Netflix lo ha visto claro: el crimen real del pasado es el género favorito del futuro. La reciente incorporación de Ted Bundy a su plantilla se ha visto acompañada por 'El proyecto Williamson' y también por la que ahora nos ocupa, la escalofriante historia de la familia Broberg. Sufrimiento de calidad.
Aquellos maravillosos años
El penúltimo documental true crime de la plataforma podría parecer una historia de secuestro suburbano en la línea de los casos que inspiraron producciones recientes tan interesantes como la australiana 'Hounds of Love', uno de los títulos más interesantes de hace un par de ediciones del festival de Sitges.
Pero dejemos los ochenta para el futuro, porque ahora toca situarse a mediados de la década de los 70, donde Robert y Mary Ann Broberg, junto a sus tres hijas pequeñas, Jan, Karen y Susan, no son más que una discreta familia de Pocatello, Idaho, que rápidamente establecerá una relación de amistad cercana con sus nuevos vecinos: Robert Berchtold, su esposa y sus hijos.
Desde las declaraciones de la apertura del notable trabajo documental de Skye Borgman, acompañadas de una inmensa cantidad de intimidad proporcionada por los propios protagonistas reales de la historia, sabemos que algo no pinta bien en todo este asunto. Esa cercanía y el relato directo de los implicados logran estremecer tanto o más que unos sucesos reales que, de locos, son incluso difíciles de creer aún cuando son los propios protagonistas reales de la historia quienes lo cuentan.
Genio del mal
Tan pronto como las hijas de los Broberg comienzan a ver a Berchtold, apodado cariñosamente "B", como un segundo padre, algo que hacía en especial su hija mediana Jan, sudores fríos empezarán a chorrear por vuestra nuca. De manera bastante predecible teniendo en cuenta el prólogo, el documental pronto revela que en 1974, dos años después de hacerse amigos de los Broberg, Berchtold dio un paso hacia un punto de no retorno.
Lo que no es tan predecible es la serie de revelaciones y sucesos que, por evitar spoilers, evitaré mencionar. Posiblemente sea la historia real más rocambolesca y absolutamente impredecible que nunca nadie haya contado. Solo añadiré que los testimonios de sus implicados abarcan cuatro décadas.
'Abducted in Plain Sight' es una historia dramática, el punto más bajo de una familia y de un país, que en la década de los setenta demostraba una inocencia inexplicable hoy día. Pero también es el relato de un genio del mal adelantado a su época, un espíritu insidioso que minó la moral de una familia americana desde dentro con ahínco y demoliendo cada pilar de apoyo familiar.
Super 8
El punto fuerte del trabajo, como es lógico, es el tremendo relato entre el perdón y la negligencia reconocida por parte de las dos personas que tienen el deber de cuidar a sus hijos. Los padres que forman el matrimonio Broberg no salen bien parados de la narración, al menos en una primera impresión. Como es lógico, más de cuarenta años después las cosas han cambiado y el dolor se ha detenido. Incluso antes de la llegada del documental. Ahí también quedará a juicio del espectador si alguien ha actuado en consecuencia o no.
Casi resulta más sorprendente el desenlace del tercer acto, donde volvemos a las raíces del thriller ficticio con las que tanto gusta barnizar el documental moderno. Y ahí es donde la directora maneja con soltura todos sus recursos narrativos, intercalando testimonios directos e imágenes del archivo personal familiar para juguetear con recreaciones filmadas en 8mm que dotan de una brutal fuerza a esas secuencias.
'Abducted in Plain Sight' no será plato de todos los gustos debido al delicado contenido que toca, pero tampoco deberías dejar que nadie te lo cuente. Por cierto, tampoco deberías olvidar que una relación, sea del tipo que sea, se basa en la confianza. No cometas el mismo error que destrozó a esta familia.
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