En 1999, después de triunfar a lo grande escoltando a su colega Alejandro Amenábar en la escritura de sus dos primeros y exitosos largometrajes, 'Tesis' y 'Abre los ojos', Mateo Gil debutó en el largometraje con la adaptación de una interesante novela de Juan Bonilla publicada un par de años antes. Su triunfal compañero se encargaría de la banda sonora de la película.
Sé lo que hicisteis en Semana Santa
Ambientada en la última Semana Santa del milenio, abril del año 2000 en Sevilla, la película presenta a Simón, madrileño aspirante a novelista y crucigramista de un periódico de la ciudad. Joven y guapo, comparte piso con "Sapo", un colega local con un dudoso gusto para la moda. Pero los 90 se acababan y la cosa puede colar. Durante las fiestas de Semana Santa, Simón recibirá una llamada anónima que le obligará a incluir una palabra en el crucigrama del día siguiente.
A partir de ahí, una delirante sucesión de acontecimientos desembocarán en un thriller más o menos vertiginoso, siempre digno y un tanto hijo de su tiempo. Luces y sombras de lo que a fin de cuentas fue un muy interesante debut y un trabajo clave en la nueva ola de cineastas nacionales.
'Nadie conoce a nadie' puede pecar de ingenua vista en la actualidad. Puede que incluso hace veinte años también pareciera condenada al menosprecio o a la burla, pero cuesta creer que en la actualidad podamos ver tantos ingredientes clásicos en territorio terrorista nacional con la que está cayendo, y eso siempre juega a favor de obra. Para empezar, sería inviable el constante "menosprecio" (sorpresa: no hay tal menosprecio) a la festividad. Será el personaje de Simón (Eduardo Noriega) quien ponga el grito en el cielo con un "¡Ya está bien de meterse con la Semana Santa!" Hoy probablemente sea el usuario medio de redes sociales.
Cuando la realidad (casi) supera a la ficción
Han pasado muchas cosas malas en los veinte años transcurridos desde su estreno. Muchos atentados, muchas tragedias, muchos cambios y demasiados sucesos terribles. Hace escasas semanas, una basura con piernas masacraba inocentes en Nueva Zelanda en directo por Facebook. Sin ir más lejos, hoy han detenido a un joven de 23 años que planeaba un atentado en Sevilla durante las procesiones. Peligroso acercamiento real a la película.
Efectivamente, una película como 'Nadie conoce a nadie' sería imposible de financiar hoy en día, puesto que se trata de una película que incluye todo lo que preocupa a las leyes actuales: juegos de rol, sectas locas y atentados terroristas. Tal vez solo por eso deberíamos tenerla más en cuenta a la hora de las programaciones catódico-festivas. Tal vez por eso nunca se programe en televisión, no olvidemos que cada vez que alguien pierde la cabeza los videojuegos serán los primeros en salir a la palestra. Aunque, por qué no, el problema sea otro en realidad.
"Nuestro propósito no es criticar la Semana Santa, ni crear polémica. Hemos tratado el tema con la sensibilidad que se merece. Aun así, la Iglesia no nos ha dado los permisos que hemos solicitado para rodar", aseguraba uno de los productores, Antonio P. Pérez, que también destacaría la poca colaboración de las instituciones públicas en Sevilla para facilitar los rodajes.
"La idea central de la película es la indiferencia en la que están sumidos muchos jóvenes. Si no crees en nada, estás perdido", afirmaba Mateo Gil, que pasó dos años trabajando en la adaptación de la novela que toma como punto de partida.
El silencio de los cofrades
Es su desparpajo, sus ganas de fiesta, las que hacen que la película de Mateo Gil se disfrute hoy incluso más que en su momento. La mítica secuencia de los nazarenos con armas láser (¿Neonazarenos?) y el protagonista "perdiendo vida" son puro arcade retro hecho celuloide. También algunas líneas de diálogo divertidas, curiosamente todas del protagonista y no del malo "cachondo". Mi favorita, por realista y desesperada, sería "Utilizas el mismo símbolo que el asesino. Un símbolo que no conoce ni dios". No puede ser más certero el guión del propio Mateo Gil.
Puedes acusar a la película de muchas cosas, pero una de las más gratificantes sorpresas de la película es el inteligente uso de los planos aéreos de la ciudad. Algo importante en la narración de la misma desde el plano de apertura: un cuerpo en mitad de La Maestranza con un crucifijo clavado en el pecho. Si eso no es empezar bien arriba, yo ya no sé nada. El resto de recursos de helicóptero tienen la justificación narrativa y de montaje, además de todo el sentido del mundo viendo la sala de máquinas del villano de la función. La ciudad como tablero de partida.
Pero será en su poderoso (anti) clímax, donde la película da el do de pecho con una secuencia que podría estar dentro de cualquier giallo de épocas pasadas. Ese policía que ha estado en off todo el tiempo, esos primeros planos y el desenlace fatal con la virgen sangrante en dos impactantes imágenes que no desentonarían en el cierre de un Argento de oro hacen que el viaje merezca la pena.
Acercarse hoy a 'Nadie conoce a nadie' es volver a una época donde las películas, sobre todo, eran películas. Podrían gustar más o menos, pero tenían empaque, fuerza y atrevimiento. Y ahora mismo, a ratos, echamos mucho de menos esa forma de hacer cine.
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