‘A pesar de todo’ es la cuarta película original española de Netflix. Hasta ahora la plataforma se había marcado tres aciertos notables con ‘7 años’, ‘Fe de etarras’ y ‘¿A quién te llevarías a una isla desierta?’ y en un mundo ideal su racha habría continuado con la que ahora nos ocupa. Por desgracia, no ha sido así.
Presentada como una comedia de enredo en la que cuatro hermanas tienen que descubrir quiénes son sus respectivos padres, ‘A pesar de todo’ fue presentada en el pasado Festival de Málaga con una acogida bastante fría. Ahora Netflix la ha puesto a disposición de todos sus clientes y lo que se van a encontrar es una nadería que si no se hunde es por el trabajo de su reparto de actores.
Desequilibrada
Uno de los primeros aspectos que llama la atención de su reparto es la variedad y el equilibrio, ya que ‘A pesar de todo’ juega con la baza de las notables diferencias entre sus cuatro hermanas y de los peculiares personajes que se van encontrando tras enterarse de que quien creían que era su padre no lo es.
Por ahí la película va planteando situaciones que funcionan mejor cuando se centran en lo cómico que cuando lo dramático va ganando presencia. La clave está en que eso va sucediendo paulatinamente hasta que el final el humor casi se ha extinguido en beneficio de un clímax emocional que nunca resulta satisfactorio.
Ya no es tanto que sea muy previsible -un “pecado” fácil de perdonar- como que simplemente nunca lo adornan con elementos necesarios para engancharte. Por ese lado se intenta potenciar el estar ambientada en Madrid, pero los escenarios empleados nunca se sienten como algo natural como podía suceder en ‘Stockholm’, sino que a menudo da la sensación de estar metidos con calzador para que el público pueda reconocerlos.
De hecho, suele ser en esas escenas cuando el trabajo de dirección de Gabriela Tagliavini resulta más débil, optando en ocasiones por un erróneo manejo de la cámara -pienso por ejemplo en el momento que tiene lugar en la Playa Mayor de la capital española- y también por algún apunte visual que simplemente parece fuera de lugar.
Quizá la única excepción sea el uso del temblo de Debod, pero poco importa cuando representa el lado más dramático de la función y se centra en la hermana menos interesante -hablo de Blanca Suárez para me entiendan mejor aquellos que no la hayan visto aún- porque precisamente en ella el humor brilla por su ausencia.
Pesa más lo negativo en ‘A pesar de todo’
Ojo, no quiero decir que el desequilibrio en ‘A pesar de todo’ sea tan grande que cuando quiere ser divertida es maravillosa y cuando no se hunde sin remisión. Es más complicado que eso. Digamos que el humor sirve para potenciar la ligereza de la propuesta y que así uno se vaya dejando llevar e incluso se pueda reír con alguna ocurrencia puntual. A fin de cuentas, la película no dura ni 80 minutos, muy mal había que hacerla para que además resultase pesada.
Además, el humor sirve para conectar algo más con los personajes, incluso cuando pasan por un momento vital bastante bajo -aquí pienso en Belén Cuesta-, y ayuda a que la historia fluya con cierta naturalidad. ¿Hay algo memorable en su utilización en ‘A pesar de todo’? No, pero ayuda a que entres en la película. Lo que se hace después con eso es lo que impide que la película llegue a funcionar.
Dejando a un lado las aportaciones iniciales de Juan Diego, los momentos más intensos se sienten vacíos en el mejor de los casos y forzados en más de una ocasión. Y, por desgracia, la película va encaminada en todo momento en esa dirección, por lo que uno va perdiendo el interés en lo que suceda. Poco importa la implicación del reparto si el resto de elementos no acompañan.
En definitiva, ‘A pesar de todo’ es el primer traspiés de Netflix con el cine español. Una película desequilibrada, aceptable cuando potencia lo humorístico pero deficiente cuando brilla más lo dramático. No es un desastre, pero tampoco aporta nada por lo que merezca la pena dedicarle nuestro tiempo.
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