Uno de los estrenos más apetecibles de hoy viernes es la comedia independiente ‘(500) días juntos’. La película promete ser original, fresca y, sobre todo, anti-romántica. La intención es clara, captar a más público del que suele ir a ver esos empalagosos productos etiquetados como “comedia romántica”, centrados en una típica y aburrida relación entre dos protagonistas, que habitualmente consiste en los siguientes pasos: se conocen, no se soportan, luego se aman, se vuelven a odiar un poco y al final se aman ya con seguridad. La que se estrena hoy, en teoría, rompe con todo esto.
Además del atractivo papel con el que viene envuelta, ‘(500) días juntos’, traducción española de ‘(500) Days of Summer’, cuenta con el eficaz gancho de estar protagonizada por los jóvenes y prometedores Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel, que ya en el tráiler se ve que forman una estupenda pareja en la pantalla. Son actores populares que están ganando prestigio; Gordon-Levitt es uno de los grandes talentos de la cantera norteamericana, y Deschanel va acumulando fans poco a poco, aunque todavía está lejos de ser una buena actriz. En cualquier caso, la química entre ambos de es lo poco que se puede salvar de una comedia que, en el fondo, es lo de siempre.
Cuando lo habitual en este género es encontrarnos con la historia de “chico conoce a chica (o al revés) y se enamoran”, ‘(500) días juntos’ plantea una situación diferente, que en realidad sólo lo es en el cine, porque en la vida real se producen millones de casos así cada día: una persona conoce a otra, pero sólo una de las dos se enamora. En la película, narrada con una muy prescindible voz en off (que hace poco más que subrayar obviedades), vemos cómo Tom (Gordon-Levitt), empleado en una compañía que crea tarjetas de felicitaciones y condolencias, conoce a Summer (Deschanel), el día que es contratada como la secretaria del jefe.
Tom se enamora a primera vista (si es que esto existe) y aprovecha cada oportunidad que tiene en el trabajo para acercarse a Summer, enviándole “señales” más o menos claras (para él clarísimas, para ella y el público no tanto). Finalmente, gracias a un amigo, se ve en la situación de declararse abiertamente a la chica, quien lo encuentra “interesante”. Ella le dice que lo quiere como amigo, y él acepta, qué remedio.
Sin embargo, al contrario que Tom, que necesita las cosas claras y firmes, Summer es impulsiva e impredecible, y se lanza sobre él cuando en teoría sólo eran amigos. Al menos, la concepción de Tom de la amistad… Pasa el tiempo y los dos van intimando cada vez más, hasta que ella parece no tener secretos para él. Todo parece asentarse, Tom cree que Summer es su chica, pero ella se resiste: no cree en el amor, no cree en ser la novia de nadie, no cree en las etiquetas y adora su libertad. Tom no puede concebirlo, ¿qué pasa entre ellos? ¡Si hasta han tenido sexo en la ducha, como en las películas porno!
Hay que reconocer que los guionistas, Scott Neustadter y Michael H. Weber, y el realizador, Marc Webb, han sabido disfrazar hábilmente otra típica historia romántica comercial para que parezca algo mucho más elaborado y profundo. Superficialmente, la película se sale de lo corriente, jugando con una estructura no lineal, de piezas desordenadas; algo parecido a lo que Michel Gondry en la sensacional ‘¡Olvídate de mí!’. De este modo, aunque veamos los 500 días que Tom pasa con Summer (en realidad no es así del todo), no los vamos a ver de forma ordenada, pudiendo comprobar lo que ocurrió el primer día que se conocieron y luego uno de los últimos, cuando la relación está en crisis, y ya todo parece destinado al fracaso.
Al principio se nos aclara que no estamos ante una película de amor, y nos muestran el día en el que Summer decide romper con Tom. Claro que eso ocurre cuando todavía queda mucho por delante, y después de que, en el trozo anterior (que en realidad ocurre después) los veamos en un banco, dándose la mano, ella con un anillo de boda. Entonces, ¿cuál es el final? Evidentemente no lo voy a desvelar, pero ya os aviso que no merece la pena descubrirlo. No porque, exceptuando la divertida estructura (que por cierto no se sigue todo el tiempo, quedando para el último acto casi todos los días del 400 en adelante) y el buen hacer de los dos protagonistas, la película está repleta de clichés, secuencias ñoñas y gratuitas, y, sobre todo, un desenlace poco menos que vergonzoso.
Definitivamente, quitaría el ridículo numero musical tras el primer ¡ejem!, la larga secuencia de los dos haciendo el tonto en Ikea, la escena ralentizada de Tom levantándose para abrir la puerta, la del brazo pintado, la rutinaria y estúpida parte de “ahora voy a ser el mejor arquitecto del mundo”... La hora y media pasa muy lenta por culpa de todo esto, que veo que a mucha gente le parece la repera (está entre las 250 mejores películas de todos los tiempos, según los usuarios de Imdb), pero sólo si eres muy joven, te alimentas exclusivamente de cine actual, disfrutas con montajes acelerados, truquitos visuales de videoclip, bromas más o menos “adultas” y conversaciones anodinas sobre nada en concreto, que no sé por qué se está traduciendo en que el guión es muy bueno (de ahí el éxito de la última de Tarantino).
En resumen, si te va el género romántico, no te la pierdas, es mejor que la mayoría de cosas que se estrenan; y si no te va este tipo de productos, puedes probar suerte y apostar por los actores, que sí están estupendos, muy naturales, hacen que te creas su particular relación. Al público que no soporte los pasteles norteamericanos, o no se acerque a la edad de los protagonistas, mi única recomendación es que pasen de pagar la entrada para ver ‘(500) días juntos’. Afortunadamente, hay otras opciones interesantes en la cartelera, y no está la cosa como para tirar el dinero.
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