pared.
Un plan maestro diabólico
Cuando el cuerpo de Susana es invadido el pájaro azul del retrato aparece dentro de la jaula y las clavijas siguen su curso. Antes, todo está lleno de relojes que están a punto de marcar las 8 pero nunca llegan, sugiriendo una pausa en el tiempo literal y figurada, parte de un esquema mayor de un plan o una consecuencia, también de la mano con el bolero de Los Panchos que cierra la película. Incluso la selección musical, aparentemente naif tiene una intención particular, por ejemplo, algunos fragmentos de la canción de Vainica Doble:
“Encanto suave y placidez/de aquel rincón de mi niñez/corazón que hoy late en cuerpo ajeno, Presencia mágica de ayer/querencia que me hace volver/para sumergirme en su embrujo”
Una letra que habla de los recuerdos familiares pero que contiene detalles escalofriantes que parecen leer lo que ocurre en la película, magias, embrujos y cuerpos ajenos. Y en el diario de la infancia que encuentra Susana también encontramos pistas sobre el misterio de su familia. El dinosaurio de las representaciones de sus pesadillas podrían esconder un mal más ancestral y antiguo de lo que parece, en algunos dibujos se puede vislumbrar un ojo monstruoso que puede tener que ver con detalles como los ojos inhumanos de Eva, cuando aparece ya está poseída por Julia.
El transcurso de las escenas va destapando una intención del diseño de arte y los pequeños eventos sin importancia que siempre tienen una intención. Susana está atrapada en una jaula y no tiene posibilidad de salir, y la película se encarga de ir sembrando señales de que el camino es inexorable, lo que convierte a ‘La abuela’ en una fascinante escena de terrario con un depredador dando cuenta de su presa a cámara lenta, sin que el espectador o la víctima puedan hacer el proceso menos cruel y repleto de perversidad.
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