El cine de los hermanos Coen es suficientemente característico como para que resulte inconcebible pensar que cualquier otro director pueda estar detrás de la gran mayoría de sus películas. Eso sí, hay una diferencia muy importante entre tener una voz propia para contarnos historias y que las películas a las que dan forma tengan una calidad uniforme. Esto último no sucede en el caso de Joel y Ethan Coen, pero justo es reconocer que hasta su peor trabajo tras las cámaras tiene suficientes elementos de interés como para que nos compense el tiempo empleado en su visionado.
Son muchos los que han alabado ‘A propósito de Llewyn Davis’ (‘Inside Llewyn Davis’, 2013), llegando a lamentarse de que en España se estrenase el pasado 1 de enero porque así no pudieron colarla en su lista de lo mejor de 2013, pero ya se congratulan de tener a una fija en su futura selección de los títulos más interesantes estrenados a lo largo de 2014. Ya os adelanto que no es mi caso, aunque eso no quiere decir que ‘A propósito de Llewyn Davis’ sea una mala película, pero sí una con notables aciertos y problemas bastante evidentes.
El despreciable encanto de Llewyn Davis
Los hermanos Coen apuestan en ‘A propósito de Llewyn Davis’ por un personaje protagonista tan censurable que resulta prácticamente imposible empatizar con él más allá de ese sentimiento tan general de insatisfacción ante la vida que te ha tocado vivir. Son dos las opciones preferentes para intentar matizar esa realidad, ya sea a través de la aparición de otros personajes incluso más antipáticos que él --o con una presencia en pantalla demasiado escasa-- como para que realmente dañen a Llewyn o en los momentos en los que Oscar Isaac tiene que demostrar su talento musical. Por desgracia, lo primero puede provocar una desconexión emocional total en el espectador y en lo segundo siempre tendrá más peso del debido el hecho de que realmente nos guste o ese tipo de música.
Sin embargo, Oscar Isaac consigue sobreponerse a todas las limitaciones impuestas por los Coen para que realmente nos interese su odisea vital --sus interpretaciones musicales son impecables y su actuación es un efectivo cruce entre carisma caradura y sensibilidad a ráfagas--, por mucho que al mismo tiempo pensemos que su fracaso es algo que se tiene merecido. Joel y Ethan Coen intentan incidir en esa dualidad a través de detalles quizá demasiado sutiles como para que realmente cumplan su función, ya que a veces ciertos excesos son necesarios para poder conectar con el público. Habrá quien no esté de acuerdo con esto, pero para que realmente funcione hay que crear una película compacta en este punto y ‘A propósito de Llewyn Davis’ no lo es.
Uno de los detalles que más me llamaron la atención es la marcada estructura episódica de ‘A propósito de Llewyn Davis’, ya que estamos ante una película que fácilmente podría haber ampliado su metraje para convertirse en una miniserie. Esa aparente desconexión entre los personajes que pueblan el universo del protagonista se une así a la peculiar definición de los personajes para, hasta cierto punto, restar importancia al buen trabajo de todo el reparto --es una lástima que Carey Mulligan quede reducida a ser una contradicción andante que no para de soltar palabrotas para luego actuar en contra de lo que dice--. A fin de cuentas es Llewyn el único que realmente importa y las canalladas que comete o las piedras que se encuentra en su camino nunca ayudan a nada que no sea su extravagante y dolida persona.
Todo ello acaba funcionando en contra de la película como un todo, pues los altibajos son constantes en función del interés de cada situación y el personaje que acompañe a Llewyn, pues, por poner un ejemplo, no tengo nada en contra de la deslenguada interpretación de John Goodman, pero su personaje no sólo no aporta nada especialmente estimulante, sino que encima provoca un importante bache por el que casi desconecto de lo que sucedía en pantalla. Es una lástima, pero poco importa contar con un reparto en el que nada llama la atención negativamente si en lo narrativo no consigues justificar su presencia más allá de su función como contrapunto del protagonista o, sobre todo, exprimir el interés individual de la mayoría de los personajes.
En definitiva, 'A propósito de Llewyn Davis' es una buena película, pero tan limitada en su propia concepción que le resulta imposible ir más allá y convertirse en el título de referencia que algunos han querido ver en ella. El gran trabajo de Oscar Isaac y el muy cuidado esfuerzo de los Coen para ser fieles históricamente --la película es impecable técnicamente y cuenta con una puesta en escena realizada con mimo y precisión-- son sus principales puntos fuertes.
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