Hace poco, con motivo del centenario de Mario Bava, hablábamos de la película que está considerada como el inicio del giallo, en el cual destacaron muchos directores más allá del mencionado o el que fue el rey del mismo, Dario Argento —a día de hoy muchos de los giallos de Argento están muy por debajo de otros films coetáneos no tan conocidos—. Entre ellos destaca Sergio Martino, en cuyo currículum hay películas tan imprescindibles como ‘La perversa señora Ward’ (‘Lo strano vizio della Signora Wardh’, 1971) y ‘La cola del escorpión’ (‘La coda dello scorpione’, 1971).
‘2019, tras la caída de New York’ (‘2019 - Dopo la caduta di New York’, 1983) no corresponde a su mejor época, más bien todo lo contrario, y ni siquiera se enmarca dentro del giallo. Su existencia se debe a los éxitos mundiales de la saga Mad Max, que por aquel entonces ya había estrenado dos entregas, y sobre todo ‘1997: Rescate en New York’ (‘Escale From New York’, John Carpenter, 1981), la cual por cierto posee numerosas referencias al cine italiano. La película de Martino añade además elementos de otros muchos films de ciencia-ficción conocidos. El resultado es de lo más delirante, y sólo desde esa perspectiva se puede disfrutar.
Cuenta la leyenda que el guión de ‘2019, tras la caída de New York’ estaba escrito antes que el del film de Carpenter —excusa utilizada en la mayoría de los casos de películas que se parecen—, pero está claro que el film decide hacerse después, influenciado por el arrojo del director de las dos aventuras de Snake Plissken. En cualquier caso los parecidos son excesivos, con un esquema argumental bastante similar. Aquí tenemos a un guaperas al que el futuro apocalíptico no es capaz de despeinar —voz y cuerpo de Michael Sopkiw— que deberá rescatar/secuestar a la única mujer fértil del planeta. ¿Alguien ha dicho Alfonso Cuarón e ‘Hijos de los hombres’ (‘Children of Men’, 2006)? Como veis, nada es original en el mundo del celuloide.
Referencias, plagios, poca vida
Pero aún hay más. ‘El planeta de los simios’ —la buena, la única, la del 68— también navega por las imágenes de este delirio que Martino firmó con seudónimo americano, al igual que los diálogos están en inglés, por aquello de vender internacionalmente el producto —algo que hoy día por ejemplo se hace en nuestro país con la productora Filmax y sus films de terror—; no deja de ser llamativo el hecho de buscarse un nombre americano para vender, y el paso del tiempo reivindica el nombre de Sergio Martino como el excelente cineasta que fue en determinados títulos.
Con un presupuesto paupérrimo para los efectos visuales y demás —aunque hay que reconocer que las maquetas están usadas con cierto ingenio en la descripción de un New York totalmente desolado—, Martino no pone demasiado empeño en resultar serio, o incluso creíble, en lo que narra. Tal vez el penoso guión, o simplemente que la película era un encargo, no animaron a un director con inventiva en la puesta en escena a poner demasiado de ello en la misma. Montaje rutinario, ritmo a golpes y situaciones brutalmente absurdas, como muchas de las decisiones de los personajes, o algunos de los diálogos de los villanos.
Mucha acción bruta, aunque filmada a la buena de dios, y sin sentido del espacio o la planificación, mucho rostro inexpresivo, mucha sangre, algo de sexo y una transcendencia final que quita el hipo. La supervivencia del ser humano es en realidad el tema, ese punto ególatra de pensar que somos algo que merezca la pena en todo el universo servirá para que muchas obras de arte sean inmortales, y otras den risa, como la presente. Para ver con un buen amigo y echarse unas risas.
Ver 6 comentarios