‘¿A quién te llevarías a una isla desierta?’ es la tercera película española original de Netflix que estrena la plataforma. Por ahora ha apostado por ir sin prisa pero sin pausa y los resultados han estado muy por encima de lo habitual en su apuesta por el séptimo arte. ‘7 años’ fue un thriller notable, ‘Fe de etarras’ una comedia muy estimulante y la cinta que nos llega ahora también merece mucho la pena.
Basada en la obra de teatro homónima creada por Paco Anaya y Jota Linares -aquí repiten ambos como guionistas- en 2012, ‘¿A quién te llevarías a una isla desierta?’ captura un momento esencial en la vida de todo joven, aquel en el que deja la universidad atrás para encontrar su verdadero lugar en la vida. Los sueños chocan con la realidad, pero eso no es lo único a lo que tendrán que hacer frente cuatro amigos que llevan 8 años compartiendo piso durante su última noche en el mismo.
Con las ideas claras
Linares, también director de la película, apuesta en todo momento por un enfoque muy íntimo para la película, dedicando la mayor parte de la primera mitad de la película a las interacciones de dos personajes. Se percibe un mayor calidez en la forma de abordar la relación entre los interpretados por Jaime Lorente y María Pedraza y una mayor frialdad cuando se centra en Pol Monen y Andrea Ros, pero sin que el contraste provoque en ningún momento una ruptura en el tono de la película, muy bien medido por Linares.
Además, el salto del escenario a la gran pantalla no va asociado al recurso habitual de echar la cámara hacia atrás y que sean los actores los que guíen todo. Linares tiende a estar muy encima de ellas, pero sin abusar nunca de ello -vamos, no esperéis algo al estilo de ‘Los miserables’-, algo que podría haber dado pie a cierta sensación de agobio o simplemente acabar cansando un poco al espectador. Aquí se potencia la cercanía pero también se deja respirar a los personajes cuando hace falta.
Ahí alguno quizá verá como innecesaria la entrada de un quinto personaje, el único con alguna relevancia más allá de los protagonistas, pero es que es una etapa más dentro de esa naturalidad que busca Linares para reflejar los diferentes estados de ánimo de todos ellos. Es obvio que la intensidad es mucho mayor en la segunda mitad, pero su impacto depende en gran medida de cómo ha conseguido que el espectador conecte con ellos durante su -aparente- normalidad.
Donde realmente brilla
Ya entonces se dejan caer algunos detalles que cobrarán sentido cuando los cuatro protagonistas echen mano del juego que da título a la película. Ahí la cámara se echa más encima de ellos para incidir en el sufrimiento por el que están pasando. Podría verse como un subrayado innecesario, pero es una prolongación natural del tipo de puesta en escena planteada hasta entonces, así que por mi parte no hay ninguna pega.
Donde sí tengo algún problema es en la forma de abordar dos problemáticas muy enfrentadas. Por un lado hay una reflexión generacional con la que es más fácil sentirse identificado, incluso aunque no tengas a su edad, y por otro un elemento más personal que tiene tantas capas que cuesta más asimilar como creíble que haya sucedido así. Los actores, muy convincentes, lo compensan con creces, pero es un detalle que sigue estando ahí.
En definitiva, ‘¿A quién te llevarías a una isla desierta?’ funciona mejor como retrato generacional que como drama íntimo, aunque eso no quita para que también tenga sus aciertos en este segundo apartado. El buen hacer de los actores y contar con detrás con alguien que sepa potenciar sus puntos fuertes sirvan para dar forma a una película notable.
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