'300: El origen de un imperio', las guerras médicas

'300: El origen de un imperio', las guerras médicas
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Ambientada durante las guerras médicas, el general Temistocles (Sullivan Stapleton) lidera a un grupo de valientes griegos dispuestos a plantar cara a los nuevos y renovados peligros del rey persa Jerjes (Rodrigo Santoro), ya dispuesto a la aniquilación total de Grecia.

Esta secuela de '300' (id, 2007) tiene el indudable mérito de hacer parecer a la primera un clásico inolvidable y no una envejecida pieza de museo (de lenguaje audiovisual caduco) con ribetes (conmovedores) de propaganda del todo idiotas. Además, sus actores hacen recordar a Gerard Butler como una suerte de Victor Mature para la era metrosexual: la nostalgia es una de las armas más poderosas de esta película.

Dirigida por Noam Murro, quien antes firmó la interesante y nada aparatosa 'Smart People: Gente inteligente' (Smart People, 2008), la película lleva el sello de distinción de Zack Snyder, quien firma el guión junto a Kurt Johnstad, y ya sabemos qué significa todo eso.

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Liderando el reparto, Eva Green en el papel de una resentida griega, violada y humillada y ahora convertida en el enésimo descendiente/variable de la Elektra Nathcios que fue creada por un Frank Miller en tiempos ya definitivamente perdidos. Artemisa admira las dotes de batalla de su rival, Temistocles, pero la incapacidad de Snyder para sugerir actitudes meridianamente humanas hace que todo sea otro de sus festines de cartulinas dramáticas donde carcasas, y no actores, escupen líneas de guión con garbo relativo. Creo que mi compañero Benítez y yo estamos de acuerdo en lo fundamental.

Narración descosida

Frente a la idea lineal de la secuela, la película se erige en precuela, narración paralela y secuela al mismo tiempo, lo que es un gesto, en principio, de agradecer pero Snyder, un escritor notoriamente inepto, no parece demasiado capaz de entender emoción alguna o de sugerirla así que la película se estructura, en esencia, en dos tipos de secuencia.: parlamentos pretendidamente épicos, que demuestran que es posible devaluar más los sermones sub-shakesperianos ridículos de Juego de Tronos (y hacerlos sonar como la más refinada poesía de Virgilio), y escenas de batalla rodadas como el mismo y aletargado quick-time-event de un videojuego al que nunca somos invitados a participar.

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Sin embargo, no todo es negativo en esta muestra ejemplar de aburrimiento, falta de imaginación, exceso sangriento (digital) y pereza en casi todas las labores, incluyendo una pésima dirección de actores y una puesta en escena embalsamada, muerta nada más empezar.

¡Hay humor! La lista de frases ridículas de la película es notoria. Es cierto que el público quedó satisfecho con el "luchas mejor que follas" gritado por la villana en el duelo final - aunque no pude yo adivinar que era tal cosa, tal es el ritmo monocorde de esta película.

Pero, en mi opinión, ver a un grupo de griegos recitando, con ademán serio y voz solemne, "Leónidas ha sido traicionado por un jorobado" y que respondan todos con caras no menos graves es, yo creo, un motivo para redimir a estos minutos de deleznable miseria cinematográfica.

Porque esa frase, esa línea de humor, ese arrebato de poesía surrealista vale de por sí los inútiles (y ciertamente largos) 102 minutos que dura este mamotreto. ¡Yo, queridos lectores, no estoy convencido de que vaya a producir algo mejor en mi vida!

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